No es de extrañar que en una vieja imagen de alguna pulpería, o incluso en algún festejo familiar, alguien se haya topado con formas de botellas, nombres o etiquetas que se mantienen y disparan recuerdos, como Pineral, la Ferroquina o el Amargo Obrero. Figuras preponderantes que gracias a la acción conjunta de varios bartenders e historiadores vuelven a tomar relevancia, tanto como para redescubrir sus sabores como para encontrar nuevas formas de mezclarlo, al margen del clásico vaso con mucho hielo y soda.
Este tipo de preparaciones, fusión de distintos saberes y sabores, cruzó todos los países y llegó hasta nuestras tierras, donde también se convirtió en un clásico de las previas de las comidas, como acompañante de las charlas entre amigos y familiares, e incluso para cortar la semana, tan práctico y versátil en su preparación.
HESPERIDINA
En 1834, Bernardino Rivadavia convocó al bioquímico y botánico Pablo Ferrari para que fundara el primer boticario del país. Cuatro años después, se lo vendieron a Don Silvestre Demarchi, un suizo (además el primer cónsul italiano en Argentina) que junto al establecimiento instaló una droguería que a mediados de siglo era la más importante de Sudamérica. Tras él, lo sucedieron sus hijos, Demetrio, Marcos y Antonio.
En momentos en que Demetrio se encontraba al frente del negocio, comenzó a trabajar en el lugar como cadete un inmigrante oriundo de Boston, Melville Bagley, el verdadero protagonista de nuestra historia. Este joven emprendedor y curioso, rodeado de recetas e insumos tomó en 1864 unas naranjas quinteras, unas veinte hierbas y le dio forma a un aperitivo inspirado en los licores franceses, la Hesperidina.
Dueña de un icónico diseño de botella inspirado en un panal de abejas, su llegada fue más allá de lo establecido hasta ese momento, ya que al ver el potencial del producto que había creado, diseñó una estrategia de marketing que consistió en pintar las calles de la ciudad con enormes letreros naranja con la frase “Se viene Hesperidina”, que durante dos meses crearon la duda de todos los habitantes. El 24 de diciembre de 1864 la incógnita fue develada en el diario “La tribuna”, para luego convertirse rápidamente en un aperitivo de moda, todo como Bagley lo tenía planeado.
Pero la historia iba a ir más allá, ya que las imitaciones comenzaron a aparecer, tratando de robar un poco de la popularidad de la bebida, ante lo cual Melville Bagley comenzó a solicitarle al entonces presidente Nicolás Avellaneda la necesidad de crear un registro de marcas y patentes, tal como ocurría en los Estados Unidos con el Registro de Propiedad Intelectual.
Así fue como en la Argentina el registro de marcas y patentes, que todavía hoy existe, nace en 1876 gracias al impulso de Bagley y la predisposición de Avellaneda, convirtiéndose la Hesperidina en la primera patente registrada en el país.
AMARGO OBRERO
La bebida del laburante, una respuesta a las dulces y alicoradas que consumían las clases sociales altas, nació en Rosario de la mano de Pedro Calatroni y Antonio Tacconi en 1888, quienes mezclaron unas 50 hierbas, entre las que se encontraban la muña-muña, carqueja y manzanilla, además del orozuz, un caramelo, dando como resultado un aperitivo fácil de tomar con una justa graduación alcohólica del 19%.
Una icónica etiqueta donde un puño exhibe una hoz y espigas, y de fondo un yunque y una fábrica, con los característicos colores rojo y negro daban la pauta desde un principio del tipo de público al que se apuntaba y así fue como los anarquistas lo eligieron, para luego ser parte del campo nacional y popular.
Sin embargo, algunos cambios sufrió su imagen a lo largo de los gobiernos, ya que, según cuenta la leyenda, fue Leopoldo Galtieri el que ordenó que toda la iconografía que se encontraba en sus etiquetas fuera eliminada, y sólo se preservó su nombre delante de los colores rojo y negro. En la actualidad se recuperó su antigua imagen y ahora se puede apreciar la etiqueta (con leves cambios) que durante tantos años acompañó a los argentinos.
Tras la muerte de Calatroni, Tacconi compró la otra parte de la empresa a su viuda, y pasó a denominarse Sociedad Anónima Tacconi & Cía. En 2017, la bebida fue declarada patrimonio cultural de la ciudad de Rosario, a raíz de “su origen popular y obrero, además de su vinculación histórica con las costumbres sociales a nivel nacional”.
PINERAL
En 1964, Hermenegildo Pini llegó desde Lierna, un pueblo pequeño al norte de Italia, trayendo bajo el brazo la receta del bitter alemán que le había compartido su primo Achille. Así fue como nació Pini Hermanos y Cia, llamada “la compañía licorera más importante de sudamérica”, con el Pineral como estrella indiscutida. combinación del aperitivo europeo con la cultura popular argentina.
Unas 30 hierbas aromáticas, cáscaras de cítricos y caramelo, con una graduación alcohólica que llega a los 36 grados son los componentes de esta bebida que se recomendaba por tener propiedades de tónico reconstituyente, vigorizante, estimulante del apetito y regularizador de la digestión.
Pero Pini fue más allá de la simple invención del aperitivo y confiado del producto que había creado comenzó a participar de ferias y concursos internacionales, alzándose con una gran cantidad de medallas entre 1881 y 1907, que desde ese momento son parte de su etiqueta. También fue su creador un gran estratega del marketing, siendo el primero en poner su logo y marca en productos de uso habitual en los bares, como ceniceros, destapadores, hasta regalos como máquinas de afeitar o relojes.
