¿Por qué las estrellas y las galaxias son como son?, ¿por qué nuestro cuerpo tiene la forma que tiene?, ¿por qué existen los países?, ¿por qué existe el sufrimiento?, ¿por qué creemos en dioses?, ¿por qué morimos? Daniel San Martín, un economista chileno con una maestría en Negocios de Cambridge y otra en Inteligencia Artificial de la Universidad de Boloña, desarrolló un modelo sencillo de cuatro etapas y siete niveles que ofrece una visión integral de la ciencia y permite responder preguntas tan dispares.
“Tenemos que entender que todos los objetos, desde las estrellas hasta las hormigas y desde las moléculas hasta las naciones modernas, pueden ser explicados como el resultado de un único proceso de complejización”, asegura San Martín en el prólogo de su libro “Clarity”, que escribió en su tiempo libre durante 10 años y que en los próximos días lanza la Editorial Planeta en Chile (y que podrá llegar a todo Latinoamérica a través de BuscaLibre).
“Tengo una admiración extraordinaria por los científicos. Hay investigadores que estudian, por ejemplo, cómo funciona el sistema nervioso de los calamares, y eso ayuda a que la humanidad aprenda más de esos organismos. Pero, al mismo tiempo, refleja que esa persona está dedicando toda su energía y su tiempo a ese tema puntual y deja muy poco espacio para abordar las grandes preguntas. Y eso nos aleja de la condición humana. Así que mi objetivo ha sido generar perspectiva y construir un relato que explique el mecanismo común que existe desde el Big Bang hasta nuestros días. Una gran historia con grandes preguntas”, dice San Martín a Infobae desde Londres, donde está radicado.
-¿La pérdida de perspectiva es uno de los “efectos colaterales” del avance de la ciencia?
-Creo en la ciencia como una clave del progreso humano. Hemos agrandado nuestro acervo de conocimiento y especializándonos, y, sin embargo, en ese avance, un científico que es muy experto ha tenido que ir a un campo muy estrecho del conocimiento. Hay doctorados y posdoctorados. Eso es fantástico a nivel de especie y de humanidad, pero hemos perdido esa sensación de las antiguas comunidades de poder explicar la realidad con un modelo o historia simple. Si uno consulta a una persona de una tribu o banda de cazadores o recolectores cómo funciona el mundo, probablemente va a dar una respuesta no científica, incorrecta, pero muy clara: una historia de cómo se formó el mundo y cómo su pueblo fue fundado por tal o cual dios. Esa capacidad de entender el mundo de forma simple y clara la hemos perdido con el avance del conocimiento.
-¿Ser de alguna manera un outsider del ámbito científico ha sido una ventaja?
Creo que sí y por dos razones básicas: uno, por temas de formación. Lo que se nos enseña a los economistas es básicamente a tomar sistemas muy complejos y destilarlos hasta tener modelos matemáticos lo más sencillos posible. Este entrenamiento de síntesis y abstracción es algo que me sirvió mucho para extraer lo fundamental de los conocimientos complejos de diferentes ciencias. Pero, aún más importante que eso, es que como no pertenezco a ningún campo en particular, me puedo dar el lujo de meterme en otros. Un biólogo al escribir de biología, tiene un compromiso con sus pares, con su “tribu”. No pertenecer me da la ventaja de poder generar relatos un poco más libres.
-¿Cómo imaginás a tus lectores?
-A mí me encantaría que lo leyera todo el mundo, creo que está escrito de tal manera que no se necesita ningún tipo de conocimiento previo. Estimo entonces que la gente más bien curiosa, que ya lee de historia, que ya lee de estos temas de ciencia, va a disfrutar mucho el libro porque le va a permitir hacer este mapa mental que une todas sus aficiones. Y creo que los científicos lo pueden disfrutar, pero lo disfrutará particularmente su parte de “no científico”, su parte de persona, de niño, que se pregunta cómo existe el mundo, incluyendo las partes que él no sabe en detalle.
-El elemento central de tu obra es que la realidad del mundo se basa en un proceso de “complejización”, que describís desde el primer átomo hasta el nivel de las sociedades. ¿Cómo opera en los distintos niveles?
