Morgan Pett era un joven médico militar que un día decidió comprar unas donas cuando se dirigía a reportarse en la base. Durante toda esa jornada, mientras ayudaba a los heridos les entregaba una dona a cada uno. Esta práctica comenzó a popularizarse y se extendió mucho más de lo que hubiera imaginado.
Corría el año 1917, los Estados Unidos eran parte de la Primera Guerra Mundial y hasta Francia se dirigió una misión del Ejército de Salvación para investigar respecto de las necesidades de los soldados. Entre las conclusiones a las que se arribó se detalló que sería importante para quienes allí se encontraban el contar con las luego denominadas “cabañas”, centros sociales y de asistencia donde pudieran tener algún alimento caliente, suministros de escritura para poder comunicarse con sus seres queridos e incluso un servicio de restauración de la ropa.
Luego de estudiar el tema se llegó a la conclusión de que serían necesarias seis personas por cabaña, dos hombres y cuatro mujeres, que en principio fueron trasladados a los centros de entrenamiento que el Ejército tenía en los Estados Unidos. Tras ello, fueron finalmente 250 los voluntarios que desde el Ejército de Salvación fueron enviados a Francia.
Sin embargo, luego de establecerse y a medida que disminuían los suministros, era difícil reponerlos para lograr las comidas, así fue que las muchachas reflexionaron sobre lo que se podría proporcionar a los soldados con los ingredientes que tenían a mano. Algunos sugirieron panqueques, pero sin manteca ni almíbar, difícil llegar a un panqueque. Por ello comenzaron a servir buñuelos, hasta que las voluntarias Margaret Sheldon y Helen Purviance tuvieron la idea de proporcionar donas usando las latas de café como cortante, que fueron un éxito instantáneo.
Es más, en el diario de Margaret, en uno de los pasajes donde se refiere a una de esas ajetreadas jornadas, de un día en particular recuerda que “hice 22 tortas, 300 donas y 700 tazas de café”. Pero finalmente llegó un molde de donas real de los Estados Unidos y ahora, totalmente equipados para el trabajo, freían de 2.500 a 9.000 donas al día.
No pasó mucho tiempo para que las mujeres que allí se encontraban fueran conocidas como las “donuts girls”, entre las que se encontraba también Stella May Young, y a medida que se difundía la leyenda de estas chicas, las historias sobre su dedicado servicio llegaron a los Estados Unidos junto con fotos de las chicas en acción. Una de esas fotos mostraba a Stella con su rostro fresco alzando una montaña de donas, que hicieron de ella “LA” Donut Girl a los ojos de todo el público. Incluso, en 1919, cuando el compositor Robert Bertrand Brown y el letrista Elmore Leffingwell escribieron la canción “My Donut Girl”, fue la imagen de Young la que apareció en la portada de la partitura. Ya para la Segunda Guerra Mundial, los voluntarios de la Cruz Roja fueron los encargados de distribuir las donas.
En 1938, el Ejército de Salvación de Chicago decidió celebrar el Día Nacional de la Dona con el objetivo de ayudar a los más necesitados de la Gran Depresión, además de honrar a las mujeres que durante la Primera Guerra Mundial sirvieron esos dulces a los soldados. Incluso, esa celebración se extendió y todavía es un evento para recaudar fondos para el Ejército de Salvación, además de ser varios los comercios y empresas que se ponen a disposición de la institución para entregar el total de lo recaudado, cada primer viernes de junio de todos los años.
Pero la historia de las donas viene de mucho antes, y a muchos kilómetros de los Estados Unidos. Los oliebollen (bolas de aceite) son uno de los dulces típicos de las épocas de fiestas en Holanda que para el siglo XVI los emigrantes llevaron a lo que luego sería Nueva York. Con el paso del tiempo perdieron su nombre original en el nuevo país donde eran populares y pasaron a llamarse “doughnut” (nuez de pasta) haciendo referencia al formato similar de ese fruto seco.
Todavía faltaba un detalles más que importante para que este clásico de la gastronomía norteamericana llegue a su formato como aún lo conocemos. En 1847, Elizabeth Gregory le entregó los dulces aún sin cocinar a su hijo Hanson Gregory, capitán de un barco mercante, para que los llevara al largo viaje que emprenderían.
“Se solían freír los bordes, pero el interior seguís siendo una masa cruda”, relató el propio Hanson en una entrevista con el Washington Post en 1916. “Por ello comenzamos a doblarlos por la mitad y luego retorcerlos, los denominábamos ‘tornados’, funcionaban, pero solían absorber toda la grasa justo donde se doblaban, y sinceramente eran muy duros para la digestión”.
Ahí fue cuando se preguntó si un espacio en el centro resolvería el problema, por lo que intentó enrollar una tira y unir los extremos, pero de nada sirvió, ya que el problema de los ‘tornados’ persistía. Entonces llegó el momento clave, “quité la tapa del pimentero de hojalata del barco y corté en el medio de esa rosquilla el primer agujero visto por ojos mortales”. Y respecto de su invención, fue categórico, “esas donas fueron las mejores que probé en mi vida. No más indigestión, no más plomadas grasosas, sino donas bien cocidas y fritas”.
Para prepararlas en el hogar, José Palacios, jefe de cocina de Donut Garage (@donutgarage.ar), presenta el paso a paso de las donuts bañadas en chocolate con granas de colores
Ingredientes (para 12 unidades)
Harina, 500 gr
Levadura seca, 3 gr
Leche, 200 ml
Manteca, 55 gr
Sal, 3 gr
Azúcar, 90 gr
Huevos, 3
Procedimiento
Colocar la harina y la levadura en un bowl. Incorporar los huevos, la leche, el azúcar y la sal. Amasar hasta unir bien todos los ingredientes. Una vez unidos, incorporar la manteca y seguir amasando hasta dejar una masa lisa. Dejar fermentar en un bowl tapado por 1 hora o hasta que duplique su volumen.
Luego, estirar la masa con altura de 1 cm y aplicar el cortante de donas sobre la masa. Dejar reposar las donas sobre cuadrados de papel manteca para evitar manipularlas luego de fermentadas. Colocar la dona junto con el papel en la freidora y retirar el papel. Cocinar 1 minuto por cada lado y retirar}
Por otro lado, derretir el chocolate a baño maría. Y cubrir las donas con el chocolate y tirarle las granas de colores por encima.
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