Corea del Sur fue durante mucho tiempo considerado como uno de los grandes ejemplos de éxito durante la pandemia. En abril, era el modelo a seguir por el mundo entero gracias a una fuerte estrategia de testeo masivo, seguimiento de contactos estrechos y aislamiento que ayudó al país asiático a aplanar la curva y contener la propagación sin un solo día de cuarentena y a pesar de su proximidad a China, el origen del virus.
Fue elogiada por la Organización Mundial de la Salud y hasta compartió una guía útil para otros gobiernos sobre cómo actuar frente a la pandemia. Hoy, ocho meses después, la situación comenzó a descontrolarse y el mismo presidente, Moon Jae-in, salió a disculparse mediante una publicación en Facebook por el fracaso del gobierno en contener esta tercera ola de COVID-19 que azota a su país.
Es que desde el domingo Corea del Sur está reportando más de 1000 casos diarios. En un país de unas 52 millones de personas este número no parece tan alarmante, en especial si se compara con las cifras de otras naciones, pero implica un récord de casos que incluso podrían llevar a un aislamiento para su población, una medida que han logrado evitar desde el comienzo de la pandemia. Y el gobierno aún no sabe explicar el aumento de contagios.
Corea del Sur informó el jueves 1014 nuevos casos de coronavirus, un número que supera los mil casos por quinto día consecutivo, lo que ilustra las dificultades de Seúl especialmente para frenar su tercera ola epidémica.
Un resurgimiento centrado en Seúl -donde vive cerca de la mitad de la población del país- llevó a que Moon Jae-in calificara la situación de “muy grave” el sábado después de que las autoridades informaran de 950 nuevas infecciones, hasta entonces el mayor aumento diario desde el inicio de la pandemia.
Antes del fin de semana las autoridades ya informaron de cifras que oscilaban entre 500 y 600 casos diarios.
El repunte de Corea del Sur se produjo a pesar de que el gobierno endureció las normas de distanciamiento social en el área de la capital a principios de esta semana. Corea del Sur sufrió uno de los peores brotes de COVID-19 fuera de China continental al comienzo de la pandemia, pero lo controló con su enfoque de “rastrear, hacer tests y tratar”. Nunca ha impuesto confinamientos como los de Europa y otras regiones del mundo.
El miércoles, un alto funcionario del Ministerio de Salud, Yoon Tae-ho, instó a las personas a seguir al pie de la letra las medidas de distanciamiento social en el área metropolitana de Seúl. También afirmó que, junto a expertos y gobiernos locales, se encuentran en una etapa de evaluación para decidir si confinar o no a la población, lo que catalogó como un “gran cambio social” que implicaría daños económicos para las pequeñas empresas y los trabajadores autónomos.
Además, el alcalde interino de Seúl, Seo Jung-hyup, advirtió que en la capital están al límite de espacio en terapia intensiva: 77 de 78 camas de UCI están ocupadas en este momento por pacientes infectados con coronavirus.
Aunque los expertos no encuentran una causa directa del aumento de casos, un factor a tener en cuenta son las gélidas temperaturas del invierno y una relajación de las medidas de distanciamiento y cuidado personal frente a la pandemia. El invierno en países muy fríos lleva a un incremento debido a que las bajas temperaturas hacen más difícil la ventilación en ambientes cerrados.
Según datos de la Universidad Johns Hopkins, los casos de COVID-19 en Corea del Sur han estado aumentando de manera firme y constante desde mediados de noviembre, razón por la cual el país asiático ha estado endureciendo más y más las restricciones. El martes se cerraron las escuelas en la región, se aumentó el testeo y se prohibieron las fiestas de Año Nuevo.
Jung Eun-kyeong, director de la Agencia de Prevención y Control de Enfermedades de Corea, señaló que “la tercera ola es diferente de las dos anteriores. Es el punto más crítico desde que comenzó la pandemia COVID-19”.
“Si bien la mayoría de la gente está soportando los inconvenientes y sigue las reglas, algunos están alimentando la feroz propagación del virus con su descuido e irresponsabilidad”, dijo el primer ministro Chung Sye-kyun en una reunión gubernamental televisada.
“El gobierno cambió su política en octubre, lo que significa que ahora tiene que fortalecer las medidas a medida que el brote se generaliza”, dijo a The Guardian Eom Joong-sik, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Gachon en Incheon. “Esto ha permitido que el virus se propague a través de las comunidades locales y ha aumentado la posibilidad de que se extienda a un área aún más amplia”, agregó.
El martes, Chung Sye-kyun, informó que el gobierno planea comenzar a adquirir vacunas contra el coronavirus en el primer trimestre de 2021. Ya la semana pasada, el Ministerio de Salud de Corea del Sur había anunciado que el gobierno había asegurado el acceso temprano a las vacunas de cuatro compañías farmacéuticas y un proyecto de vacuna global que podría cubrir a 44 millones de su población.
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