De acuerdo con el Índice de Riesgo Climático de los Niños (CCRI) brindado por Unicef en agosto pasado, en América Latina y el Caribe 55 millones de chicos están expuestos a la escasez de agua, 60 millones a ciclones, 45 millones son afectados por olas de calor, 105 millones padecen la contaminación atmosférica, 85 millones corren riesgo de contraer zika y 115 millones podrían infectarse de dengue, todas situaciones vinculadas a los efectos de la contaminación en el clima.
Estos datos surgen del informe de esa agencia de las Naciones Unidas llamado La crisis climática es una crisis de derechos del niño: Presentación del Índice de Riesgo Climático de la Infancia, que se convirtió meses atrás en el primer análisis exhaustivo de los riesgos climáticos y medioambientales desde la perspectiva de la infancia.
Este tipo de crisis vinculadas con el clima aumentan las carencias de la infancia en países ya de por sí con serios problemas de desarrollo.
Unicef estima que 850 millones de niños (uno de cada tres en todo el mundo) viven en zonas donde se solapan al menos cuatro de las perturbaciones climáticas y medioambientales anteriormente citadas. En América Latina y el Caribe, 47 millones de niños (uno de cada cuatro) viven en zonas afectadas por al menos cuatro perturbaciones.
Por otra parte, el informe advirtió que los países que generan menos emisiones de gases de efecto invernadero son los que tienen el número más elevado de niños sometidos a las consecuencias del cambio climático. En conjunto, los 33 países “de muy alto riesgo” emiten tan solo el 9% de las emisiones mundiales de CO2. Por el contrario, los 10 países que generan más emisiones representan casi el 70% de las emisiones mundiales. Sin embargo, sólo uno de estos países se encuentra clasificado como país “de muy alto riesgo” en el índice.
Sobre la base de datos internacionales, expertos de Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) advirtieron que “las respuestas generadas desde los Estados mediante los sistemas de protección social y los programas de ayuda alimentaria son insuficientes para paliar las consecuencias catastróficas de la crisis que afecta a los países de la región y particularmente a las infancias a escala global”.
“Ningún país está respondiendo con éxito a las amenazas del cambio climático, las imposiciones del mercado y a la imposibilidad de que todos los niños y niñas logren un buen desarrollo y calidad de vida. Las infancias no aparecen como una verdadera prioridad de la política pública”, enfatizó Raúl Mercer, reconocido médico pediatra y epidemiólogo, Coordinador del Programa de Ciencias Sociales y Salud de FLACSO Argentina.
La afirmación del especialista se basa en un informe de la revista científica The Lancet, la OMS y Unicef que llamó a posicionar como prioridad a los Niños y Niñas en Todas las Políticas (Children in All Policies o CAP-2030), con actividades concretas a impulsar en 9 países seleccionados del mundo, uno de los cuales es Argentina.
“A pesar de las espectaculares mejoras en la supervivencia, la nutrición y la educación logradas en las últimas décadas, el futuro de nuestros niños es actualmente incierto. El cambio climático, la degradación del medio ambiente, las migraciones, los conflictos, las inequidades generalizadas y las prácticas comerciales agresivas amenazan la salud y el futuro de los niños en todos los países”, sostuvo el estudio publicado en The Lancet en 2020.
Y agregó que en “2015, los países acordaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”. Sin embargo, “son pocos” los que más de cinco años después “han avanzado a un ritmo suficiente para hacerlos realidad”.
El informe de The Lancet, OMS y Unicef advirtió también que “los países más pobres tienen un largo camino por recorrer para ayudar a sus niños a llevar una vida saludable, pero los más ricos están poniendo en peligro el futuro de todos los niños a causa de la contaminación por dióxido de carbono, que está ocasionando un cambio climático y una catástrofe medioambiental fuera de control. Ningún país ha obtenido buenos resultados en las tres medidas de prosperidad infantil, sostenibilidad y equidad”, remarcó.
