Enriquecer nuestra cultura sexual es un alimento espiritual e intelectual para nuestro ser en el mundo, en comunidad y mucho más valioso y necesario de lo que muchas veces creemos.
En tiempos donde la tecnología y las leyes vienen acompañando una tendencia hacia la amplitud de derechos, a una mayor colaboración e inclusión de las diversidades, se vuelve oportuno enriquecer nuestra inteligencia erótica. En esta dirección, para muchos hoy el futuro está en el pasado. Se necesita parar la pelota y desacelerar algunos comportamientos que se fueron desarrollando a la luz de la sociedad de consumo, regida por una cultura del descarte y de búsqueda de la satisfacción inmediata y a como dé lugar.
Hoy, estamos frente a un escenario complejo que requiere desarrollar nuevas capacidades pero que al mismo tiempo se manifiesta como propicio para la creatividad. Así lo demuestran las nuevas generaciones que comienzan a ser parte del universo adulto con una mentalidad más predispuesta a pensar en el otro y a la acción colaborativa como el camino para lograr un mundo mejor. Una comunidad que está más atravesada por la sensibilidad y que considera que puede ser artífice y protagonista de los cambios.
Algunos especialistas se están definiendo como sociedad gamer. Para esta comunidad la evolución y el progreso dejan de ser lineales. Se construye y reconstruye, y se retrocede si es necesario para volver a aprender, construir y deconstruir. Una comunidad que valora más la experiencia (viajar, compartir, cuidar, alquilar) que la propiedad de las cosas (comprar una vivienda propia, un auto o un trabajo estable).
Pero, en este contexto, ¿qué pasa con la sexualidad? ¿Somos incultos sexuales? ¿Tenemos las herramientas para vivir nuestra sexualidad sin prejuicios? Si la colaboración es la premisa de los nuevos vínculos emprendedores, porque no lo trasladamos al plano del amor y del sexo. Si el gamer valora la experiencia, volvamos a darle sentido al encuentro con los demás.
“En la mayoría de los casos, y por la experiencia del consultorio, lo que suelo observar es que no tenemos las herramientas y los conocimientos para hacerlo. No tenemos las lecturas y conversaciones, o los suficientes debates encima como para eliminar definitivamente aquellos prejuicios y estereotipos que nos limitan la vida sexual”, explica a Infobae Andrea Orlandini quien es psicóloga, sexóloga clínica y educadora sexual.
Y agrega: “La cultura sexual está dada por esa posibilidad de desarrollar la inteligencia erótica y sexual, como la posibilidad que tiene nuestro ser de implementar de manera creativa la posibilidad de conectarse con su propio cuerpo. Y poder transmitírselo a nuestras personas favoritas”.
La sexualidad es un recurso y un área de la vida que es digna de ser explorada, y de ser desarrollada. Luego, el deseo de seguir curioseando y ampliando esta suerte de mirada panorámica en muchos sentidos: el cine, la literatura, pueden ayudar, y el desarrollo de pasiones y placeres.
“Esa empatía y solidaridad sexual tiene que ver con amigarnos con la sexualidad, con la nuestra y con la de los demás. Desde esta perspectiva, las personas incultas sexuales son las que siguen enraizadas en sus propios prejuicios y no se dan el permiso de hacerse nuevas preguntas. En cambio, una culta es la que se permite cuestionar, deconstruirse y querer saber más acerca de lo que es la vida erótica, que va mucho más allá de tener sexo”, advirtió la psicóloga, sexóloga clínica Orlandini.
Lejos de trabajar sobre la patologización de la vida sexual, cuando se llega a un punto que no nos permite ejercitar plenamente nuestras libertades y vínculos, las personas eligen promover instrumentos que permitan prevenir y superar las dificultades poniendo en el centro el reconocimiento de la vida sexual. “Si nos amigamos con la sexualidad, si somos amigos del erotismo, vamos a poder conocernos mejor, eliminando prejuicios y aprendiendo también de los demás”, concluyó la especialista.
SEGUÍ LEYENDO: