Esta es la historia de Dave Soad y Cris. Él estadounidense y ella salvadoreña. Todo comenzó 23 años atrás, cuando Cris, la esposa de Dave, un día le dijo: “Me gustaría vivir afuera”. Ese pensamiento a Dave nunca se le había cruzado por la cabeza. Lo hablaron y comenzaron los planes para decidir cuál sería el país donde finalmente iban a residir juntos.
Ellos no están solos. Tienen perros, y dejarlos en Washington D.C, de donde ellos eran, no era un plan. Consultaron a su veterinario y les dijo que no les aconsejaba viajar en avión. Tomaron esa recomendación y compraron una camioneta. Y así fue como emprendieron viaje. “Ese fue el primer empujón hacia la aventura, pero también forma parte mi deseo”, confiesa Dave a Infobae.
Salieron desde Estados Unidos en junio de 2014. Pasaron 7 meses viviendo en El Salvador, de donde es su esposa, hasta que recibieron una oferta de trabajo en Argentina en el 2015 y vinieron al país. Llegaron a Argentina, cruzaron la frontera el 19 de enero del 2015 y desde ahí nunca más emigraron. En ese momento fueron a vivir a un campo a 300 km al sur de Capital y luego de un tiempo, en el 2016, se instalaron en la Ciudad.
Dave Soady comenzó desde muy pequeño en las cocinas, a los 18 años. Fue en Peter’s Carryout, un espacio al que él junto a sus amigos concurrían luego del secundario para almorzar. Este quedaba en las afueras de Washington D.C y era un lugar pequeño donde la gente se sentaba a menos de un metro de los cocineros. “Un día de verano el dueño preguntó si alguno estaba buscando trabajo para el verano y yo dije que sí y empecé a las 9 am de la semana siguiente y ese fue mi primer paso en el mundo gastronómico”, recuerda.
El cocinero cuenta que trabajó en varios restaurantes en esa misma ciudad, también en Maryland, Virginia, California, pero nunca logró cumplir el sueño de tener un restaurante en Estados Unidos. “Unos 10 años después pensé: ‘Quiero invertir mi vida en esto y quiero tener mi propio restaurante, pero si no tienes un millón de dólares eso no va a ser posible’”.
Fue así como le llegó la propuesta de su mujer Cris y decidieron salir a recorrer América Latina. Pero, antes de quedarse definitivamente en Argentina, Dave confiesa que estuvieron mirando varios países como opciones de residencia, entre ellos estuvieron El Salvador y Perú. Esa decisión les llevó una década, pero se quedaron con Argentina, donde en 2011 habían venido a conocer. Un recorrido por Salta, Jujuy y Mendoza bastó para tomar la decisión de elegir a Argentina como país de residencia.
La llegada al país
Dave y Cris llegaron sin conocer a nadie, solo a dos personas, los dueños de la estancia donde se alojaban. Se instalaron y al tiempo Dave pudo cumplir su gran sueño: abrir su restaurante, al que llamó “13 fronteras”. El nombre no fue casualidad, ya lo tenía pensado desde antes de abrirlo y fue la cantidad de pasos que tuvieron que pasar para llegar a Argentina.
Lo abrieron en el barrio de San Telmo porque el dueño de la estancia donde estaban alojados tenía un departamento y cuando ellos tenían que hacer trámites se quedaban ahí y conocían la zona. Con el tiempo, ellos alquilaron un departamento propio y encontraron un local enfrente, pequeño, pero que cumplía con los requisitos que buscaban para poder abrir sus puertas y poner la barra que tanto querían.
“Yo formé la idea de ponerle ese nombre un año y medio después del viaje. Siempre estuve pensando quién soy y mi identidad de cocinero. Me gusta mucho la cultura latina pero no la tengo impregnada en la piel, entonces eso lo tengo que hacer mediante una adaptación, y eso fue mediante el viaje, cruzando muchas fronteras”, reafirma.