En Argentina, el Proyecto CAP2030 se implementa a través de la FLACSO. Además, otras organizaciones e instituciones comparten estos objetivos con las que existen acuerdos de cooperación como la Sociedad Argentina de Pediatría, la Sociedad Argentina de Primera Infancia, la Organización Mundial de Educación Preescolar, entre otras.
Pablo Vinocur, cientista social de larga trayectoria en organismos nacionales e internacionales, actual director de la Maestría de Desarrollo Humano en FLACSO, dijo a Infobae que “América Latina está en una trampa de alta desigualdad y bajo crecimiento en la cual los niños y niñas son los más afectados dado los altos niveles de pobreza. A ello, se suma el efecto de la pandemia que ha agravado las desigualdades estructurales ya existentes. Más de la mitad de los niños y niñas en Argentina son pobres. Esta situación es incompatible con un horizonte de futuro para nuestro país”
“Todos los sectores de la sociedad son corresponsables al momento de garantizar el bienestar de la niñez”, resumió. En el actual contexto, la inseguridad alimentaria se traduce en una forma de expresión de privación caracterizada, en nuestro caso, en formas de malnutrición como el sobrepeso y la obesidad como caras visibles de la pobreza, puntualizó.
De acuerdo con los expertos de FLACSO, la cuestión nutricional “no se puede resumir a una ecuación calórica y menos aún al reparto de alimentos sin considerar todas las cuestiones que garanticen todas las etapas del proceso de seguridad alimentaria: desde la producción de alimentos a contar con la capacidad de pago y acceso a una canasta de alimentos”.
En cuanto a la situación de la niñez, si bien la mortalidad infantil ha descendido, paralelamente “aumentan aquellas problemáticas de salud producto de la exposición a diferentes factores ambientales y deterioro de las condiciones de vida”, expresaron. De allí que no sólo resulte importante prevenir las muertes sino también garantizar una adecuada calidad de vida a la mayoría de niños y niñas que sobreviven, coincidieron ambos expertos.
Los primeros años de la vida constituyen una etapa crucial en la vida de las personas. La omisión de acciones esenciales durante esta etapa tendrá consecuencias sobre el resto de la vida. De allí que garantizar los derechos básicos desde el nacimiento como “el cuidado, la promoción del desarrollo, el saneamiento y el agua segura, las viviendas seguras y dignas, la protección del ambiente, constituyen aspectos impostergables e irrenunciables” de los estados, agregaron.
De allí que la promoción del “desarrollo temprano y la educación es tan esencial como la alimentación”. En nuestro caso, una forma de “alimentar” las capacidades de manera temprana para promover habilidades sociales, de conocimiento y de comunicación. Privar de estas condiciones a una proporción significativa de niños y niñas es una forma de “truncar sus presentes y futuros”, según los especialistas.
Un punto de extrema gravedad es que muchos niños y adolescentes que “están en el sistema educativo acceden a aprendizajes de calidad insuficiente que no los habilita para desarrollar plenamente sus capacidades e insertarse en un mundo de trabajo cada vez más demandante y competitivo”. En este contexto, la salud y calidad de vida de los niños y niñas dependen de la seguridad laboral y social de sus padres.
De allí que los programas y políticas destinadas a la niñez deben considerar “las condiciones de vida de sus padres o cuidadores y cuidadoras y de los ambientes en los cuales transcurren sus trayectorias de vida”. En definitiva, “todos los sectores de la sociedad pueden contribuir a mejorar la situación de la niñez y mitigar la actual crisis que los afecta”, consideraron los analistas de FLACSO.
El espacio local (representado por los municipios, los barrios, las comunidades) constituyen los ámbitos de transformación dada la cercanía existente entre la gente, sus problemas y las respuestas que deben generarse para atender las demandas y garantizar los derechos de la niñez.
“Argentina cuenta con una oportunidad” de generar políticas para “asegurar la concreción de proyectos de vida para quienes la habitan. La niñez nos está interpelando e indicando un rumbo para construir un sendero conjunto ante la pandemia en medio de una crisis de alcance planetario”, señalaron.
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