Las buenas ideas a veces vienen en el momento menos pensado. Corría 2018 y Franco Moretti se encontraba celebrando su cumpleaños junto a su hermano Bruno y un grupo nutrido de amigos. Aquella noche, para acompañar una comida, los invitados contaban con un un pequeño barril de cerveza, con conector y canilla. La velada siguió su curso y el barril se vació. Fue ahí cuando uno de ellos pensó: ¿y si este recipiente tuviera otra bebida? Bruno armó entonces un gran gin tonic en el barril para que la gente se sirviera de la canilla. Fue un boom aquella noche: los invitados hacían cola detrás de ese gin tirado.
Pero aquella idea no quedó en un cumpleaños. Franco y Bruno recibieron un aluvión de consultas luego de subir una historia a instagram con aquel barril como protagonista.
“Al otro día estábamos poniendo a punto un método para estandarizar la producción de gintonic tirado”, dice ahora Bruno a Infobae, quien junto a su hermano comandan Destilería Moretti, el emprendimiento que los llena de orgullo. “Destilería Moretti busca ser una empresa que agregue valor a la vida de las personas que la rodean, no sólo de manera directa y a quienes trabajamos activamente para ello, si no también a nuestros clientes, a nuestros proveedores, a nuestras familias, a nuestros amigos y a la comunidad en la que estamos insertos, a través de la expresión de valores morales elementales que enriquecen nuestras vidas y la de nuestros seres queridos. En última instancia pero algo no menos importante, se trata de la generación de valor a través de la creación productos y servicios de calidad”, dice Bruno.
Ambos nacieron en Cipolletti, en la provincia de Río Negro, para ellos, su esencia, el lugar donde se criaron, estudiaron y generaron sus vínculos más profundos. “Nuestros recuerdos de Cipolletti son muy buenos, siempre asociados a nuestra familia y amigos. Afortunadamente no son sólo recuerdos, porque vamos cada vez que podemos a visitar a nuestros padres y hermanas, a nuestros grandes amigos, y últimamente también a clientes con quienes generamos relaciones de amistad que van más allá de lo comercial”, explica a Infobae Franco.
Antes de fundar Destilería Moretti, Bruno trabajó en varias empresas, principalmente en el área de informática, y sobre todo en la industria farmacéutica, lugar que dejó en 2007 para dedicarse de forma independiente a la fotografía de moda y publicitaria y, luego a la música como baterista. Por su parte, Franco se desempeñó como empleado en nueve laboratorios durante sus primeros años en Buenos Aires. Después, en la facultad de Medicina (UBA) realizó tareas asistenciales y un doctorado en Biología Molecular, pero en 2011 renunció para dedicarse a la docencia, y de manera independiente a la música.
Ambos supieron desde siempre, dicen, que querían emprender algo juntos. Podrían haber hecho cualquier otra cosa. En la lista de deseos y objetivos hubo: hacer instrumentos de madera, alquilar salas de ensayo, hacer una cervecería artesanal. Sin embargo, fueron por las bebidas destiladas. Ahora, ¿cómo se conjuga el rigor científico con la foto del presente? “El rigor científico para afrontar desafíos viene plasmado en nuestro ADN de alguna manera… tal vez por la influencia de nuestro padre ingeniero y docente (tanto en ámbitos académicos como en una sobremesa), y sin dudas por la formación académica que elegimos”, dice Bruno.
“La asociación con los aromas y el buen beber es algo fortuito dentro de esta manera cientificista de encarar prácticamente todo. Así como lo aplicamos para la destilación y para el desarrollo de un negocio, podríamos haberlo aplicado a cualquier otro proyecto, tal como lo hicimos en el pasado, inclusive cuando incursionamos en la música, a tal punto armábamos los repertorios en Excel, asignando variables a las canciones para definir el orden de un show”, agrega Franco.
En el caso específico del gin o de los destilados en general, como no tenían referentes cercanos a quienes recurrir ya que el mercado del destilado artesanal no era siquiera incipiente en ese momento, debieron desarrollar sus propios métodos, descubrir el camino su cuenta. “Y para obtener información concreta sobre algo desconocido, nada mejor que aplicar el método científico”, suelta Bruno. Y sigue: “Es decir plantear hipótesis, realizar pruebas con registros meticulosos, que los resultados sean reproducibles, contrastas las hipótesis planteadas, etc… Es así que lo aplicamos tanto en el estudio de las técnicas de destilación y en el desarrollo de productos, como en aspectos comerciales y estrategias de marketing más adelante”.
La idea del Gin nació a principios de 2016 “con una motivación que en nuestro caso no había tenido precedentes. Si bien ya habíamos emprendido en muchas ocasiones, en este caso sentimos una inspiración extrema. Eso nos dio la energía para comenzar con una página en blanco un océano de incertidumbre por delante, dispuestos a dejar todo por el proyecto, y así fue”, relata Bruno.
