Cómo eran los enigmáticos “argentinos” que habrían vivido hace 40.000 años, según el antropólogo que halló sus rastros

El investigador del CONICET, Carlos Aschero, encontró en la Puna catamarqueña la evidencia de presencia humana más antigua en la Argentina, lo que cambia la perspectiva sobre el poblamiento originario de América. El misterio del origen y eventual extinción de esos pobladores

El descubrimiento fue realizado en el sitio Cacao 1.A., un alero en Antofagasta de la Sierra, a 500 km de la Ciudad de Catamarca y a 3.780 metros de altura

La mayoría de los antropólogos considera que los primeros seres humanos en América ingresaron hace 14.000-17.000 años, cuando se produjo un pasaje desde Asia a través del Estrecho de Bering. Sin embargo, Carlos Aschero, un antropólogo especialista en Prehistoria y Arqueología andina y patagónica del Instituto de Altos Estudios Sociales, que depende del CONICET y la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), está convencido de haber encontrado rastros de una población en el actual territorio argentino, en la Puna catamarqueña, que tendría alrededor de 40.000 años de antigüedad, un hallazgo excepcional que presentó en un congreso en 2018 y que todavía enfrenta el escepticismo de numerosos colegas. “Es natural: no se cambian los paradigmas de un día para otro”, dice Aschero a Infobae.

El descubrimiento fue realizado en el sitio Cacao 1.A., un alero (concavidad cuya profundidad es menor al tamaño de la boca o entrada) en Antofagasta de la Sierra, a 500 km de la Ciudad de Catamarca y a 3.780 metros de altura, una zona seca y desértica pero que “hace 40.000 años tenía espejos de agua más grandes y más vegetación”, sostiene Aschero. El investigador y su equipo encontraron en el lugar artefactos de piedra, mechones y pelos humanos sueltos y dos costillas intactas de Scelidotherium (perezoso gigante extinto), que podría haber sido manipulada por los pobladores, y en los próximos meses van a profundizar los estudios con colegas de Francia.

En una entrevista con este medio, Aschero interpreta los hallazgos; anticipa la búsqueda de fogones y los estudios de ADN que podrían ayudar a disipar todas las dudas; aventura aspectos de la cultura de esos primeros “argentinos”; y enuncia el misterio que rodea tanto el origen como su eventual extinción.

Carlos Aschero, un antropólogo especialista en Prehistoria y Arqueología andina y patagónica del Instituto de Altos Estudios Sociales, que depende del CONICET y la Universidad Nacional de Tucumán (UNT)

-¿Cuándo empezó sus investigaciones en la zona?

-Fui muchas veces desde 1983. En 2013 volví a Cacao con colegas a buscar el contexto de un nivel arqueológico datado en 3.300 años antes del presente. Hacia el fondo del alero ya habíamos datado una feca (bosta) de megaterio de 12.500 años. Pero debajo de otras fecas disgregadas de fauna extinta, en una capa inferior, me topé con dos costillas muy bien conservadas de Scelidotherium y cinco artefactos líticos alrededor, todos puestos en una posición horizontal. Suponía que podían tener una antigüedad similar y mandé a datar algunos fragmentos a Estados Unidos. Cuando nos informaron que la costilla tenía 39.000 años y la feca disgregada, 37.000, fue una sorpresa enorme, la mayor de mi vida. Eso batía todos los récords. Así que entre 2014 y noviembre de 2019 volvimos al sitio para seguir haciendo excavaciones, y encontramos más artefactos y restos de fauna. Solo nos frenó la pandemia, pero planeamos regresar en noviembre.

-¿Ya había registros de otras poblaciones antiguas en ese sitio? ¿Qué lo hace tan especial?

-Se conocen ocupaciones de hace 10.000, 8.000, 3.900 y 3.000 años, así como otras del siglo XI. Es curioso porque es un alero de 20 metros cuadrados cubierto de grabados y pinturas rupestres y tiene todos los estilos superpuestos de Antofagasta de la Sierra, como si la gente hubiera sabido que era un sitio muy antiguo y con una “carga” particular. Por otro lado, está relativamente alto y tiene un dominio total de la confluencia de las dos vegas, la de Cacao y la Curuto, así que el avistamiento de los animales era perfecto.

