Diez consejos prácticos para reducir el desperdicio de alimentos en casa

Un tercio de los alimentos aptos para consumo que son producidos se pierden o se desperdician y, desde nuestros hogares, podemos hacer algo para evitarlo

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Desperdicio de alimentos (Foto: Twitter@malagacomotq)
Desperdicio de alimentos (Foto: Twitter@malagacomotq)

El desperdicio de alimentos representa aproximadamente 1700 millones de toneladas al año en el mundo. Con una cuarta parte de ellos podríamos alimentar a 870 millones de personas cada año. En nuestro país, la cifra alcanza las 16 toneladas de materia orgánica que se desperdician todos los años.

El consumo de alimentos agroecológicos no solo es beneficio para tu salud, o para el medio ambiente, también estarás ahorrando dinero, ya que a todo lo que compres de esta procedencia podés darle más usos y sin desperdiciar o seguir generando basura.

A continuación, algunos tips para que puedas implementar en tu casa:

Cáscaras de cítricos

Los aceites en la cáscara
Los aceites en la cáscara actúan contrarrestando los mecanismos de resistencia y la patogenicidad bacteriana, volviendo a las mismas sensibles a la acción de los agentes químicos

Vamos a dejar secar al sol las cáscaras (bien limpitas sin partes blancas) de los cítricos que vayamos comprando. Una vez que estén bien secas y duras, procesar en una licuadora a máxima velocidad hasta obtener el polvo con el grosor deseado. Te recomiendo que para infusiones dejes más gruesas y para preparaciones saladas como saborizante más finita tipo harina. Este preparado es ideal para saborizar tus preparaciones dulces o para unos ricos mates.

Aromatizante para pisos

En este caso, vamos a usar las cáscaras de los cítricos sin secar y con pulpa o sin pulpa. Dejamos en una botella de vidrio completa de agua todas las cáscaras hasta completar la botella. Dejamos sin tapar del todo un mes o hasta que se desintegre toda la fruta. Luego, colamos y el líquido restante es un concentrado de aroma cítrico para tu piso. Los desechos que hayamos colado los dejamos para abonar la tierra.

Caldo de verdura

Para un rico y sabroso caldo, ponemos a hervir abundante agua con piel de cebolla limpia, cáscara de zanahoria limpia, los cabos de los puerros, las hojas verdes que se estén marchitando, el tomate que se está pasando, todo los vegetales que tengas y que no uses para otra preparación. Llevamos a hervor y luego bajamos el fuego al mínimo unas dos horas. Dejamos enfriar, colamos y guardamos el caldo en porciones ya listas para usar. En heladera dura unos diez días, y en freezer los sabores podemos conservarlos hasta 3 meses.

Podemos usarla como una sopa o para caldo base de nuestra preparaciones, tales como risottos o carnes de cocciones largas que necesiten algún líquido de hidratación. Cuando vivía en Alcorta, mi pueblo, la materia orgánica restante la usaba para alimentar a las gallinas que andaban por ahí, pero ahora la uso hacer compost.

Caldo de huesos de pollo

Caldo de pollo (Pixabay)
Caldo de pollo (Pixabay)

Con los huesos del pollo agroecológico que no cocinemos, o las partes que no nos gustan, incluso, se puede poner algo de grasa (no tanta). Ponemos en una olla con abundante agua los huesos y, si queremos darle más sabor, algunas hierbas o verduras. Le agregamos dos cucharadas de vinagre vivo (que te enseño en el punto 5) y dejamos una hora para que pueda liberar todo el colágeno del hueso cuando lo cocinemos. Pasado ese tiempo, llevar a hervor la preparación, dejar por 5 minutos y bajar el fuego al mínimo. La idea es dejar cocinar de 10 a 12 horas. Cuantas más horas lo dejemos, más rico y beneficioso será el caldo.

Vinagre vivo

(Shutterstock.com)
(Shutterstock.com)

Para realizar vinagre vivo se pueden utilizar varios ingredientes. Te nombro algunas para que abras tu imaginación y realices tu propia combinación. Cáscara de ananá, cáscara y corazón de manzana, cáscara de bananas, cúrcuma fresca, pétalos de flores, alguna fruta que no te guste mucho y quieras darle otro uso, y una larga lista de etcéteras.

Vamos a dejar macerar en un frasco de vidrio de boca ancha la parte que elijamos de fruta, con azúcar y agua hasta completar las tres cuartas partes del frasco y taparlo pero sin presionar para que pueda liberar gases. La cantidad de azúcar va a depender de la fruta o la parte de ella que elijamos para realizar esta preparación. Pero para que empieces a probar y ver cuánta azúcar poner arrancá así: por litro de agua unas dos cucharadas de azúcar orgánica, puede ser rubia o mascabo. Tenemos que revolver unas tres veces al día la preparación.

Este paso lo vamos a repetir por unos 10 días, luego colamos y el líquido restante lo ponemos nuevamente en el frasco. La primera semana también tenemos que removerlo unas tres veces al día; luego lo dejamos en reposo por unos días, con un mínimo de 30 días. A partir de ese momento ya vamos a probar para sentir qué nivel de acidez nos gusta. Te recomiendo guardarlo en botellas que no sean transparentes para que no se siga fermentando o poniendo más ácido. Se puede consumir en ensaladas y en muchas preparaciones. Tiene muchas propiedades benéficas.

Snack salado de semillas

Semillas de cardamomo
Semillas de cardamomo

Lo podemos hacer con cualquier semilla, pero te dejo esta receta para las semillas del zapallo. Sí, esas semillas que siempre iban a la basura. Es super rica, ideal para una picada o para los más chicos que te piden algo rico y saladito. Retiramos las semillas del zapallo con la ayuda de una cuchara, las ponemos en un colador y dejamos que le caiga abundante agua hasta que queden limpias. Secamos con un paño y ponemos en un recipiente con oliva, sal marina y el condimento que más te guste, podría ser curry, orégano, provenzal, pimentón, lo que quieras. Colocamos en una bandeja con algún antiadherente y lo ponemos al horno hasta que estén bien doraditas. Vos conocés tu horno mejor que nadie, así que sabés cuánto tiempo dejarlas, pero tené cuidado de que no se quemen, porque le va a quedar feo gusto. También podés hacerlas en una sartén y quedan super crocantes.

Compost

El compost es algo que deberíamos hacer todos y cada unos de los habitantes de este planeta. No solo para un beneficio sobre la naturaleza o el planeta tierra, si no que con él podemos vivenciar todos los procesos que pasa la materia orgánica y cómo se convierte en abono. En resumen podés ver cómo lo que viene de la tierra vuelve a la tierra. Acá podés usar los restos de verduras de los caldos, cáscaras de huevos, restos de café o de yerba, todo lo orgánico que antes tirabas en la bolsa plástica hoy ya sabes que podés convertirlo en abono fértil para tus plantas.

También materia seca como cartón, papel, los maples de huevos, etc. Muchos que viven en departamentos o en espacios reducidos pensarán que no pueden o no tienen que hacerlo, y yo les digo que pueden, porque no ocupa espacio y si está bien hecha no hace olor ni atrae moscas. Maneras hay muchas y como dice el refrán “cada maestrito con su librito”. También podés buscar en “San Google”, pero yo solo te aconsejo que vayas probando y vivenciando cómo se comporta tu compost. No debe estar ni muy seco ni muy húmedo, y cada diez días conviene remover. Tené en cuenta que el proceso tarda unos tres meses, pero creo que es hermoso ver cómo todo se hace tierra.

Pickles de espárragos

¡Que ricos son los espárragos! Pero a todos nos pasa que terminamos tirando la mitad del espárrago porque su base es dura o muy fibrosa y nos resulta poco agradable para consumir. Con esta receta podemos hacer unos ricos cabitos de espárragos en salmuera y tener a mano para una picada, combinado con algún queso picante, una bomba de sabores.