En esa época ambos no tenían mucho dinero para invertir, así que desde el principio supieron que la inversión debería ser en poner manos a la obra. “Y pusimos manos a la obra literalmente, alquilamos un PH destruido y entre nosotros dos, sin ayuda, lo convertimos en un lugar hermoso y con instalaciones funcionales. Fuimos plomeros, electricistas, albañiles, pintores y carpinteros durante varios meses. Mientras tanto, nuestro primer alambique (destilador) estaba en camino desde EEUU, ya que en Argentina todavía no había producción de equipamiento para destilar. Cuando llegó fue un flechazo… amor a primera vista. Media hora más tarde ya estábamos destilando en el living, porque el laboratorio en el PH aún no tenía puertas”, agrega Franco
Ambos hermanos supieron que aquel inicio “de garaje” -cualquier similitud con la música es pura coincidencia- no tenía que durar para siempre. “Si empezamos de esa manera fue solamente porque necesitábamos empezar, y contábamos con esos recursos, no más. La idea siempre fue ir más allá y transformar nuestro naciente emprendimiento en una empresa próspera, elaborar productos de los cuales sentirnos orgullosos, que la gente los conozca y los valore”, dice Franco
El crecimiento fue gradual. Siempre a paso firme, utilizando todos los recursos generados para reinvertir y sostener el crecimiento. “De esa forma no debimos recurrir en ningún momento a financiación externa ni a poner dinero de nuestro bolsillo más allá de la pequeña inversión inicial, unos $50.000, equivalente a lo que costaban nuestros celulares en ese momento”, grafica Bruno. “Pasamos de ser solamente 2 personas en la empresa a tener un equipo de trabajo consolidado, que entre personal propio de la empresa y servicios tercerizados suman más de 100″, dice Bruno.
Los hermanos Moretti comenzaron produciendo unas 17 botellas semanales. “Teníamos un equipo muy chico y para conseguir los insumos recorríamos varias dietéticas del barrio”, recuerda Bruno. En este momento están elaborando entre sus dos productos (Buenos Aires GIN y Caporale Oaked GIN), unas 17000 botellas al mes (según la época del año el consumo varía mucho), y se encuentran poniendo a punto nuevos procesos productivos para multiplicar ese número en el corto plazo.
“En este momento estamos en pleno auge y creciendo a tasas impensadas, nuestros clientes manifiestan que el gintonic es el trago más vendido, con lo cual estamos elaborando unas 10 veces más que en 2019 y tenemos planeado multiplicar la venta por 10 hacia finales del verano”, dice orgullos Bruno
Destilería Moretti fue pionera en crear y desarrollar el gintonic tirado. Son los pioneros en el mundo. “Cuando lo desarrollamos no existían antecedentes de que se haya llevado a cabo en otros lugares del mundo. Inclusive realizamos búsquedas en varios idiomas y descubrimos con emoción que nadie lo había hecho antes. Digamos que mezclar gin con tónica en un barril no debería ser algo que sorprenda, pero la diferencia no estuvo ahí si no en estandarizar una manera de elaboración y comercialización a gran escala, y la imposición de una manera de tener un gintonic que cumple con todo lo que debe tener un buen gintonic: buen gin, buena tónica, proporciones justas y una gasificación ideal, sin riesgo de falla”, agrega Bruno.
Cuando se les pregunta qué bebida es la que toman cuando van a un bar, ambos sueltan un risa. “Sinceramente, si la bebida es buena, nos gusta una gran variedad, aunque gin, whisky, vino y cerveza están en el podio… hasta diría que en ese orden. Cada una en su momento y para acompañar determinados momentos”, dice Franco “Soñamos con el día en que sea normal que la gente vaya a un bar y pida un gin puro… creemos que en ese momento los productores de gin vamos a sentir que nuestra misión está cumplida”, agrega su hermano Franco.
¿Qué tiene que tener el gin para ser un bueno? “Hay varias características a tener en cuenta, aunque la principal es que esté bien trabajado el ingrediente principal que es el enebro. Para empezar se tiene que percibir el aroma y sabor del enebro en su proporción justa. También hay que considerar la complejidad, ya que una bebida compleja (es decir con muchos matices aromáticos) es más estimulante e interesante, también el equilibrio de esa complejidad es fundamental, es decir que no sobresalga un componente aromático por sobre otros (salvo que esté diseñado de esa manera), y como telón de fondo, lo que no puede fallar y es el corazón de toda bebida de alta graduación, es la calidad del alcohol con el que está elaborada”, dice Bruno. “El impacto que genera el alcohol al degustar la bebida condiciona absolutamente la percepción de cualquier otro componente que pueda hacerla interesante, sin mencionar los efectos indeseados al día siguiente como consecuencia de un alcohol de mala calidad”, agrega Franco
¿Algún trago que recomienden con gin o algún ingrediente que agreguen? Ambos se confiesan bastante clásicos para beber gin. “Hablando de coctelería, en tragos fuertes elegimos el dry martini y el negroni, dos clásicos que no fallan, que parecen muy simples pero hay que saber hacerlos bien”, coinciden. “Para bebidas más suaves con gin, el gintonic ocupa el primer lugar, y algo que sugerimos como garnish es una rodaja fina de morrón amarillo con una hojita de menta. Esa combinación suena un poco excéntrica pero queda realmente bien y muy vistoso”, agrega Franco.
Hoy en día Franco y Bruno viven a pleno su emprendimiento y pueden decir que lo hicieron sin dejar su modo de ver el mundo, con ese toque cientificista, tan riguroso pero tan efectivo. ¿Queda lugar para la música? Por supuesto: ambos tienen armada su sala de ensayo, acustizada, con amplificación, y todo lo que hace falta para tocar profesionalmente.
Allí se juntan habitualmente con sus amigos músicos, los mismos con los que alguna vez se pararon delante de aquel barril en un cumpleaños para ver qué nueva idea podía surgir. “Mantenemos viva la pasión”, dicen estos hermanos que por cierto tienen una muy buena relación. “Creo que lo que hace que la empresa funcione como un reloj es que la relación entre nosotros es de absolutamente sinérgica. Confiamos el uno en el otro sin necesidad de tener que ponernos de acuerdo. No siempre estamos de acuerdo, pero como confiamos y respetamos sin dudar el criterio y la capacidad del otro, todo fluye, no hay frenos, no hay paradas... simplemente fluye”, finaliza Bruno.
SEGUIR LEYENDO: