Cuando el estrés diario de la crianza de los hijos se vuelve crónico, puede sobrevenir un agotamiento extremo de los padres, un cansancio intenso que los lleva a sentirse desapegados de sus hijos e inseguros de sus habilidades de crianza. Este tipo de agotamiento puede tener graves consecuencias tanto para los padres como para el niño, aumentando la negligencia, el daño y los pensamientos de escape de los padres.
A esta área del comportamiento se aboca la psicóloga Moïra Mikolajczak. Doctorada en la Universidad Católica de Lovaina, hizo su posdoctorado en la Universidad de Stanford, California, con James Gross, un reconocido psicólogo, destacado por su investigación sobre la regulación de las emociones. Mikolajczak actualmente ejerce como profesora de Psicología de la Emoción y la Salud en su universidad de origen y lidera el Consorcio de Investigación sobre Burnout Parental que integran más de 90 miembros en distintas partes del mundo, pertenecientes a diversas disciplinas.
Su principal línea de investigación se centra en comprender las vías biológicas y conductuales por las que la competencia emocional influye en la salud. Busca determinar cómo se pueden mejorar las habilidades emocionales en los adultos, especialmente los padres y madres, y cuáles son las consecuencias de esta mejora para el ajuste psicológico, somático y social de las personas.
“En el contexto cultural actual, hay mucha presión sobre los padres -explicó en un diálogo telefónico con Infobae-. Pero ser un padre perfecto es imposible y tratar de serlo puede llevar al agotamiento. Nuestra investigación sugiere que cualquier cosa que permita a los padres recargar sus baterías, para evitar el agotamiento, es bueno para los niños”.
A la hora de definir su área de especialización, Mikolajczak dijo que el burnout parental es “un síndrome de agotamiento que ocurre cuando un adulto ha estado expuesto a demasiado estrés en su papel de padre durante demasiado tiempo, en ausencia de recursos suficientes para compensar el efecto del estrés. Las personas con agotamiento a menudo luchan por encontrar una solución viable a sus problemas y pueden terminar deseando desesperadamente escapar de sus circunstancias. Este es uno de los problemas específicos del burnout paterno: no es tan fácil dejar el ‘trabajo’”.
Este agotamiento extremo lleva a muchos buenos padres a convertirse en lo contrario. “Se trata de un fenómeno que hemos venido estudiando desde hace unos años, pero que, particularmente el pasado año, producto de los sucesos concurrentes de la pandemia, generaron nuevos focos de interés y renovadas conclusiones”, aseguró en diálogo con este medio.
De esta forma, durante la pandemia la especialista y su equipo de trabajo hallaron una campo propicio para estudiar el tema. “Sabíamos relativamente poco sobre las consecuencias del cansancio de los padres y no era sencillo encontrar una masa crítica de estudio que atravesara transversalmente a las poblaciones. El COVID nos proveyó de un laboratorio gigante de opciones por las presiones simultáneas sobre nuestra población objetivo. Decidimos examinar directamente los resultados asociados con el agotamiento de los padres en dos análisis que siguieron a los padres a lo largo del tiempo”.
El primero de los análisis abarcó a padres reclutados a través de redes sociales, escuelas, consultorios pediátricos y otras fuentes. Con ellos trabajaron en torno al “bienestar y el agotamiento”. A través de una serie de preguntas en línea con un intervalo de unos 5 meses indagaron en torno del “agotamiento y el distanciamiento emocionales y los sentimientos de ineficacia de los padres”, relató.
Al mismo tiempo, los investigadores procuraron “estratificar sus pensamientos acerca de escapar de su familia” y, de manera separada intentaron detectar la “desatención a necesidades físicas, educativas y emocionales de sus hijos y, por último, su tendencia hacia la violencia verbal, física o psicológica”. En esa primera etapa los especialistas consiguieron reunir más de 2 mil testimonios. Actualmente, en la tercera etapa de la investigación se encuentran trabajando con 550 padres.
Pero tratándose de un tema al que muchos podrían rehuir, por resultar políticamente incorrecto admitir algún tipo de maltrato hacia los hijos, Mikolajczak aseguró que debieron trabajar para detectar la honestidad de las respuestas de los participantes.
“Dentro de nuestro estudio también mensuramos la tendencia de los participantes a elegir las respuestas socialmente más deseables”, subrayó.
-¿Cuáles fueron las conclusiones del estudio?
-Los datos de los participantes revelaron una fuerte asociación entre el agotamiento y las tres variables: ideas de escape, negligencia y violencia. El cansancio extremo en la primera y segunda encuesta se asoció con negligencia posterior, violencia e ideas de escape. Identificamos un círculo nefasto: el agotamiento y la negligencia tienen una relación circular. El primero conducía a una mayor negligencia, lo que conducía a un mayor cansancio, etcétera. La violencia parecía ser una clara consecuencia del agotamiento.
-¿Intentar ser demasiado bueno puede ser negativo?
