Un café a media tarde, un desayuno o brunch al aire libre, una bicicleteada o una cerveza cuando cae el sol; todas son buenas opciones pensadas para compartir un rato con amigos. Las calles de Buenos Aires invitan a disfrutar de estos agradables encuentros y por eso ofrece cada día opciones variadas para todos los gustos.
Los puntos de encuentro entre amigos fueron modificándose con el paso de los años. Si bien los tradicionales barrios como Palermo, con sus concurridas plazas Armenia y Serrano; Recoleta y sus ferias; Puerto Madero y las caminatas a la vera del río continúan como centros neurálgicos de reuniones de amigos o familiares, en la actualidad el límite del plano de la ciudad se fue modificando y algunas zonas hoy se convirtieron en circuitos y polos gastronómicos de los más destacados.
Barrios como Villa Crespo, Chacarita, Saavedra, Nuñez o Almagro con su exponencial crecimiento muestran su costado pintoresco e invitan a pasar agradables momentos de recreación y buena comida.
Villa Crespo: lo nuevo del polo gastronómico
En el centro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, delimitado por las vías del Ferrocarril General San Martín y las avenidas Dorrego, Warnes, San Martín, Gaona, Ángel Gallardo, Estado de Israel y Córdoba se encuentra el colorido barrio de Villa Crespo. Reconocido por sus míticos bares en los que la pasión por el tango se apodera de sus veredas para deleite de aquellos que se sientan a tomar un café en vaso de vidrio, como salido de una postal de los 70.
Este barrio cuenta con una vida cultural muy rica e intensa, llena de teatros independientes, centros culturales y diferentes espacios de mucha relevancia dentro del movimiento artístico independiente de Buenos Aires.
Sobre la calle Thames se ubica un nuevo mercado gastronómico, con una construcción de estética industrial -lo último en decoración-, dividido en tres plantas con diferentes tipos de locales de comidas para todos los gustos y con el servicio de consumir allí o sumarse a la nueva movida del take away.
Este mercado se encuentra rodeado de otros bares repletos de jóvenes deseosos de saborear las diferentes opciones de cerveza tirada. Hoy, sus calles y avenidas pintadas en su mayoría de azul y amarillo en honor al club de fútbol Atlanta, proponen una salida diferente con la combinación de lo moderno y la nostalgia del pasado, de las casas bajas y el tango de fondo. Este barrio, cerca de 1880, se asomaba tímidamente sin pensar que el paso del tiempo lo convertiría en uno de los más concurridos de la ciudad de Buenos Aires.
La mayoría de los nuevos locales son pet friendly, entonces, parejas, amigos y familias aprovechan para tomar una cerveza artesanal y cada uno lleva a su mascota para compartir el reencuentro. Mientras tanto, las hamburguesas más apetecibles y gigantes se llevan un capítulo aparte.
Una caminata por Saavedra
Al norte de la capital se puede recorrer el barrio que acaba de cumplir 148 años de vida y que surgió como un territorio agreste con el paisaje del curso del arroyo Medrano. La tierra del recordado “Polaco Goyeneche” jamás perdió el verde de la naturaleza que la abraza e invita a realizar deportes, respirar el aire fresco de la sombra de la copa de los árboles o sentarse con un libro y tomar un rico café.
Saavedra siempre es una buena opción. La pandemia del COVID-19 logró que diferentes espacios gastronómicos decidieran rodear la plaza con mesas e incluso hasta las pizzerías llegaron a ofrecer reposeras para pasar un rato con comida y bebida al aire libre.
Al estar tan cerca un bar de otro es común observar la llegada de diferentes grupos familiares o amigos en sus bicicletas, rodeando el parque desde la calle Melián hasta las cercanías de la estación Rivadavia. Ya sea en bicicleta o a pie, Saavedra tiene diferentes opciones y todas se encuentran a un paso.
La zona invita a todo tipo de encuentros: desayunos familiares en medio de la arboleda; almuerzos románticos con platos gourmet y pubs con rock, hamburguesas de las más variadas y cervezas de todo tipo y color.
Llama la atención que algunos salen de un local para ingresar en otro. ¿La diferencia con otras zonas de Buenos Aires? Aquí se puede estacionar sin inconvenientes y el resto del recorrido gastronómico se puede realizar a pie.