-¿Cuál sería el lugar natural para realizar las próximas excavaciones?

-Fuera del reparo del alero, donde no haya restos vegetales. La expectativa sería encontrar fogones de esa antigüedad, lo que daría un asidero muy fuerte a ese poblamiento temprano. Posiblemente alrededor de los fogones también se puedan encontrar restos de comida, como huesos cortados o marcados.

Fotos de las costillas de Scelidotherium con marcas (datadas en ca.39.000 años AP) AP: antes del presente.

-¿Las costillas que encontró no habrían sido restos de comida?

-No hay ninguna indicación, porque debería haber quedado la marca de los dientes. No parece haber sido un lugar de comida, sí uno donde partían hueso, hay muchas astillas de hueso de megafauna. Lo curioso es que el estado de conservación es muy distinto al de esas dos costillas. Y yo creo que es porque esas costillas han sido manoseadas por el hombre, lo que les dejó una especie de cobertura grasa que las preservó del paso del tiempo.

-Si no eran para comer, ¿cuál podría haber sido su finalidad? ¿Ritual?

-Existen unas marcas paralelas perpendiculares en los bordes de la costilla que me llaman mucho la atención y que me hacen acordar a algunas marcas que aparecen en huesos del Musteriense (paleolítico medio europeo), como si fueran elementos calendáricos o algo así. De hecho, uno de los artefactos hallados en Cacao está trabajado en las dos caras y tiene un extremo totalmente redondeado, pulido, que podría haber servido para hacer las incisiones. Pero tengo la visión en contra de nuestra tafónoma [especialista en los procesos que afectan la materia orgánica después de la muerte], que cree que no son marcas intencionales. También me han dicho que podría ser una enfermedad del animal. O que las hizo un roedor, pero es raro porque tiene un ritmo de marcado muy parejo. En fin, es un enigma. Estoy en cero con eso.

-¿Los cazaban? ¿Qué otras cosas comían?

-En Cacao encontramos fecas de tres animales extintos: megaterios y milodones [“parientes” de los perezosos] y caballos fósiles. Lo que pensamos es que no cazaban megaterios o milodones, que podían pesar más de 600 kilos, sino que faenaban animales recientemente muertos. Pero los caballos andaban en tropillas y pueden haber sido un alimento muy importante para esta gente. También había camélidos extintos [antepasados de guanacos y vicuñas]. Esa zona de la puna tiene muchos cañadones que pueden haber servido como mangas de caza: la gente podía arriar a las presas hacia esos lugares, para esperarlos y encerrarlos. Seguramente, también se alimentaban de especies tuberosas. Eran poblaciones nómades que conocían muy bien los recursos y materias primas del área. Hay una lasca de obsidiana muy usada entre los artefactos ¡que viene de una cantera ubicada a 60 kilómetros!

Foto del Mechón de cabello humano datado (originalmente cortado). Con tres dataciones ca.40.500 a 38.000 AP no cal

-¿De qué tipo de paisaje hablamos?

-Quizás no tan desértico como el actual. Debe haber habido lagunas muchísimo más grandes y parches más amplios y abundantes de vegetación para mantener una fauna de ese porte.

-Mencionó los artefactos líticos o de piedra. ¿Para qué los usarían?

-Por lo general, para desbastar y para cortar, posiblemente para trabajar sobre madera o para raspar el hueso o la grasa. También hallamos piezas de piedra pulida con orificios y estriados que interpretamos como pendientes ornamentales.

-¿Pendientes? ¿No habla eso de una cultura extremadamente avanzada?

-No podemos pensar en trogloditas. Los neandertales de Europa, antes de 40.000 años, también tenían elementos de adorno, juntaban piedras raras que coleccionaban, pintaban de ocre las tumbas y hasta quizás hicieron las magníficas pinturas y grabados en la cueva de Chauvet, en el suroeste de Francia. Lo que sería la “cultura” de esa gente sería infinitamente más compleja de lo que pensamos, con rituales y simbolismos. El gusto por lo estético yo creo que está en todas las culturas.

Foto del alero Cacao

-¿Descarta por completo que los artefactos fueran “ecofactos”, o sea, elementos naturales no modificados por los humanos?

