Solemos pensar que la anatomía genital entre personas de sexo biológico masculino y femenino son más diferentes de lo que realmente son. Comenzando por la falsa creencia de que lo masculino es hacia fuera y lo femenino es interno. La realidad es que el pene y el clítoris son estructuras homólogas que se encuentran localizadas en el mismo lugar del cuerpo. La única diferencia es que el tamaño del pene es mayor porque debe transportar el ADN hasta el interior de la cavidad vaginal. El clítoris, a nivel superficial, expone sólo el glande, pero posee un cuerpo formado por dos raíces que recorre el interior de la vulva por detrás de los labios y alcanza unos 8 centímetros en total.
El pene y el clítoris son estructuras anatómicamente similares. Ambos tienen cabeza y cuerpo y se erectan al llenarse de sangre, con la excitación. El glande del pene está cubierto por el prepucio y el glande del clítoris está cubierto por el capuchón. Prepucio y capuchón se ocupan de brindar protección a esa zonas que son de muchísima sensibilidad. Ambos se unen a sus respectivos glandes a través del frenillo y son un componente fundamental del orgasmo. En la primera imagen vemos todo el cuerpo del clítoris, que rodea la cavidad vaginal y asoma la cabeza por la vulva.
Emily Nagoski, especialista en sexualidad, plantea que lo femenino y lo masculino está compuesto por las mismas partes pero organizado de manera diferente. Repasemos entonces el desarrollo embriológico que da cuenta de esto.
Los genitales femeninos y masculinos no presentan diferencias hasta la sexta semana de desarrollo. Luego, según los niveles de hormonas sexuales, van a ocurrir ciertos cambios. Con bajos niveles de testosterona las gónadas indiferenciadas se quedarán en el abdomen del embrión y se desarrollarán como un par de ovarios. En cambio, con altos niveles de testosterona las gónadas indiferenciadas descenderán, hacia abajo y hacia afuera del abdomen para convertirse en testículos.
En cuanto a los genitales externos, cada parte tiene su homologo en el sexo opuesto. El glande del pene y el glande del clítoris por un lado, y luego los labios mayores y el escroto, proceden del mismo tejido y son de similar estructura y sensibilidad.
En cuanto a la respuesta sexual, podemos decir también que somos más parecidos de lo que pensamos. Las fases de excitación que se ven reflejadas en la erección de las persona con pene y en la lubricación de las personas con vulva, son principalmente procesos vasocongestivos, es decir, donde se junta sangre en un área determinada del cuerpo. La principal diferencia radica en la cantidad de sangre que implica cada proceso, resultando en una cantidad de hasta cinco veces mayor en el sexo biológico femenino. Esto explica por qué, en general, la respuesta sexual femenina es más lenta. Tarda más en iniciarse y también en concluir, es por eso que se dice que las mujeres tienen la capacidad de alcanzar orgasmos secuenciales en un mismo encuentro. Al ser mayor la cantidad de sangre, retorna a su cauce normal más despacio y habilita que la excitación persista.
En relación al orgasmo, sabemos que las sensaciones de placer son subjetivas y variables. Se encuentran más relacionadas al nivel de excitación, al tiempo, la edad y la novedad del estimulo, que en función del sexo biológico.
Por último, a la hora de la estimulación también es interesante pensar en nuestras similitudes. Se recomienda siempre en ambos sexos estimular desde adelante hacia atrás. Es decir, comenzando por el pene/clitoris, siguiendo por la vulva/cuerpo del pene, luego testículos/vagina y ano. La zonas de mayor placer serán el pene y el clítoris. Una vez estimulados, se puede explorar el Punto G, que es una zona en la cavidad vaginal en el sexo femenino y una zona dentro del ano en el sexo masculino. Ambos puntos se estimulan ejerciendo una leve presión y un suave masaje en forma de “veni veni”, mientras sostenemos la estimulación del pene o de la vulva.
Durante mucho tiempo nos dijeron que los hombres eran de un planeta y las mujeres de otro. Desandar ese concepto puede resultar disruptivo para algunos y sólo se consigue con información. El conocimiento adecuado sobre la anatomía de nuestros cuerpos implicará un salto cualitativo y enriquecedor en el ejercicio de nuestra sexualidad y en los vínculos sexoafectivos que iniciemos con otros.
*Cecilia Ce es psicóloga, sexóloga y autora de los libros Sexo ATR y Carnaval toda la vida (editorial Planeta). En Instagram: @lic.ceciliace
Edición de video: Sofía Boutigue/Realización: Alejandro Beltrame/ Producción: Macarena Sánchez
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