“Cuando me confirmaron el diagnóstico del cáncer, le dijimos a mi hijo de 3 años que me habían encontraron algo en la garganta y que iba a tomar una medicina. Que podía ser que me sienta mal y se me caiga el pelo. ‘Papi, agarro una tijera y te lo saco’, contestó”. Con esta fuerte anécdota, Iván Petrella, teólogo y político que fue ex secretario de Cultura de la Nación, comentó en Twitter su padecer años atrás
“Empecé con una angina y después con muy mal aliento, pero no del que se tiene como cuando se come ajo o cebolla, sino como algo más profundo. Por eso fui a un gastroenterólogo, y luego a un otorrinolaringólogo que me dijo que, en principio, tenía una infección, que tome un antibiótico y me indicó una tomografía. Me tomó una muestra que mandó a analizar y, aunque los resultados no estaban, me dijo: ‘Creo que tenés un linfoma’”, recordó Iván Petrella, quien aclara que de no haber sido por la pandemia del coronavirus, habría estado viviendo en Estados Unidos como investigador en la Universidad de Harvard: “Si hubiera estado viviendo allí, el diagnóstico lo hubiera tenido más tarde, por el tipo de seguro de salud que tenía”.
El resultado tardó 25 días y se confirmó que era linfoma no Hodgkin de células B grandes y así Iván comenzó cada 21 días un tratamiento con quimioterapia para estos casos específicos que se llama R-CHOP.
“Trato de vivir la vida reflexionando sobre lo que hago, por qué lo hago y si vale la pena hacerlo. Lo que hizo la enfermedad es volver la reflexión más urgente, menos teórica. No es tan fácil hacerlo como enseñan los filósofos. En el choque con la propia mortalidad se vuelve más urgente. ¿Qué he hecho con mi vida si esto termina? ¿Cómo quiero vivir a partir de ahora? ¿Qué quiero que quede? El tiempo que tenemos es poco y hay que poner las fichas donde vale la pena. Con la gente querida y en el trabajo por los demás. Y todo lo demás pasa a ser secundario”, concluyó Petrella.
Las definiciones del ex funcionario de Cultura quedaron plasmadas en un hilo de su Twitter que simbolizan el importante testimonio que brindó en ”Desmitificar el cáncer”, un libro de la periodista Daniela Hacker, que en palabras del propio Petrella, resulta “un ayuda muy útil para quienes, Dios quiera que no, les toca enfrentar el cáncer, o tienen gente cercana enferma.
“Releyendo lo que le conté a Hacker, veo que me enfoqué en ‘controlar lo que se puede controlar’. Mentalmente divi testimonio que brindó en “Desmitificar el cáncer, un libro de la periodista Daniela Hacker,imio (tenía miedo a reacción alérgica que impidiera el tratamiento), llegar bien a las quimios siguientes para no postergar el tratamiento, confirmar que el tratamiento funciona (en mi caso eso fue fácil porque el tumor me tapada media garganta, al abrir la boca veía si se iba achicando), y esperar que el PET post tratamiento diera bien. Controlar lo que se puede controlar era no saltar etapas, ir paso a paso”, agregó Petrella en el hilo de la red social en el que destacó que este libro digital es de acceso gratuito y conforma una gran ayuda para todas las personas que atraviesan la enfermedad y sus seres queridos.
Son varios los testimonios que aparecen en este trabajo, como el del actor Federico Bal. También incluye las historias de personas famosas como el doctor Alberto Cormillot, la conductora Carmela Bárbaro, la periodista Marisa Andino, la actriz Dalia Gutman y la periodista Patricia Kolesnicov, entre otras historias que dan un sentido completo de la visión del cáncer como enfermedad que atraviesa a una persona y su entorno más cercano.
“Quise plasmar el recorrido por los obstáculos y mitos que atraviesa la gente que padece esta enfermedad que tiene tanta incidencia en la población, tratando de desmitificar la idea de que un diagnóstico es igual a muerte. Hoy la gente se cura o convive largo tiempo con la enfermedad”, dijo Hacker a Infobae. Y agregó que buscó ahondar en la enfermedad “sin falsas esperanzas ni curas milagrosas. Sin recetas mágicas ni frases de autoayuda. La ciencia avanza y a cada paso hay una nueva posibilidad para la generación de nuevos y mejores tratamientos: innovación tecnológica, nuevas formas de tratar a los pacientes, más acceso a la salud, más participación de los pacientes en la decisión de sus tratamientos, más contención psicológica, más inversión, mejor formación médica y simuladores para llegar más preparados a las cirugías, entre otros avances”.
