El sexo es, en gran parte, una actividad corporal. Para realizarla se ponen en juego determinados músculos que llevan adelante un papel fundamental en nuestro compromiso con el placer y con nuestra salud, tanto en hombres como en mujeres.
La base de esa actividad es el suelo pélvico y el desconocimiento y persistente silencio que gira alrededor del término es como mínimo llamativo y a mi modo de ver, un total escándalo. Se trata de un conjunto de músculos, ligamentos, tendones, tejido conjuntivo, vasos y nervios que se encuentra en la parte inferior del tronco. El suelo pélvico cierra la cavidad abdominal en su parte inferior y su función principal es sostener los órganos pélvicos: la vejiga, la uretra, el útero, la vagina y el recto.
De él depende el control de esfínteres, tanto de la micción como de la defecación. También desempeña un papel fundamental en el sistema reproductivo, salvaguardando la salida del bebé y colaborando para que llegado el momento, la cabeza rote y se genere la contracción refleja en el útero que provoque el deseo de pujar.
En lo que respecta a la función sexual, mantener los músculos perineales tonificados eleva exponencialmente la calidad de las relaciones sexuales. Sin embargo, cualquier problemática que afecte la zona va impactar de manera negativa en el deseo, porque la sensación de incomodidad va ir en detrimento del placer. Es decir que, por ejemplo, si no controlamos esfínteres, difícilmente nos vamos a poder relajar en el momento erótico.
Entre las ventajas asociadas al cuidado del suelo pélvico se encuentra la posibilidad de incrementar la lubricación y la energía sexual. Ejercitar y fortalecer la zona colaboran para que el flujo sanguíneo circule de manera más rápida y efectiva. Es por lo tanto un facilitador para la transmisión de la energía sexual.
Es importante incluir estos músculos en nuestro esquema corporal, es decir, además de ejercitarlos, sumarlos a la imagen mental que tenemos de nuestro propio cuerpo. Así podemos conectar con aquello que ponemos en juego a la hora del sexo. Al igual que el deportista necesita saber y conocer qué músculos utiliza para lograr su meta, debemos conocer qué músculos involucramos en la actividad sexual.
La activación del suelo pélvico mejora las sensaciones genitales, es decir, promueven un aumento de la sensibilidad. Va más allá del género, porque fomenta la lubricación vaginal natural en las personas con vulva y la erección en las personas con pene. Además los ejercicios de Kegel, son indicados para el control eyaculatorio. Activar el suelo pélvico también durante la actividad sexual, ayuda a desencadenar el orgasmo.
Existen profesionales que se dedican específicamente al trabajo del suelo pélvico: los kinesiólogos de suelo pélvico, también llamados fisioterapeutas. Nos pueden ayudar ya sea por problemáticas de incontinencia, prolapsos, recuperación postparto (tanto por cesárea como por parto vaginal), dolor en las relaciones sexuales y/o vaginismo, entre otras.
En caso de padecer alguna de estas problemáticas, se debe realizar una evaluación de suelo pélvico adecuada, ya que los problemas pueden estar relacionados a una musculatura débil o a un exceso de rigidez. Entonces, no siempre lo que vamos a necesitar será fortalecer, sino que muchas veces el trabajo consistirá en identificar y aprender a relajar los músculos, sobre todo en problemáticas referidas al dolor y al vaginismo.
A continuación, vamos a referirnos a los ejercicios Kegel, pero es importante mencionar que no siempre es recomendable realizarlos. En caso de dolor o dificultades en la penetración, por ejemplo, la indicación es evitarlos y hacer la consulta correspondiente.
Los ejercicios Kegel consisten en realizar pequeñas contracciones del músculo pubococcigeo, que va desde el pubis hasta el coxis, y luego relajar. Contraer y relajar. Habrán escuchado alguna vez que se relaciona con la acción de interrumpir la orina repetidamente, pero ojo, los ejercicios de Kegel NO consisten en eso; ese ejercicio es solo una forma de comenzar a identificar los músculos. Si los hacemos mientras orinamos resulta contraproducente.
Estas contracciones sí se pueden realizar en cualquier otro momento del día y en el caso de los hombres no es necesario alcanzar el estado de erección. Lo que se podrá observar al contraer es el movimiento del pene. También si colocamos dos dedos en el canal vaginal podemos sentir la contracción. Es como si quisiéramos levantar la vagina. Y siempre vamos a relajar luego. También podemos sentir cómo se contraen la uretra y el ano.
Lo que vamos a buscar es tener la tensión justa, es decir, un estado de “eutonía” : eu, que significa “bueno” o “armonioso”, y tonus, que expresa “tensión” y se refiere al tono muscular, el grado de tensión o elasticidad de nuestras fibras musculares.
Algunos hábitos saludables que podemos incorporar para cuidar el suelo pélvico son:
-Mantenerlo en movimiento.
-Sostener una postura recta desde la base de la columna, hasta la coronilla.
-Realizar una rutina de ejercicios que fortalezca el core y los glúteos.
-Relajarnos al orinar, sin interrumpir el chorro, ni forzar la micción. Lo mismo al defecar.
-Evitar la ropa interior ajustada y los protectores diarios.
-Trabajar la zona con especialista durante el postparto.
El suelo pélvico es una zona poderosa y preciada de nuestra fisonomía. Empecemos a nombrarla, hacernos cargo de su existencia y honrarla. Demandará un poco de nuestra atención y tiempo y nos recompensará con muchas satisfacciones.
*Cecilia Ce es psicóloga, sexóloga y autora de los libros Sexo ATR y Carnaval toda la vida (editorial Planeta). En Instagram: @lic.ceciliace
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