Vamos a preparar una salmuera al 30%, es decir que por cada litro de agua le agregamos 30 gramos de sal. Te aconsejo usar una sal pura, sin agregados, porque marcará la diferencia en el resultado final. Para que se diluya la sal en el agua podemos usar la licuadora, con unos minutos ya queda disuelta. Agregamos en un frasco de vidrio todos los cabitos del espárrago, algunas hierbas para darle sabor y condimentos, puede ser granos de pimienta, mostaza o algo más jugado como unas ramas de canela.

Luego de poner todos los cabitos dentro del frasco completamos con la salmuera hasta taparlos evitando que tengan contacto con el aire (esto evita que se pudran). Tapamos y reservamos en algún lugar a temperatura ambiente por diez días. A partir de ese momento podés abrir con precaución (ojo, muchas veces rebalsa de la propia fermentación) y probar si son de tu agrado. Recordá que, cuanto más tiempo lo dejes a temperatura ambiente, más blanditos y ácidos serán a tu paladar. Cuando logres el sabor deseado, guardar en heladera y conservarlos hasta un mes, aunque seguro los comes antes. ¡Son riquísimos!

Esta receta se puede hacer también con pencas de acelga, pencas de la remolacha (las hojas al caldo o a una rica tortilla que te enseño en el siguiente punto), cáscara de sandías (solo la cáscara, sin nada de pulpa); y muchas cosas más.

Tortilla de hojas de remolacha

Esta tortilla se puede hacer con cualquier hoja verde, pero las hojas de remolacha tienen un dulzor y un sabor que hacen una tortilla tan rica como saludable. Empezamos rehogando unas cebollas cortadas en cubitos, con medio ajo para saborizar y unas hojas de albahaca. Cuando ya estén transparentes agregar unos cubos de zanahoria y las hojas de la remolacha cortadas en tiras no tan finas. Cocinar muy poco y reservar.

En un recipiente batir dos huevos, con un poco de sal y algo de condimentos, una cucharada de mostaza de dijón (le da un toque de picor), pimienta negra y nuez moscada (opcional). Agregar la cebolla y las hojas de remolacha cocidas al huevo batido y unir ambas preparaciones. Poner una sartén al fuego por unos minutos, y cuando esté bien caliente agregar la preparación esparciendo bien para que quede pareja. Una vez que la parte inferior se cocinó, dar vuelta la tortilla y cocinar del otro lado. Cuando esté perfectamente cocida, retirar del fuego y servir.

Especias y condimentos naturales

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Podés secar hojas de hierbas o especias que más te gusten o consigas. Tene en cuenta que cuando son hojas gruesas (como laurel o romero) se secan al sol y, cuando son más débiles (como lavanda, menta, manzanilla) hay que secarlas a la sombra, o dentro de una bandeja de metal arriba de la heladera, o colgadas boca abajo en algún lugar de la casa a temperatura ambiente.

Parece algo simple pero el secado correcto y completo evitará la formación de moho. Una vez secas, las proceso en el molinillo de café y hasta lograr un polvo. Luego en un frasco de vidrio voy combinando diferentes especias y condimentos para lograr sabores propios y así poder darle una identidad a cualquier plato. Una de las combinaciones que más me gusta: perejil, albahaca, romero y orégano. Sirve para todo: caldos, risottos, salteados de verduras, carnes, lo que quieras. También podés combinar granos de sal en escama con especias y realizar tus propias sales saborizadas para usar en cada plato.

En resumen, hay muchas maneras de evitar el desperdicio. Es cuestión de probar, innovar, mirar el comportamiento de la naturaleza y de los animales que la habitan. Perder el miedo a combinar o probar cosas nuevas es la clave fundamental para iniciar un cambio y poder devolver todo lo que la naturaleza nos da, que no es poca cosa, y es lo que nos mantiene con vida.

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