El nutricionista Alberto Cormillot, columnista de Infobae y referente absoluto en materia de alimentación contó: “En el 2012, me hice un estudio pulmonar con una resonancia magnética con contraste en todo el cuerpo y me encontraron que tenía en el hígado un hepatocarcinoma. El diagnóstico decía ‘pronóstico maligno incierto’, que era algo que no me cerraba. Mandé la biopsia a un especialista en Houston, EE.UU., y me informaron que era un tumor muy raro —con 15 o 20 casos en el mundo— con ramificaciones malignas. Me operaron a los pocos días y me sacaron el lóbulo izquierdo del hígado. Una vez operado, fui a ver un especialista que me dijo que tenía que hacer quimioterapia, y luego fui a ver a otro médico que me explicó mis posibilidades en cada caso. Así fue que decidimos que no era conveniente”, cuenta el médico en el libro.
Pero la historia con la enfermedad no terminó ahí. “Al año siguiente, empecé a tener malestares. Cuando lo compartí con mi gente cercana me dijeron que estaba cansado porque trabajaba mucho o que era consecuencia de levantarme a las 4 de la mañana. Otros especularon que era una consecuencia de hacer demasiada actividad física (baile, acrobacia, etc.). Pero intuía que había algo más porque siempre trabajé mucho y nunca había tenido esos síntomas. Sospeché que tenía algo malo. “Me hice nuevamente los estudios y el resultado fue que tenía otra vez cáncer. En la colonoscopía, encontraron un tumor con más de 14 meses de evolución: un carcinoma. Yo me había realizado una colonoscopía unos meses atrás, pero me fue informada (por error) como normal”, agregó Cormillot, que vivió la experiencia de un diagnóstico equivocado o, como se conoce, “un falso negativo”, aseguró “no me enojé con el médico porque sé que son situaciones que pueden ocurrir en la medicina”.
El actor Fede Bal, también dio su testimonio: “En lugar de preguntarme por qué a mí, pensé para qué a mí. A partir de la enfermedad cambiaron las prioridades de mi vida, de trabajo, mis objetivos. Y aprendí a no ‘creérmela’. Antes, estaba muy atento a lo que decían de mí, a lo que aparecía en las redes sociales. Hoy, puedo desconectarme más y pensar que la vida no va por ahí. Que los dramas de la vida, si no los solucionás a tiempo, se convierten en una enfermedad. Elijo creer que tengo un gen de mierda que está en mi familia y que se activa cuando se activa. ¿Por qué se activa? Alimentos, disgustos, drama, malos momentos. Yo, con 30 años, viví bastantes cosas en mi vida y tuve que replantearme mucho”, expresó Bal.
“Por eso no creo que el cáncer venga porque sí. Tuve juicios y problemas uno detrás de otro. También sufrí acusaciones muy fuertes. Por eso creo que ahí es cuando se generó el cáncer. Hay muchas cosas que uno no puede hablar o digerir de la vida. Me pasaron cosas que no pude aceptar y entonces tuve que empezar a trabajar, a abrir mi cabeza y a entender que se puede vivir de otra manera. Ahora pienso que tiene que haber otra forma de transitar la vida. Antes no podía disfrutar el momento y solo pensaba en lo que venía. Ahora voy a empezar a cambiar. No creo que el cáncer sea al azar, que llegue porque sí, sino que pienso que se activa por algún motivo”, agregó.
Además de los personas famosas el libro aborda la mirada de personas más desconocidas por la gente, como Peter Czanyo, de la Fundación Pacientes de Cáncer de Pulmón, Fernando Piotrowski, de la Asociación ALMA, Lía del Prado, de Remeras Rosas La Plata, Haydée González, de la Asociación Civil Linfomas Argentina, Marta Artigas, de la Fundación ACIAPO y otras más.
Los testimonios recopilados dan cuenta de como el cáncer también genera transformaciones. “Muchos pacientes o ex pacientes afirman que atravesarlo les cambió sus prioridades y sus objetivos. Les dejó enseñanzas y los hizo replantearse sus vínculos y sus metas. Otros, en cambio, cuentan que una vez que superaron la enfermedad siguieron con sus vidas como antes. Todos conocemos historias de enfermos con cáncer que terminaron mal y el recuerdo de esos seres queridos quedará en nosotros como una ausencia eterna”, concluyó Hacker.
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