-Si uno lo piensa, el universo partió siendo pequeñas partículas deambulando erráticamente y, de alguna manera, estas partículas se empezaron a ordenar hasta formar seres humanos conscientes, como tú y yo, dialogando en sociedades ultracomplejas. Es algo extraordinario. Obviamente hay explicaciones teológicas o sobrenaturales, que intentan explicar estos fenómenos, pero tiene que haber alguna manera lógica de comprender esta forma en que el universo pasa de una cosa muy desordenada al orden. Especialmente teniendo en cuenta que uno de los principios más aceptados de la ciencia, el principio del aumento de la entropía o segunda ley de la termodinámica, establece que un sistema cerrado espontáneamente avanza del orden al desorden. Entonces, este libro intenta dar causas naturales, lógicas, sobre cómo pasamos de este universo de partículas deambulando a objetos complejos, entendiendo complejidad como la interacción muy precisa, intrincada y perfecta de las partículas que los forman.
-El modelo organiza siete niveles, y en cada uno hay cuatro etapas que se van repitiendo: la aparición, la selección, la cooperación y la especialización, mediante distintos mecanismos que producen siempre en mismo efecto: mayor complejidad. ¿Es una especie de “teoría del todo”?
-¡No! Yo no propongo que el universo en sí mismo tiene cuatro etapas ni ciertos niveles, de hecho, no es un modelo científico porque no es una hipótesis testeable. Y no propongo un modelo cuantitativo que se pueda testear y que se pueda decir “el modelo Clarity es verdad o no”. No es ésa la intención. Es simplemente una manera ordenada de estructurar. A nuestro cerebro humano le gustan los patrones y es una manera de ordenar esta historia.
-La selección, por ejemplo, ¿es siempre darwiniana, una “supervivencia del más apto”?
En los diferentes niveles se produce un proceso de selección sobre cuáles son las cualidades necesarias para que una cierta configuración siga existiendo. Y el mecanismo es distinto en cada uno. En los objetos del universo, desde los quarks hasta las galaxias, opera una especie de “supervivencia del más estable”. En el caso de las moléculas de ARN, se copian y esas copias no son perfectas, existen mutaciones y eso produce una diversificación de los diseños de las moléculas. En las células y en los animales, el mecanismo darwiniano es súper claro, no hay controversias. El que es un poco menos claro es el nivel de comunidades. Supongamos que una comunidad tenía una cierta cultura, al llegar a más de 150 miembros se quebraba y las dos comunidades resultantes tenían culturas parecidas, pero no iguales. Un ambiente competitivo en medio de este proceso hacía que aquellas con la mejor cultura sobreviviera y la otra no. Y eso es darwinismo. Luego, las grandes civilizaciones se enfrentaron en guerras y aquellas más aptas para la lucha sobrevivían, pero no es evolución por selección natural. Estamos en un momento clave para la historia de la humanidad, en el que, si logramos ajustar nuestro sistema económico, ajustar nuestro sistema social, para poder adaptarlo a este planeta que es finito, vamos a poder seguir prosperando. Y si no lo hacemos, existe la posibilidad de que nos extingamos. Hay una suerte de selección en ese sentido, pero es un juego de palabras más que una analogía directa.
-¿Tu modelo Clarity ayuda a responder preguntas muy centrales de la filosofía y de la condición humana?
-El avance del conocimiento y la mejora de los métodos científicos ha ido volviendo a la ciencia cada vez más técnica, lo cual está muy bien porque es lo que nos permite ampliar el conocimiento. Sin embargo, creo que se ha ido alejando de las grandes preguntas. Cuando uno tiene cinco o seis años, es natural preguntar a sus padres: ¿de dónde vengo?, ¿cómo se creó el mundo? Esa ingenuidad, la hemos ido perdiendo, y es muy lamentable porque la ciencia sí tiene la respuesta a estas grandes preguntas. Si yo le pregunto a una señora en la calle: “¿Qué se le viene a la mente con la palabra ciencia?”, me diría: “Una persona en un laboratorio con frasquitos”. Pero no me va a decir: “Es lo que realmente me responde las grandes preguntas que yo tengo”. De hecho, preguntas como “¿por qué morimos?” la relacionamos al campo de la filosofía, cuando en realidad la deberíamos vincular al campo de la ciencia. Entonces, yo trato de volver a esta emoción, esta pulsión natural de las grandes preguntas, llevarlas de vuelta hacia la ciencia. Y eso es Clarity, en definitiva: un gran relato, una gran historia, con grandes preguntas, pero donde absolutamente todo está basado en evidencia científica y en evidencia empírica.
-Bueno, vayamos a esas preguntas, ¿por qué sufrimos?