Grandes y chicos impusieron Saavedra como uno de los infaltables a la hora de las salidas de fin de semana. Un barrio que merece un reconocimiento por haber logrado reinventarse y hoy ser uno de los más elegidos para un paseo encantador.
Chacarita: un barrio lleno de vida
Lo primero que viene a la mente cuando se menciona Chacarita es el inmenso cementerio tan característico de la zona. Sin embargo, los bodegones, cervecerías y librerías lo convirtieron en uno de los más elegidos por los porteños para pasar una tarde divertida.
El nombre del barrio nace del diminutivo de Chácara o Chacra, voz quechua que significa “granja”, “quinta” o “fundo”. En este caso, se trataba de la Chacra del Colegio que la Compañía de Jesús - una orden religiosa de clérigos de la iglesia católica- tenía en las afueras de la ciudad de Buenos Aires hacia mediados del siglo XVIII.
A pocas cuadras de los espacios más concurridos de la capital, la movida se concentra sobre las avenidas Dorrego y Jorge Newbery. Las veredas de los bares cobran vida con reposeras y mesas compartidas por los más jóvenes. La variedad incluye restaurantes veganos, mexicanos y hasta una whiskería que rompe con todos los preconceptos que se tiene sobre este tipo de locales: es frecuentada principalmente por mujeres para degustar maltas de diversas partes del mundo.
Las ferias y comercios logran atraer a turistas y lugareños que, luego de recorrer cada puesto, deciden tomarse un rato para una rica comida. El secreto mejor guardado de los restaurantes de Chacarita: los vinos son deliciosos y los precios muy accesibles; todo lo necesario para disfrutar sin gastar demasiado dinero.
Cerca del límite con la provincia
Bien al norte, primo hermano de Saavedra se encuentra el barrio de Núñez, fundado a comienzos de 1873. Reconocido por sus calles distinguidas y sus enormes y modernos edificios, hoy es una zona para encuentros a toda hora. Los after office son una de las opciones más elegidas por la alta actividad comercial que se desarrolla, especialmente en las avenidas Cabildo y del Libertador.
Además, en los últimos años se formó un corredor sobre la calle O’Higgins, al lado de las vías del tren, con panaderías, pintorescas cafeterías y restaurantes fundados por una nueva generación de chefs que, según los expertos en gastronomía, nada pueden envidiarles a los restó más tradicionales de la ciudad.
Entre los locales más destacados se encuentra una llamativa boutique de bicicletas, especializada en plegables; una librería de ensueño, como salida de un cuento y la calidez y amabilidad de la gente.
El paisaje invita a caminar y recorrer. Casas bellísimas con estilos de los más variados que quedaron atrapadas luego de la construcción de edificios grandes y modernos. Una combinación que en este barrio queda bien. Muchos estilos en un solo lugar.
Y como no podía ser de otra manera, la plaza, esa compañía de los cafés más ricos con el aroma a verde de los árboles incitan a sentarse y disfrutar de los suaves rayos del sol de otoño.
El lado B de Palermo
En el centro geográfico de la ciudad se encuentra Almagro. Su ubicación es inmejorable, a 10 minutos de los principales accesos, rodeado por el subte y con una oferta gastronómica, cultural y nocturna que lo convierten en el lado B de Palermo. Es una zona en la que el tango brota hasta por las paredes.
Además, para los amantes de la cultura, esa zona, en los últimos años, comenzó a poblarse de teatros independientes, centros culturales y bares notables.
Uno muy tradicional está ubicado en la esquina de la plaza Almagro. Su vereda invita a brindar de pie y sin mesas. Hay una leyenda que cuenta que Carlos Gardel solía frecuentar este lugar. Motivo suficiente para darse una vuelta.
A unas cuadras de la plaza se encuentra la conocida milonga del barrio. Un gran galpón que se destaca por la comida y milongueros que suelen asistir deseosos de poder bailar -o intentar- un tango.
Para los más jóvenes están los bares culturales, ideales para reuniones de amigos. Allí se presentan las bandas nuevas y el ambiente, con la luz tenue, invita a relajarse y por qué no tomar una copa, o quizás dos.
“Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo”. Disfrutar de ellas es uno de los mejores planes para pasar tiempo al aire libre y conocer nuevos circuitos. En bicicleta, a pie, en auto o transporte público, estos antiguos barrios se reinventaron y hoy están en boca de todos.