Siempre se supo pero durante la pandemia por COVID-19 se tomó más noción de la importancia de exponerse al sol durante los horarios permitidos para sintetizar vitamina D, un nutriente esencial para fortalecer el sistema inmunológico y prevenir infecciones respiratorias virales y bacterianas.
Estar al sol, además, fortalece huesos y dientes, equilibra el colesterol, disminuye la presión sanguínea, ahuyenta la depresión y nos llena de energía, entre otros beneficios.
Sin embargo, el sol es también la principal causa del envejecimiento cutáneo y aumenta las probabilidades de sufrir enfermedades en la piel.
“Un exceso de sol sin protección puede tener efectos muy nocivos: las consecuencias más reconocidas a largo plazo son el envejecimiento cutáneo prematuro (manchas y arrugas), aumento del número de lunares, cáncer de piel y variadas alteraciones oculares”. La médica dermatóloga Lilian Demarchi destacó que “cuando se habla de protección no sólo se refiere a la piel y a los protectores solares, sino también al uso de anteojos, de bálsamo labial con factor de protección, sombreros y ropa adecuada”.
En este sentido, pensar en cuidar la piel no es sólo pensar en su hidratación, sino que debe pensarse en ella como un órgano vital de nuestro cuerpo, ya que es el más grande en dimensiones, recubre a todo el organismo y se encuentra siempre expuesto.
Las tres capas que componen la piel son la epidermis, la dermis e hipodermis, y funcionan como protector de todo el cuerpo y sus órganos. La primera capa es la más superficial y está compuesta especialmente por queratinocitos, la segunda está compuesta con colágeno y elastina que proveen elasticidad a la piel y la última almacena grasa que nos protege de las contusiones y regula la temperatura del cuerpo.
El sol y sus rayos UV y UVA pueden quemar la piel incluso en días nublados o si hace frío. La arena, el agua, la nieve, las pantallas de los celulares y televisores también pueden reflejar rayos UV dañinos, lo que genera que la piel también se lastime.
En este sentido, Demarchi remarcó que “es importante el uso de protector solar todo el año para evitar la acumulación del daño solar”. “Los rayos UVB, que son peores que los UVA, son los que producen las quemaduras y el cáncer de piel -explicó la dermatóloga-. El daño es acumulativo a lo largo de todo el año, de allí que la clave es cuidarse todos los días e incorporar el uso de protector solar como rutina los 365 días del año. Debe ser parte de nuestra rutina diaria. Más aún en época de verano extremar los cuidados”.
Cómo cuidarse de manera adecuada
Demarchi sugirió ponerse protector solar facial media hora antes de salir de casa, y repetirlo cada dos o tres horas máximo. “Si se está en un tratamiento facial sí o sí repetir cada dos horas”, insistió.
“Tampoco se debe olvidar que la radiación solar pasa a través del vidrio, por lo que si nos vamos de viaje hay que tener protector aunque vayamos en el auto o en algún medio de transporte”, enfatizó la dermatóloga, para quien “el protector solar es el mejor anti age que puede usarse”.
Por su parte, el médico dermatólogo Christián Sánchez Saizar agregó que “también hay que tener en cuenta que si se realiza ejercicio o deportes al aire libre, el cúmulo del sol en la piel expuesta puede llevar a un fotodaño importante, con aumento de arrugas y manchas en la piel”.
Por eso, para todos los deportistas, un consejo de oro que dio el especialista “es la colocación de una buena pantalla solar”. Y agregó: “No sólo se trata de elegir el protector adecuado sino además aplicarlo correctamente y aplicarlo cada dos horas y en la medida que sea posible respetar los horarios de cuidado. Si hay que salir a correr, en lugar de hacerlo a las dos de la tarde buscar un horario como las ocho de la mañana donde los rayos no son tan nocivos como al mediodía y en caso que no haya opción hacerlo siempre protegido”.
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