-Durante la evolución geológica se produjo en un momento la aparición de la consciencia y en particular la capacidad de los animales de sentir placer y sentir dolor. Y esto fue muy efectivo para mejorar el aprendizaje. Si un animal hacía una acción y le producía dolor, dejaba de hacerla. Si hacía otra acción y le producía placer, la empezaba a hacer de forma más frecuente. Entonces, los seres empezaron a desarrollar placer por aquellas cosas que eran genéticamente beneficiosas. Por ejemplo, a todos nos gusta comer, y es evidente porque si no nos gustara, no comeríamos y moriríamos. Pero la pregunta es: ¿por qué tiene que existir placer y dolor?, porque el mecanismo podría funcionar si tuviéramos sólo placer. Entonces, por ejemplo, si hacerme una herida me diera poco placer y comer me diera mucho placer, se podría producir el aprendizaje y la optimización de los comportamientos de cualquier manera. También podríamos preguntar lo contrario: ¿por qué no somos criaturas eternamente sufrientes? ¿Por qué no, cuando tenemos sexo, sólo sentimos un poco menos de sufrimiento que cuando estamos con hambre? Y la razón es la eficiencia energética.
-¿Cómo es eso?
Producir placer o producir dolor, requiere la activación de circuitos neuronales. Y un animal que estuviera siempre sufriendo, requería estar ocupando mucha más energía todo el tiempo con el mismo resultado. Tendría el mismo comportamiento óptimo, pero con un gasto de energía mucho mayor. Obviamente, nosotros somos herederos de ese esquema y, en definitiva, todas las cosas que nos dan dolor son aquellas que van en contra de nuestra capacidad de reproducirnos. Pero incluso hay dolor vinculado con las relaciones. Cuando terminamos una relación con nuestra novia, sentimos un tremendo dolor porque eso genera menos probabilidad de que nos reproduzcamos (pensando, sobre todo, en un contexto antiguo); y, así, la gente que sufre dolor cuando termina una relación es la que será más probable que luego se reproduzca.
-Otra gran pregunta es por qué morimos
-Exacto. La ciencia no tiene una respuesta definitiva. Pero lo interesante es darse cuenta de que no es un proceso inevitable. Si tú mantienes una bacteria con alimento, no muere. El proceso de reemplazo de moléculas es permanente. Nuestras células germinales nunca mueren. A mí me interesa cambiar la pregunta, preguntarme porqué la selección natural produjo un mecanismo como la muerte. Esto es un cambio de paradigma, y acá sí lo llevo a lo filosófico, muy profundo. Porque la mayoría de las filosofías y de las religiones han asumido la muerte como algo inevitable y de hecho muchas religiones basan su sistema de ideas en que la muerte es algo inevitable. El primer poema del mundo, la primera obra literaria, el viaje de Gilgamesh, nos enseña que él va persiguiendo la vida eterna hasta que descubre que la muerte es inevitable. Esta es una noción humana, de nuestra sociedad, muy profunda, y nadie la ve en realidad como un mecanismo. La muerte es un mecanismo que permitió la complejización de los animales y la aparición de los seres humanos. Ver la muerte de este modo es, insisto, un cambio súper interesante.
-¿Por qué nacieron las creencias? ¿Por qué fueron necesarias en términos de evolución?
-No se conoce ninguna sociedad humana que no crea en fenómenos o voluntades sobrenaturales, todas las comunidades y sociedades generaron religiones. Y más allá de cuestiones culturales, hay un aspecto biológico que lo explica. ¡A mí mismo me pasa! Cuando tengo un problema o estoy muy desperado, reflexiono sobre mi propia tendencia a buscar un poder que anule las reglas del universo para favorecerlo a uno (risas). Sin embargo, la evidencia arqueológica ha mostrado que la religión permitió conglomerar grupos y superar el límite natural de 150 individuos para preservar la cohesión interna, lo cual está dado por el tamaño natural de nuestro neocórtex (región del cerebro que se especializa en procesar las relaciones sociales más complejas). Aquellas comunidades que desarrollaron creencias comunes fueron mucho más eficientes y poderosas Y eso se ve en todos los grandes imperios hasta los siglos XVI y XVII: la unidad religiosa era un componente fundamental en mantener conglomerada a toda la población.
- Una de las afirmaciones de tu libro plantea que nuestras decisiones son casi siempre inconscientes, ¿entonces no somos “dueños” de nuestros actos?