Para Dave, 13 Fronteras es una personificación del viaje, porque todo está inspirado en América Latina. “No es comida latina, es comida inspirada en América Latina. Es mi perspectiva y mi forma de transmitir lo que me impactó el viaje, y cada plato tiene una historia”.
Dejando atrás su paso por San Telmo, Dave llegó a Palermo Hollywood, a uno de los polos gastronómicos más trendy de la ciudad. Ubicado a mitad de cuadra sobre El Salvador y Bonpland, casi un restaurante speakeasy, invita a los paladares más exigentes y con ganas de sumergirse a una aventura llena de sabores que la carta no revela que es lo que lleva el plato.
Los platos, un misterio para descubrir
“Estás todo el tiempo tratando de adivinar qué es esto, qué es lo otro, y a mí me gusta este juego. La comida no debe ser tan estricta y tan seria. Mientras que se puedan conservar las técnicas hay que divertirse. Me gusta ver cuando la gente está disfrutando mi trabajo”, dice Dave sentado en la barra de su restaurante de Palermo donde citó a Infobae antes de abrir a sus comensales.
En la carta, algunos platos mencionan los ingredientes, otros son sorpresa y solamente se menciona el nombre. Los que no dicen que ingredientes llevan, cuando el comensal ya comió la mitad, Dave se acerca y le cuenta. Cada nombre de los platos que ofrece también remite a historias relacionadas con su viaje.
“Cuando estoy desarrollando un plato no tengo en cuenta cuáles son los ingredientes. Pienso más cuál es el concepto y cómo transmitir ese lugar para personificar un país o una cultura”.
De todas las fronteras y los países recorridos hasta llegar a Argentina, Dave se llevó sabores e ingredientes que hoy incorpora en su carta, pero aclara: “Siempre en cada plato hay productos argentinos, porque es en el país donde estamos, es el país que es mi hogar, y el hilo constante es que haya productos argentinos, es clave.
Sin embargo apunta: “La parte B de esto es que Argentina se traduce a carne, y yo no trabajo carne de res, hay otros tipos de carnes que son menos conocidos, y trato de dar a conocer ese tipo de cosas”.
Cuáles son los preferidos del chef
El “Altiplano” es el plato que más le gusta cocinar. Forma parte del menú de su restaurante, en las entradas, y tiene queso de cabra con partes iguales de cebolla caramelizada, con dos bolitas envueltas en farofa y amaranto inflado. Está acompañado con una ensalada de brotes de rábanos, brócoli y alfalfa con una vinagreta de plátano negro. Dave explica que el plátano negro es plátano maduro que se cocina durante tres semanas a 60 grados para lograr un efecto de ajo negro pero con plátano y para finalizar un sorbete de tomate cherry. “Un plato ideal para el verano, por sus sabores frescos y sorprendentes para el paladar”.
Como plato principal, Dave eligió “el Hornero”. Llega tal como lo indica su nombre en un plato y cubierto por un hornero. Su chef explica que este plato es en homenaje al país que le abrió las puertas para tener su tan deseado restaurante. “Los ingredientes que trae son correspondientes mucho a Argentina y representan mucho al país”, dijo sin revelar el plato.
Para el momento del dulce, el cocinero optó por “Mendoza”, y detrás de ese postre hay una gran historia por contar. Es uno de los más pedidos, y aunque los comensales no sepan qué vendrá arriesgan por su nombre y lo piden.
Cuando vinieron a Argentina en el 2011 terminaron su viaje en la provincia de Mendoza y en ese recorrido, un lunes, donde no hay nada abierto, querían conocer unas fábricas de aceite de oliva, y tocaron un portón sin éxito, hasta que oyeron una voz que les sugirió probar en otro lugar -que también estaba cerrado- pero que volvieran al día siguiente. Sin poder cumplir con su misión de conocerlo, el señor mendocino que le recomendó el otro lugar lo invitó a almorzar ñoquis a su casa en medio de una cosecha de aceitunas con su familia. “Para mí, que alguien me invite a su casa, sin conocerme y de la nada, es un momento muy especial; ese postre está inspirado en ese momento”.
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