-En la producción lítica hay una secuencia de producción: se busca un filón de roca; se saca una roca que tenga una fractura concoidal que sirva para hacer un artefacto; se sacan lascas de determinado tamaño; y después se retoca o trabaja sus bordes con un hueso redondeado. Es todo un proceso. Todos esos artefactos que encontramos están hechos sobre lascas, o sea, tienen toda la secuencia de producción. Es virtualmente imposible que sean “ecofactos”, porque habría que pensar que cayó una roca del techo, partió un núcleo, cavó una lasca de determinado tamaño y después cayeron otras rocas que hicieron todo el retoque. Es una locura.

-También encontró cabellos. ¿Cómo sabe que son humanos?

-En la matriz donde estaban apoyados los artefactos, apareció un mechón, cortado transversalmente, con tres dataciones que van de 40.500 a 38.000 años antes del presente. Estamos seguros de que es cabello humano. Un experto forense de la Policía Federal lo analizó y concluyó: “O es de humano o es de primate”. Y primates (no humanos) no había en la Puna durante el pleistoceno. Por otro lado, al tamizar el material con una malla muy fina, aparecieron pelos sueltos, con bulbo, lo que es muy importante porque permitiría hacer estudios de ADN. Así que si la datación muestra que tienen la antigüedad que presumimos, podríamos intentar pasar a estudios genéticos.

-¿Por qué aparecen rastros de poblaciones hace 40.000 y después recién hace 10.000 años? ¿Qué pasó en el medio?

-Hay dos hipótesis básicas: una es que se extinguieron, por razones que ignoramos, y que decenas de miles de años después volvió la población, hace 12.000, 13.000 o 15.000 años. Otra es que haya habido continuidad en el tiempo… pero el problema es que hay que encontrar esas ocupaciones antiguas. En agenda tengo para excavar dos aleros y una cueva en los que hallamos restos de fecas y pelos de animales extintos. Tengo esperanzas de encontrar la presencia de esa gente ahí.

Fotos de microscopía electrónica del cabello humano y del corte transversal

-¿No es raro que solo haya rastros de poblaciones tan antiguas en muy pocos sitios del continente?

En realidad, están apareciendo un montón de sitios. En México, de 27,000 años; en el sur de Chile, de 17.000 y 25,000 años; en Pedra Furada, Brasil, de 40.000 años en el fondo, y con una continuidad segura de la población en el tiempo. Lo que implica que ya tenemos que pensar seriamente en cambiar el paradigma dominante que se manejaba hasta ahora del poblamiento de América. Hay claros estudios geológicos que dicen que Bering pudo haber estado abierto hace 50.000 años, o sea, podía haber un manto de hielo por donde se podía pasar caminando. Así que población del sudoeste asiático puede haber pasado a América entonces. En un lapso de 8.000-10.000 años en que estuvo abierto el corredor, pudo haber pasado bastante gente en una primera oleada para que se pudiera reproducir en el continente americano e ir poblando lentamente los distintos parches. ¡América era como un jardín del edén por los recursos!

-Pero vuelvo a la pregunta…. ¿por qué quedaron tan pocas huellas de esa presencia temprana?

-Yo creo que están enterrados bajo tierra en muchos metros de sedimentación. Quizás no fueron más de unas pocas decenas de miles de personas, poblaciones dispersas y pequeñas, que fueron avanzando al sur, al este, al oeste, ocupando nichos adecuados para la vida. Y hay otro problema. Las poblaciones tipo Neanderthal, ¿tenían navegación o no? Ese es otro problema, porque podrían haber pasado por la costa embarcados, de modo que la rapidez del poblamiento puede haber sido mucho mayor, sobre todo por la costa del Pacífico.

-¿El análisis genético de los cabellos podría orientar sobre el origen?

-Lógico. Hay dos poblaciones tempranas determinadas antes de los 40.000 años: los neandertales, más por el lado de Europa; y los denisovanos, más hacia el centro asiático. Podrían ser unos u otros. Pero, obviamente, los rastros genéticos de una población Neanderthal se podrían haber rastreado en los Homo sapiens posteriores a 10.000 años y, aparentemente no hay referencia a ellos. Así que la posibilidad de una extinción es una posibilidad, no hay ninguna duda.

SEGUIR LEYENDO: