Más internacional que nunca, más profesional que nunca, más respetado que nunca, el freestyle vive una época dorada. Poco a poco, el esfuerzo de una comunidad comprometida con los valores del hip hop ha demostrado que rimar no es un entretenimiento de unos pocos. Que no es un hobby para los ratos libres. Que el talento llena las plazas y los escenarios y que millones de personas disfrutan y viven del freestyle con la misma pasión que copa los estadios de fútbol y con la admiración que despiertan las artes.
El fenómeno del freestyle en español no solo ha tenido un crecimiento exponencial desde su aparición a principios de milenio hasta hoy, sino que el peso total de la música urbana en español ha visto su influencia reflejada en los principales rankings de todo el mundo. Los millones de fanáticos, las competiciones masivas y la complejización del nivel técnico en la improvisación son un fiel reflejo del crecimiento exponencial que experimentó esta actividad en los últimos años.
Con la ayuda de las plataformas de streaming y la aparición de redes sociales, estos artistas emergentes establecieron nuevos canales de comunicación, sumando millones de seguidores al medio. La explosión de la música urbana se dio con una velocidad como ningún otro género en la historia. En Argentina, siguen apareciendo nuevos referentes, en su mayoría marcados por su participación en las competiciones y batallas.
Con la palabra como arma, el freestyle puede enorgullecerse ahora de haber conseguido lo que durante siglos intentó la literatura. En Europa y Latinoamérica, los cruces entre raperos de diferentes países están creando una lengua común, un español panhispánico compartido por personas de una decena de naciones y tejido con las rimas y los punchlines de sus freestylers.
“El freestyle es una válvula de escape, un método de expresión y prácticamente un psicólogo personal. Cuando un joven practica la disciplina se convierte en más competitivo para la vida cotidiana, aumenta su capacidad de oratoria, mejora la agilidad mental, el vocabulario y la expresividad. Antes, podía ser considerado como un hobby, como algo que practicabas por ocio, hoy por hoy, los chicos viven muy bien por ser competidores o freestylers”, explicó en diálogo con este medio Asier Fernández Pásaro, cofundador de Urban Roosters, una plataforma de entretenimiento destinada, entre otras cosas, a realizar competiciones de rap en streaming.
Después del éxito cosechado con la creación de la Freestyle Máster Series (FMS), el primer formato de liga profesional de rap improvisado implantado con éxito en España, Argentina, México, Chile y Perú, los fundadores de Urban Roosters lanzan su primer libro con el objetivo de explicar “la revolución que está atravesando esta cultura”.
“Las competencias de freestyle existen desde que se originó el rap. Lo que sucede es que se ha potenciado en una visión más deportiva. Lo que siempre ha ocurrido en este tipo de movimientos es que el sentimiento de pertenencia que moviliza a los jóvenes, sumado al tipo de producto que se ofrece y que se consume a través de los medios digitales, resultan en la fórmula de un fenómeno de éxito”, sostuvo Fernández Pásaro.
Empujado por el auge del género y la aparición de numerosas competiciones en países de habla hispana en la década de 2010, el equipo de Urban Roosters creó un sistema de clasificación de los competidores similar a otros rankings deportivos como el Ranking ATP. En un intento por profesionalizar esta disciplina, la clasificación permitía cuantificar los logros de los gallos y establecer un orden de desempeño entre ellos, basándose en los resultados de las distintas competiciones de freestyle de España.
Posteriormente, buscando el reconocimiento artístico-deportivo de esta especialidad y siguiendo las estructuras de otras disciplinas deportivas y artísticas, se identificaron los 10 gallos más activos y con más nivel en España y se creó una liga de carácter profesional que les haría competir entre ellos de manera continuada a lo largo de la temporada. Esta liga se materializó con la primera edición de la Freestyle Master Series en España en 2017.
Así nacía el proyecto más ambicioso de las batallas de freestyle en español. La FMS quería aportar criterios profesionales propios de otros deportes e intentar solucionar algunos de los males que aquejaban al mundo de la batallas. “Antes de la creación de la liga, los freestylers perdían con frecuencia el empuje para seguir compitiendo, pero, sobre todo, los ganadores no tenían demasiado aliciente una vez ganada la competición. Además, las competencias se daban mayoritariamente una vez al año, mientras que la FMS proponía para los freestyles de la liga un calendario con nueve fechas al año, lo que los obligaba a mantener la constancia”, aseguró.
Su sistema de ascensos, descensos y pay-offs comenzaba a computar los resultados de diferentes competiciones, nacionales y regionales, que forman parte de la federación. Este tipo de organización solucionaba también el problema de los ingresos irregulares del mundo del freestyle: la FMS fue la primera solución a esta problemática, dotando de un sueldo, de un ingreso fijo, a los competidores.
Profesionalizar el freestyle traía otra complicación. ¿Cómo combinar una valoración justa con el criterio subjetivo de un jurado? Así se llegó al sistema de puntuación de Urban Roosters, en el que se valora cada patrón según va sucediendo y se apunta en una planilla, además de permitir sumar puntos por flow, puesta en escena y skills. Eso hacía que el jurado no se quedara solamente con la última impresión y que un momento épico eclipsara la puntuación final. Al principio estos jurados estaban compuestos por dos jueces fijos y un juez invitado, y más adelante se amplió a cinco minutos, todos fijos, para evitar desajustes debido a la curva de aprendizaje del sistema de puntuación y de los formatos.