-Por lo pronto, saberlo nos obliga a tener una humildad tremenda. Los experimentos del neurólogo Benjamín Libet (1916-2007), reproducidos una y otra vez, lo demostraron de manera muy contundente: nuestra parte inconsciente es la que toma las decisiones, desde las más básicas a las más complejas. En última instancia, somos como una red neuronal, una inteligencia artificial inconsciente que va tomando las decisiones óptimas para nuestra supervivencia. Y después, sobre eso, tenemos a nuestro consciente que es un “viajero”, y que tiene la noción o sensación de haber tomado esas decisiones solo con un fin social de justificarlas frente a otros.
-¿Cuál sería el sentido evolutivo de cargar con ese “viajero”?
-Esa es una buena pregunta: ¿para qué existe el razonamiento? ¿Por qué no somos zombis ultraeficientes? ¿Por qué no dedicamos más materia gris a tomar mejores decisiones, sin nunca darnos cuenta de lo que está ocurriendo? ¿Por qué estamos conscientes, por qué razonamos, cuál es la razón de que gastemos energía en nuestro cerebro para esto? Y la única razón es que la ventaja social y reproductiva de ello. Personas en las comunidades antiguas que eran mejores exponiendo razones, eran más respetadas en su medio.
- En Clarity planteás que “en menos de 80.000 años (es decir, el 0,0005 % de la historia universal), pasamos de ser una miserable especie a punto de extinguirse a ser la especie que conquistó el planeta ¿Cómo imaginás nuestro futuro? ¿Sos optimista?
-Los seres humanos tenemos la tendencia al pesimismo, a ver las cosas malas…Pero hay una historia que me gusta para ver la cuestión con otra perspectiva. Una teoría de por qué salimos de África es que hubo una erupción volcánica hace 74.000 años, y nubes de polvo cubrieron por completo la atmósfera, comenzaron a morir plantas y animales, y forzaron a las personas a escapar de la hambruna cruzando por Eritrea a la península arábiga. Si tuviéramos una máquina del tiempo para viajar a esa época y les pudiéramos preguntar a esas personas: “¿Qué esperan del futuro?”, seguramente responderían: “Ojalá podamos vivir una semana más”. En el largo plazo, no tengo ninguna duda de que vamos a prosperar. Nuestra especie tiene dentro de su naturaleza la capacidad de inventar, crear, ocupar la inteligencia colectiva para producir soluciones efectivas. Yo creo que nos vamos a expandir a otros planetas. Dentro de 10.000 años, un escritor del futuro quizás evoque cuando había solo 7 mil millones de personas en un solo planeta y diga: “¡No nos creerían que hoy estamos repartidos por toda la galaxia!”.
-¿Vamos a prolongar la vida o conseguir tener una inteligencia infinita? ¿O es ciencia ficción?
-Si uno hace una proyección de la capacidad humana de avanzar, no tengo ninguna duda de que vamos a lograr en algún momento del futuro las tres grandes pretensiones del transhumanismo. Por un lado, derrotar la muerte y abolir el sufrimiento, cuando logremos entender la biología para desactivar ambos mecanismos. Por el otro, y creo que es el argumento más fácil para hacer, gracias a las superinteligencias artificiales, la humanidad desarrollará una inteligencia casi sin límites. Los avances de la inteligencia artificial en los últimos 5, 6, 7 años han sido extraordinarios. Podría llegar el día en que vastas regiones del universo se usen para procesar información.
- Fukuyama habló del “fin de la historia” en términos ideológicos, ¿cuál sería el fin real de la historia de la humanidad y del universo?
-Fukuyama habla del fin de la historia en cuanto a dialéctica, lucha de posiciones políticas e ideologías del mundo. Yo hago un ejercicio mucho más aventurado hacia millones de años luz: si es que tengo razón, y efectivamente la humanidad prospera, ¿qué es lo que viene después? El físico Ludwig Boltzmann, quien se suicidó en 1906 porque sus ideas no eran respetadas, nos brinda elementos para entender el real fin de la historia. El universo va a tener una muerte térmica. Va a llegar un momento en el que todas las temperaturas van a estar igualadas, todo va a estar con la misma presión, el universo va a ser absolutamente gris, inmóvil... y muy aburrido. Y, en principio, no tenemos cómo escapar de ese destino, salvo que fuéramos capaces de entender ese mecanismo y revertir la segunda ley de la termodinámica. Eso sería el comienzo de una nueva historia: seríamos capaces de crear complejidad desde la nada. ¡Pero eso es completamente especulativo!
Colaboración: Estefanía Coluccio-Leskow
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