Compatibilizar las exigencias laborales, el cuidado de niños y adultos mayores junto con los propios miedos que genera el hecho de vivir en pandemia no es fácil para nadie. Pero, para las mujeres, y, sobre todo, para las que trabajan fuera del hogar y son madres, la presión parece hacerse más pesada, tanto así que impacta tanto en su salud física como en su desempeño laboral.
Es que, según un estudio reciente, durante la pandemia, las mujeres están más agotadas, apáticas y presentan mayores niveles de ansiedad, somatizaciones y depresión que los hombres. Por ejemplo, una de cada cuatro asegura presentar tensión y dolor muscular en forma diaria.
Los datos se manifiestan desde diferentes ángulos: el 21,5% de las mujeres siente agobio por las preocupaciones frente al 17% de los varones, y el 26,7% señala que son muchas las circunstancias que le generan preocupación, mientras que esta cifra se reduce a 20,6% en hombres, según un relevamiento realizado en la Argentina por el Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo 21.
De acuerdo al estudio, el 9,7% de los hombres refieren que “casi todos los días” se siente cansado o fatigado, mientras que en las mujeres este índice llega al 14,1%.
“En estas cifras se refleja el impacto de la pandemia y el peso que tienen las tareas de cuidado en las mujeres. Si bien hay mayor conciencia de la corresponsabilidad, aún cuando otro se ocupe, estamos atentas, con sentimiento culpa. En los hogares monoparentales la situación fue aún más compleja. También hay que considerar que se sumaron en muchos casos el apoyo en el aprendizaje en la escolarización”, sostuvo Laura Gaidulewicz, directora del Instituto de Género e Inclusión de la Universidad Siglo 21.
Menor productividad
La tensión vivida en un año marcado por la emergencia sanitaria por la pandemia de COVID-19, y en especial en los primeros meses de aislamiento social preventivo obligatorio, impactó, asimismo, en el desempeño laboral de las personas. Sin ir más lejos, a mediados del año pasado, un relevamiento llevado adelante por Bumeran y por la consultora Bridge The Gap daba cuenta de que el 92,5% de las personas en la Argentina aseguraba haber afectada su productividad laboral.
De acuerdo al informe, existía una diferencia significativa entre las personas con o sin hijos en relación a su productividad laboral en este contexto, ya que siete de cada diez varones con hijos perciben que su productividad se vio muy afectada (71,7%), mientras solo el 18,8% sin hijos declara haberse visto afectado.
Por su parte, las mujeres con hijos son las que más vieron afectada su productividad laboral: el 18,6% de las mujeres sin hijos cree que cambió totalmente su productividad, pero la cifra trepa al 62,4% para quienes son madres.
A raíz de estos datos, sugiere el estudio, es posible detectar que el principal impacto de la pandemia se encuentra en aquellos que deben trabajar desde sus hogares y que tienen hijos menores de 12 años.
Respecto a la capacidad de lograr un equilibrio entre la vida personal y profesional en cuarentena, el 45% considera que lo intenta, pero no siempre lo logra. Mientras que el 32,6% de las mujeres sin hijos consigue un equilibrio con el que se siente a gusto, apenas el 9,5% de quienes son madres sostiene que le pasa lo mismo. Entre los varones, quienes más dicen encontrar dificultades son los que tienen hijos (52%).
Asimismo, el 67% de las mujeres madres cree que intenta llegar a un equilibrio, pero no lo alcanza siempre. Esto se refleja en la mitad de las mujeres sin hijos (30,9%).
Paralelamente, las mujeres sin hijos son las que mayormente sostienen que le dedican más tiempo al trabajo que a su vida personal (35%).
En este aspecto también indagó la consultora Grow Género y Trabajo, a través de su relevamiento “Encuesta de uso del tiempo en contexto de COVID-19″, y concluyó que las mujeres en relación a los varones dedican dos horas más al cuidado de niños; destinan una hora más a acompañar a niños en sus tareas escolares; dedican una hora más a cocinar, limpiar y desinfectar.
Los varones, en relación a las mujeres, duermen una hora más por día, dedican una hora y media más al trabajo remunerado; realizan una hora más de actividades destinadas al ocio y entretenimiento.
Quienes viven solos o en pareja dedican más de seis diarias al trabajo remunerado, dos horas más que quienes tienen hijos.
Las personas que menos tiempo disponible tienen para el trabajo remunerado son las mujeres con niños en hogares monoparentales. En iguales condiciones (con o sin hijos, con o sin pareja) la brecha más amplia en el tiempo disponible para trabajar se da entre varones y mujeres se da entre aquellos que tienen tienen hijos.
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