Mítica, imponente, histórica. Pacífica y ruidosa. Aristocrática y, también, popular. Fundada en 1874 por Patricio Peralta Ramos, Mar del Plata fue uno de los primeros destinos turísticos elegidos por los argentinos para veranear. Y ahora llega un nuevo proyecto para que “La Feliz” sea un un punto de turismo los 12 meses del año.
Primero enamoró a la clase aristocrática, sobre todo de Buenos Aires. En 1912 Francisca Ocampo de Ocampo, miembro de una tradicional familia del país, hizo trasladar desde Inglaterra hasta estas costas una casa de madera de dos pisos que emplazó en el coqueto barrio Barrio los Troncos. En sus playas se empezó a gestar la cultura de “tomar sol” y ellas también fueron testigo de cómo iba cambiando la moda y sus trajes de baño.
Luego, con la llegada del asfalto, entre otras cosas, se volvería más popular. La inmigración italiana dejaría, para siempre, su impronta y los sabores de su gastronomía invadieron, sobre todo, el Puerto de la ciudad. Chichilo, uno de los más emblemáticos locales gastronómicos, es ejemplo de ello. Fue fundado por Antonino Di Leva, quien llegó al país escapando de la Segunda Guerra Mundial, y que, como muchos otros de sus compatriotas, supo ensalzar la propuesta gastronómica del lugar. El Astillero Contessi también es testigo de esta impronta, fundado por el inmigrante italiano Federico Contessi hace casi 70 años. Nicola Sasso fue otro italiano que eligió estos pagos para formar su familia. Se dedicó primero a la pesca y a un puesto de venta y de cocina de mariscos, lindero al restaurante Francés. Alli, su esposa María Bonserio de Sasso, hizo conocida su especialidad: el famoso Chupín de pescado, que consistía en preparar una salsa con cebolla cortada muy fina, cocinada a fuego lento junto al aceite y jugo de tomate. Luego se mudaron a Playa Grande y por último se trasladaron a la zona de Mogotes, que por ese entonces era un descampado. Y allí, pudieron construir el emblemático hotel que lleva su nombre.
Así de versátil, heterogénea y dinámica es “La Feliz”. Por eso en esta ciudad, en el corazón de su puerto, se plantea un nuevo proyecto: Fénix. Transformación, renacer, fortaleza y purificación. Estas son algunas de las cualidades que se asocian a la mítica historia del ave. Éste es, también, el nombre del proyecto arquitectónico que busca instalarse en el puerto de la Ciudad de la Mar del Plata y que promete vientos de cambio y renovación.
Inspirado en los reconocidos mercados internacionales, como La Boquería de Barcelona o el Mercado de San Miguel de Madrid, busca maridar nuestras tradiciones con manjares y opciones de otras partes del mundo. Este polo gastronómico y cultural va a permitir desde comprar frutas, verduras, pescados hasta degustar una comida gourmet. Todo en el mismo lugar, los 365 días del año. Además de las delicias para el paladar, la idea es ofrecer experiencias a quien lo visite y poder disfrutar de conciertos, eventos culturales y actividades recreativas y de encuentro. El espacio intervenido está pensado en el predio denominado “Manzana de los circos”, ubicada en la intersección de la Av. Juan B. Justo y de Los Trabajadores.
Fénix aspira a ser un lugar vibrante que invita y congrega a nuevos chefs a presentar su propuesta gastronómica. Idealmente, la comida busca respetar la historia y las costumbres argentinas. Y apunta complacer a ese consumidor que valora quién está detrás del menú y la procedencia de los alimentos.
Para poder convertirse en uno de los principales mercados de Sudamérica, el proyecto verá la luz de la mano del afamado arquitecto internacional Carlos Ott, conocido por ganar, entre más de setecientos proyectos, el concurso internacional para construir el edificio de la Ópera de la Bastilla de París. Su compañía tiene cinco oficinas en Quebec, Toronto; Shanghai, Dubai y Montevideo y sus principales obras son iconos de arquitectura en diferentes ciudades del mundo.
La iniciativa busca asentarse en un predio de aproximadamente 38.000 m2 con una construcción de 27.000 m2 distribuidos entre las áreas de mercado de pulgas, mercado de comidas, áreas de servicios sanitarios, carga y descarga, anfiteatro, estacionamiento, y un área de esparcimiento para la realización de eventos, fiestas y convenciones. Así el predio va a poder albergar 140 locales comerciales y 32 locales para venta de comida. La propuesta de intervención se apoya en lineamientos que integran la política turística local, la valoración del lugar, sus características y sus usos, el patrimonio a intervenir, los efectos a generar y las actividades a desarrollar. El proyecto prioriza los espacios abiertos y verdes para logar una excelente ventilación.
Consolidar la identidad local es una de las bases y fuentes de inspiración del proyecto. Su objetivo principal busca integrar a la comunidad portuaria de Mar del Plata y que todo el puerto pueda beneficiarse. Y si bien el lugar ya representa un atractivo turístico en sí, la idea es que sea, también, un espacio de interés para toda la población local.
Otra de sus premisas es que contribuya a la calidad de vida. Para ello, se contemplan espacios de encuentro y promover actividades atractivas en espacios seguros y saludables. El emprendimiento, además, busca contribuir a la creación de una gran cantidad de empleos no solo directos sino, también, indirectos permitiendo que los micro emprendedores puedan dar a conocer sus productos. La sustentabilidad ambiental es otro de los valores contemplados para lograr un uso racional de los recursos energéticos.
Por último, el proyecto contempla la nueva situación que vive el mundo y está diseñado para garantizar espacios con circulación de aire, abiertos, y de usos múltiples para que todo su público se pueda encontrar en un mismo lugar.