-Nos sorprendió esa ironía. Si desea demasiado hacer lo correcto, puede terminar haciendo lo incorrecto. Demasiada presión sobre los padres puede llevarlos al agotamiento, lo que puede tener consecuencias perjudiciales para ellos y para sus hijos. Los padres deben saber que el autocuidado es bueno para el niño y que cuando se sientan muy agotados, deben buscar ayuda. Los profesionales de la salud y los servicios infantiles deben estar informados sobre el agotamiento de los padres para que puedan diagnosticarlo con precisión y brindarles la atención más adecuada. Y quienes participan en políticas y salud pública deben ayudar a crear conciencia y levantar el tabú sobre el agotamiento de los padres, lo que alentará a los padres a buscar la ayuda que necesitan.
-En sus estudios analizaron tanto a hombres cómo mujeres. ¿Detectaron sesgos de género?
-Al contrario de lo que podría pensarse, el agotamiento de los padres no es sólo para las madres. El burnout parental afecta al 5% de padres y madres. Las mujeres son dos veces más propensas a presentarlo. Los adultos solteros con pequeños a cargo, la crianza de niños con necesidades especiales, los padres con enfermedades mentales pasadas o actuales, con tendencias perfeccionistas y los que están socialmente aislados con poco apoyo práctico o emocional corren un riesgo especial.
-¿Cómo autodetectar el fenómeno?
-Es un desafío bastante complejo. Las señales de advertencia a menudo aumentan lentamente y pueden ser difíciles de identificar, ya que se superponen con síntomas de muchas otras enfermedades físicas y mentales. La definición de estrés también complica el asunto, ya que no es única para todos. Lo que estresa al padre en su papel puede ser muy diferente de uno a otro. Algunos estarán demasiado estresados porque tienen niños difíciles o con dificultades de aprendizaje y poca ayuda de su cónyuge o familia. Otros tienen hijos muy fáciles, pero están demasiado estresados porque ponen la vara demasiado alto. Hay cuatro síntomas típicos del agotamiento de los padres y ocurren en el mismo orden. El primero es el agotamiento. Puede manifestarse a nivel emocional (sensación de no poder), cognitivo (sensación de no poder pensar correctamente) y/o físico (fatiga). El segundo es la pérdida del placer de paternar. El tercero es el distanciamiento emocional de los niños. Demasiado cansado, el adulto ya no tiene la energía para involucrarse en la relación, o al menos no tanto como de costumbre. Hacen lo que tienen que hacer, pero nada más. Finalmente, el padre se da cuenta de que ya no es el que alguna vez fue, y mucho menos lo que quería ser, lo que genera sentimientos de extrañeza, culpa y vergüenza.
¿Cuáles son las consecuencias del cuadro?
-Nuestras investigaciones demostraron que las consecuencias son iguales a las del agotamiento profesional: trastornos del sueño, problemas de salud, aumento del consumo de alcohol, pensamientos suicidas. Sin embargo, para el agotamiento de los padres, los pensamientos suicidas son más comunes que en el agotamiento profesional debido a que los padres no pueden renunciar a su rol. Para los niños, hay un aumento drástico de la negligencia y la violencia de los padres. Primero se descuidan las necesidades emocionales del niño, seguidas de la violencia verbal. Si el agotamiento de los padres es severo, puede haber violencia física, que a menudo es cuando los padres buscan ayuda.
En cuanto al cónyuge, el padre exhausto descargará sobre él su irritabilidad creando un aumento de los conflictos matrimoniales. Cuando el padre está totalmente exhausto, otra consecuencia para el cónyuge es que se queda con todo el papel de padre que asumir. Si el agotamiento no se maneja rápida y cuidadosamente, no es raro que el burnout de uno de los padres sea seguido por el del cónyuge. Otro problema es que los padres no pueden serlo de manera efectiva y convertirse en un modelo positivo para sus hijos. Si estamos agotados o no dormimos bien, tenemos menos energía para atender las necesidades de nuestro hijo y ser pacientes con ellos. Si somos socialmente retraídos, irritables y luchamos por mostrar empatía, no nos comunicamos bien y perdemos oportunidades para fortalecer el vínculo. Si estamos luchando por tener esperanza, sentir gratitud y notar las cosas positivas que suceden, entonces es difícil enseñar a nuestros hijos a hacer esas cosas.
-Parece un poco abrumador
-Cuidarnos como padres no es egoísta ni desmerece a nuestros hijos, sino que es vital para modelar una vida adulta saludable. Los padres que sufren agotamiento deben saber que con un buen apoyo las cosas pueden mejorar. Cuando haya un intervalo de tiempo vacío, hay que tener presente que la lista de tareas pendientes nunca terminará, por lo que se debe elegir deliberadamente hacer aquellas cosas que nutren en lugar de todas las otras cosas que deben hacerse.
Encontrar una manera de cuidarse a sí mismo como padre puede ser un desafío, pero es posible. De tres a cinco pequeños cambios personalizados es todo lo que se necesita. Cada situación es única y animo a las personas a que la vean como un viaje de experimentación para encontrar lo que funcione mejor para cada uno. Puede ser aceptar ofertas de ayuda o pedirla, dejar de lado las expectativas impuestas por otros, tomar un descanso de las responsabilidades adicionales, meditar regularmente en atención plena o programar tiempo dedicado para hacer cosas que le agradan. Si se logra encontrar tiempo para si, hay que tratar de no sentirse culpable. Es preciso tener presente que se será un mejor padre gracias a ello y que puede darse un ejemplo a los hijos de la importancia del cuidado personal.
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