Hay un límite amplio y extenso entre ver y no ver. Millones de personas, se calcula que el 11% de la población mundial, padecen algún tipo de enfermedad que provoca una disminución severa de la visión. No sufren ceguera, pero ven muy poco y necesitan ayuda para orientarse y moverse.
Las personas con baja visión pueden sentirse incomprendidas o no escuchadas, su campo visual es reducido y ven de forma muy distinta a la habitual: algunos pueden ver para desplazarse pero no llegan a descifrar carteles en la vía pública, o pueden ver como por un tubito si sufren glaucoma, otros pueden leer letras grandes del celular pero, a la vez, tener problemas para orientarse. Algo importante para ayudarlos es distinguir que no son ciegos, y por eso no deben ser tratados como tales.
Cada 26 de septiembre se celebra el día del bastón verde. La herramienta fue creada por la profesora de educación especial Perla Mayo (MN 763788) como instrumento de orientación y movilidad que identifica a las personas que tienen baja visión. Además de ayudar a los pacientes a circular y ubicarse en el espacio, el color verde es clave para distinguirlos de quienes padecen ceguera y utilizan un bastón blanco.
La herramienta busca dos objetivos, es un instrumento guía para quien lo usa y, además, permite al resto identificar a los que ven poco para poder ayudarlos en caso de ser necesario.
La idea del bastón verde es una iniciativa de Perla Catherine Mayo, una profesora uruguaya de educación especial radicada en la Argentina. Mayo elaboró la idea tras la experiencia de alumna que tenía problemas de baja visión y se manejaba con un bastón blanco y certificado de discapacidad con ceguera. La profesora descubrió un problema, en la vida cotidiana era fundamental que el resto pudiera identificar a las personas disminución visual y no ceguera, y el bastón blanco prestaba a confusión. Por ejemplo, cuando un alumno subía a un medio de transporte público y usaba un teléfono celular o podía leer algún cartel, el resto de la gente creía que su ceguera era falsa y estaba sacando una ventaja por eso.
En diálogo con Infobae, Perla Mayo explicó: “La baja visión se da cuando un paciente, tras la mejor corrección óptica, tiene una agudeza visual que no supera las tres décimas o tiene un campo visual inferior a 20 grados. Para entenderlo de manera simple: en una visita al oftalmólogo, en el típico cartel con letras en 10 líneas, no puede leer o distinguir más allá de la tercera”.
La Organización Mundial de la Salud estima que el 11% de la población padece alguna disminución severa visual. Esto significa que en el mundo hay 325 millones de personas que tienen baja visión. Esta disminución severa limita la capacidad de realizar tareas visuales en la vida cotidiana. Este impedimento no puede corregirse con anteojos normales, lentes de contacto o intervención médica.
“La baja visión puede ser causada por múltiples patologías como glaucoma, maculopatía, retinopatía diabética o del prematuro, miopía degenerativa y, también, por enfermedades poco frecuentes, que usualmente provocan alguna alteración visual que no es diagnosticada”, señaló Mayo. Son personas que sí ven, pero escasamente y de muy variadas formas.
La profesora Mayo señaló a Infobae, que la pandemia provocó un aumento de las miopías y otras alteraciones visuales por exceso en el uso de computadoras y pantallas, afecciones que pudieron ser evitadas o tratadas a tiempo, ejercitando la visión de lejos, por ejemplo. Al vivir en lugares reducidos, los meses de aislamiento hicieron que muchas personas no ejercitaran sus músculos oculares enfocando en objetos más lejanos y eso trajo consecuencias. Por eso es tan importante la prevención.
En 1995, a Perla Mayo se le ocurrió pintar el primer bastón de color verde, esa decisión, nacida por la necesidad de mejorar el bienestar de sus alumnos, fue un antes y un después en su vida: desde hace más de 30 años que Mayo imparte educación para ciegos y personas con baja visión.
La aceptación de la iniciativa fue tan buena que poco a poco se fueron promulgando leyes en el mundo avalando la importancia de esta herramienta de orientación. En Argentina la ley Bastón Verde se promulgó en 2002 y en 2011 en Uruguay. Además, otros países latinoamericanos como Costa Rica, Brasil , Chile, Nicaragua, Colombia, Paraguay, México, Ecuador, Bolivia, Panamá, y Venezuela implementaron su uso.
A partir de aquellos días Perla Mayo inició un largo camino cuyos resultados se plasmaron en el Centro Mayo de Baja Visión, una institución que actualmente ayuda a las personas en el proceso de evaluación y de rehabilitación, y brinda apoyo terapéutico para mejorar la calidad de vida de aquellas personas diagnosticadas con baja visión.
Estos pacientes se encuentran entre el límite del ver y el no ver y rechazan el uso del bastón blanco, sencillamente porque no son ciegos. Mayo le contó a Infobae, uno de sus mayores sueños: “Que exista el derecho a ver, me imagino consultorios repletos con personas sanas, yendo a su control oftalmológico anual en edades tempranas. Esto ayudaría a muchísimas personas que hoy están sentenciadas a la ceguera. Una situación que puede evitarse o mejorarse, con rehabilitación, si las alteraciones visuales se detectan a tiempo”.
Por todo esto, cada 26 de septiembre se celebra el día del bastón verde, con la campaña #bastonverdeesbajavision, para concientizar al resto de la población sobre la realidad de otros y colaborar si necesitan ayuda.
Entre no ver y ver muy poco hay un largo camino, un sendero enorme que el bastón verde ayuda a recorrer.
Para colaborar y ayudar a que más personas pueden acceder a su bastón verde y/o pedir información: @bastonverde
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