Solo un año después de la primera FMS española, que ganó el madrileño Chuty, se inaugura la liga Argentina, país de gran tradición de competencias y cuna del mítico Quinto Escalón, de A Cara de Perro Zoo y de Halabalusa. Además, Argentina ya era un país en el que las redes ardían con cada competencia y que sentía verdadera pasión por las batallas. Con el éxito en el país, era necesario expandir la idea para que los mejores MCs estuvieran compitiendo en cada país, y así se crearon las ligas de México, con algunos de los mejores del mundo, y de Chile, país rapero por excelencia. En 2020, con todas las dificultades de la pandemia que paralizó el mundo, la FMS Perú.
Para Fernández Pásaro, fue sobre ese input en el cual empezaron a construir y hacer nexos de unión con otros géneros, y a estudiar otras disciplinas y su profesionalización. “En base a ese pilar fuimos construyendo el ecosistema o infraestructura que podía llevar a profesionalizar lo que hasta ese momento era un hobby”, advirtió. Y reconoció: “Fuimos una parte activa de un motor de cambio dentro del ecosistema que aglutinó a una gran comunidad que tenía una gran visión similar a la nuestra. Al final, fuimos un catalizador de ese hambre de muchos seguidores que amaban el freestyle como disciplina. Fuimos los que abanderaron la profesionalización del freestyle, con lo bueno y lo malo que eso trajo”.
¿Qué pasa por la cabeza de un freestyler antes de salir al escenario?
Desde pérdida de visión y temblores hasta mareos y síntomas como el de la boca seca. Si le pasó a Eminem, le puede pasar a cualquiera.
Ya sea en la plaza con amigos o en un estadio ante miles de personas, una batalla exige un nivel de concentración y agilidad extremo. Aquí, los músculos son la mente, y la pelota, las palabras, por lo que quien quiera llegar a lo más alto tendrá que aprender a sacarle partido a esas herramientas. Y eso empieza por trabajar la psicología del freestyle.
“Las mejores mentes del circuito no lo son por su rapidez con los conceptos: quienes triunfan han aprendido a escuchar lo que su cuerpo y su cerebro les piden y dedican parte de su entrenamiento a cuidar su fortaleza mental. Hay grandes talentos que no ganarán competiciones por no lograr vencer a los nervios y habrá otros, más flojos en sus comienzos, que podrán llegar a su mejor versión al conseguir librarse de la ansiedad”, sostienen.
Con la profesionalización del freestyle, un MC puede tener un calendario de batallas periódicas ligado a una remuneración económica estable. En otras palabras: puede dedicarse al rap en su mejor nivel. No es extraño que el nivel suba y que aparezcan rondas específicas que supongan nuevos retos. Y eso necesita una preparación a todos los niveles.
El arte de entrenar
De rapear en el barrio a ganar una Internacional hay un largo recorrido y un aliado indispensable: el entrenamiento. La gran mayoría de los freestylers dedican una parte importante de su agenda a practicar. Algunos tienen planes y ejercicios muy depurados y otros, improvisan sin marcarse muchas reglas, pero nunca dejan de rapear en su tiempo libre.
Sigan un método específico o no, lo que todos estos MCs hacen cuando practican es mecanizar y automatizar las habilidades que necesitan en una batalla. Para Gaston Franchini, más conocido como Infranich, entrenador de freestylers, hay cuatro grupos de capacidades necesarias para improvisar: estructurales, musicales, del lenguaje y de la puesta en escena. Y una extra: las culturales. Las últimas tienen que ver con “estar enterado de la actualidad y saber qué pasa a tu alrededor para que todo pueda formar parte de tu freestyle”.
Si se consideran esas habilidades como esenciales para trabajar en el talento, ¿se puede hacer un entrenamiento único para cualquier freestyler? No todo es tan sencillo: cada MC tiene su personalidad, sus puntos fuertes y débiles y, sobre todo, su decisión sobre quién quiere ser encima del escenario.
“En un mundo extremadamente globalizado, donde todos quieren tener notoriedad y sentirse especial haciendo algo, el freestyle es un movimiento artístico accesible y de fácil práctica. Se necesitan pocos medios para hacerlo tanto de una forma deportiva, como artística. Con un instrumental en el ordenador o con un amigo haciendo ruidos con su boca, se puede demostrar el arte”, añadió.
- ¿Qué falta en el rap y en la organización de estos eventos para que explote aún más la presencia femenina?
- Lo fundamental es la presencia de grandes referentes. Creo que lo que ha ocurrido la semana pasada con Sara Socas y su ascenso a la FMS de la liga española, va a producir un efecto llamada. Está claro que el mundo del freestyle es una industria tradicionalmente dominada por hombres y que no haya muchas referentes femeninas ha sido muchas veces una barrera de entrada para las más jóvenes.
En Argentina y Perú hay cada vez más chicas que compiten y luchan por el ascenso. Es necesario ese traspase (como el que ocurrió en el rap). Los ídolos o referentes son necesarios para cualquier tipo de expresión artística o movimiento. Ellos son los que llevan la antorcha o marcan el camino.
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