La temporada de invierno aporta al guardarropas prendas que resguardan al cuerpo de las bajas temperaturas. Los tipos de indumentarias que los diseñadores muestran para sus colecciones de otoño-invierno son tejidos, sweaters, ponchos, ruanas, y siempre de la mejor calidad para evitar tener frío.
Ya con la estación del invierno avanzada, pero sin el cese de las temperaturas bajas, tres diseñadores comparten con Infobae tendencias, diseños y colores para lucir y estar a la moda en estos días.
La propuesta para este invierno de Maureene Dinar es “Dreams 2” inspirada en la femineidad y la selección de texturas que abriguen y aporten sensaciones delicadas y cálidas, ya que “nuestras pieles necesitan caricias suaves y tiernas para hacernos sentir confortables en todo momento”.
El color estrella de esta temporada es el blanco, que impregna todo: color, pureza, esperanza. La falta del color que se necesita para alegrar días grises hizo explotar la paleta que creó esta colección de sweaters sin perder el humor y la estética que caracterizan a Maureene. Aunque su pasión es el negro, los colores le divierten. “La eclosión, la energía y la combinación de colores son esenciales”, dice la diseñadora.
Al ser un tono poderoso, el blanco es símbolo de elegancia absoluta, al igual que su opuesto el negro, dos colores en este año de mucha revolución mundial. El blanco acompaña con luz a la nueva mujer. “Hoy somos todos; no hay Oriente ni Occidente sino una silueta nueva donde convergen todas las naciones del mundo”, sostiene Maureene.
Por su parte, María Abdala Zolezzi, diseñadora de moda autodidacta y fundadora de MAYDI, encontró que los viajes también fueron fundamentales al momento de crear cada colección. Revolviendo en viejos baúles durante una visita reciente a su Goya natal, encontró tesoros: sweaters tejidos de su niñez, vestidos, gorros que la decidieron a rendirles homenaje recreándolos con su inconfundible impronta de modernidad clásica y confort, y así nació “El Remanso”, la nueva temporada de invierno que tiene prendas tanto femeninas como masculinas.
La conexión con diferentes objetos, con momentos vividos, la deslumbrante naturaleza y sus colores, los animales y la profusión de materiales con su diversidad de texturas la llevaron a crear piezas como cardigans, vestidos, chalecos y sweaters abrigados con torzadas y volumen que sobresalen y caracterizan todas las piezas de esta colección.
También abundan tramas con punto aran o punto ocho recordando y anhelando viejos tiempos de la adolescencia y la niñez. El crop sweater, presente en cada colección, tiene nueva versión con mangas bouffantes o los chales y ruanas tejidos en telares manuales de diferentes patrones y texturas que cubren en forma de manteau.
La propuesta masculina es una serie de chalecos estilo vest de collège y el infaltable cardigan oversize que también puede ser unisex. El turtleneck es la vedette en punto torsada y textura uniforme. Los chalecos en todas sus variantes: V oversize con trenzas en punto ocho, también el chunky crop vest al crop vest style en damero de punto. Para ellos también accesorios esenciales para completar los equipos: mitones, polainas, manguitas, la boina tejida con la técnica de crochet amígurumi y el clásico pasamontañas cubriendo la cara casi totalmente.
El color ecru (crudo), predomina en toda la colección porque su pureza resalta el trabajo de cada pieza hecha con dedicación y amor por las manos de artesanas y artesanos tan fieles. Los momentos de descanso en el Remanso, la luna llena, los cielos oscuros repletos de estrellas brillantes y titilantes dieron paso a piezas en color azul de noche profunda y los tonos camel y marrones rojizos 100% naturales, vibran en las fibras de llama de la Puna argentina.
Por su parte, Maia Laprida, es una joven diseñadora que cursa el último año de la carrera de Diseño de Indumentaria en la FADU, Universidad de Buenos Aires y presentó su colección de invierno a mediados de julio.
Maia trabaja sus piezas en forma escultórica, directamente sobre el maniquí, sin moldería convencional, uniendo y moldeando cada una de sus partes, y, dejándose llevar, intuitivamente, a medida que va descubriendo la forma desde el cuerpo. Una vez que alcanza la forma deseada, comienza un proceso artesanal, en el que desarma la pieza, y utiliza cada una de sus partes como moldería, para poder cortar y armar otras similares a la forma creada. Cada pieza es única o muy limitada. Dedica mucho tiempo a este proceso, de manera que genere el menor residuo posible.
Trabaja con telas pesadas, de fibras 100% naturales, como el lino, el algodón, la lana y el ramio, que suelen usarse para tapicería. El peso de estos textiles, le proporcionan el soporte necesario para construir sus piezas, y crear, a partir de volúmenes geométricos.
“Para comenzar a pensar una colección, elijo un textil predominante, el cual va a sostener esta colección. Y para definir la paleta, empiezo por los tintes que me atraen en este textil, y luego, por la combinación de colores que pueda imaginar en mis conjuntos. A partir de esto, empiezo a elegir los géneros que me gusten para cada piel, todos de fibras 100% naturales, utilizando los mismos colores pero en distintas tonalidades”, comentó Maia a Infobae.
Y agregó sobre sus prendas: “Cuando empiezo el proceso para crear una pieza, no tengo una idea clara de lo que voy a hacer, me acerco al maniquí con alguna tela y me pongo a armar, intuitivamente. A lo sumo, antes de empezar, pienso si lo que voy a hacer es una primera, segunda o tercera piel, como son los abrigos”.
Confiesa que no podría decir cuánto tiempo le lleva trabajar cada pieza, porque a medida que va armando la prenda, a veces sale enseguida, y otras le lleva tiempo. “Una vez que están cortadas, el armado de cada pieza, es bastante rápido; pero el corte y el armado de cada una, me lleva mucho tiempo”, finaliza la diseñadora.
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