Su historia, esa que incluye el récord de venta de más de 600.000 botellas al año, va mucho más allá de la gastronomía y hasta el compositor de tangos Ángel Villoldo, sí, el mismo de “El Choclo”, llegó a dedicarle el instrumental llamado simplemente “Pineral”, un homenaje a este amaro con pasado y presente en bares y fondas.
HIERRO-QUINA
“Hierro y quina dosificados científicamente para lograr el triple estímulo que el corazón, el cerebro y la red nerviosa requieren; esto es el FERRO QUINA BISLERI”. Así se anunciaba desde las páginas de Caras y Caretas a la bebida nacida como un tónico para “restaurar la sangre” y para el deportista por el boticario italiano Felice Bisleri.
La primera fórmula la creó en Milán, sobre la base de la corteza de chinchona y sales de hierro, y en el año 1887 desembarcó en la Argentina de la mano del primo de Bisleri, José Peretti, quien produjo la versión local de este amaro de sabor intenso, infusión de quina y 7 hierbas que lo hacen uno de los aperitivos más complejos realizados en el país, de forma artesanal desde hace más de 200 años.
Originalmente llamada Ferro Quina Bisleri, su nombre luego mutó a Hierro Quina Peretti, como así se lo puede encontrar actualmente, respetando todas las imágenes de su etiqueta, incluso la del imponente león que recuerda a la fábula de Fedro, es que refiere al día en que una vaca, una cabra y una oveja se asociaron con el rey de la selva para poder conseguir una presa. La intención era, al conseguirla, dividirla en cuatro partes.
Sin embargo, el pacto no fue cumplido, ya que al conseguir su tesoro y porcionarlo, el león se plantó: “Yo tomo la primera porque me llamo León, la segunda porque soy más fuerte, la tercera porque me corresponde, y quien se atreva a tomar la cuarta, la pasará muy mal”. Así, el aperitivo y su impronta vigorosa tomaron la imagen de ese león para representar la fortaleza de su poderosa fórmula.
GANCIA
En Piamonte, Italia, en 1850, el productor de vinos Carlo Gancia funda la empresa que llevaría su apellido. Entre sus primeros logros podemos ver el hecho de crear el Spumante Italiano, replicando el método utilizado en la región francesa de Champagne. También, el aperitivo americano que también tendría como marca su propio apellido.
Para comienzos de 1930, el gerente general de la empresa comienza un viaje por diferentes países del mundo como forma de introducir sus productos en otros mercados. En 1932 llegó a la Argentina, y no fue sino hasta dos años después, en 1934, que comenzó la producción y distribución en el país, con gran aceptación gracias a la inmigración italiana que se había producido desde el siglo pasado.
Esta bebida mezcla de hierbas, cítricos y vino blanco sufrió en 1964 lo que se transformó en el cambio más importante de su historia, ya que pasó de la categoría de vermouth y comenzó a fabricarse como aperitivo, al bajar a menos de 75% de alcohol en su composición. Con una graduación del 14.8%, su versatilidad al momento de mezclarla hacen de esta bebida un acompañante no sólo de la previa de las comidas sino también como figura en tragos de la noche.
CINZANO
Tomando como ingredientes las hierbas del herbolario familiar, a mediados de 1757 los hermanos Giovanni Giacomo y Carlo Stefano Cinzano, naturales de Turín, elaboraron un vermú rojo aprovechando el auge de ese tipo de preparaciones en la región de Piamonte. Y no fue sino hasta 100 años después que comenzaron con una producción nacional no sólo de su vermú rojo, sino también de vermú blanco y vino espumoso.
Y sólo 30 años después, para 1890, comenzaron con la exportación al resto de Europa y América. Gracias a la influencia de la inmigración italiana, como sucedió con otros aperitivos, se hizo especialmente famoso en la Argentina al punto de comprar en 1923 una bodega en San Juan destinada a la elaboración de vinos base para su vermú.
Incluso, en el presente, Cinzano sigue teniendo a la Argentina como el país con más consumidores, por encima de Rusia y la propia Italia. Desde 2011, su producción en el país fue trasladada a una reluciente planta en Capilla del Señor.
LOS MEJORES TRAGOS
HESPERIDINA TONIC
En un vaso con abundante hielo disponer 30% de Hesperidina y 70% de gaseosa tónica. Decorar con una rodaja de limón.
HIERROQUINA COLA
En un vaso con abundante hielo disponer 30% de hierroquina y 70% de gaseosa cola. Decorar con una rodaja de limón.
PINERAL JULEP
Machacar dos ramas de menta fresca con jugo de media lima y una cucharada de azúcar. Completar con hielo y sumar 40% de Pineral y 60% de jugo de pomelo. Decorar con la rama restante.
PICO Y PALA
En un vaso con abundante hielo disponer 50% de amargo obrero y 50% de gaseosa de pomelo. Decorar con una rodaja de pomelo rosado.
PATIO CERVECERO
En un vaso disponer de 60 ml de Gancia americano, 15 ml de jugo de limón, 110 ml de cerveza lager e integrar las bebidas. Sumar hielo hasta completar el vaso y decorar con trozos de durazno y orégano fresco.
NEGRONI
En un vaso de composición con mucho hielo, servir una medida de Campari, una de vermouth rosso y una de gin. Revolver para refrescar, colar y servir en un vaso old fashioned con hielo entero. Perfumar con piel de naranja y decorar con media rodaja de naranja.
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