El veganismo es un movimiento que nació con ese nombre en 1944, cuando Donald Watson creó a palabra “vegano” para diferenciarse de los vegetarianos ya que los consideraba como el punto medio entre quienes consumen carne y aquellos que se abstienen a participan de cualquier tipo de explotación animal.
Aunque Watson creó el termino y el concepto, la idea de no participar de cualquier tipo de acción que implique el sufrimiento animal es milenaria. En Oriente Antiguo, la filosofía budista ya proponía la compasión hacia todos los seres. Mahavira, guiado por el jainismo, rechazaba el sacrificio por considerarlo “maltrato animal”. En la Grecia Clásica, el filósofo Pitágoras de Samos enseñaba a sus discípulos a evitar el consumo y sacrificio de animales para que pudieran llegar a ser más virtuosos. Platón también fue otro ateniense que promovió el vegetarianismo en sus diálogos La República y Las Leyes.
Ya en el mundo prehispánico, la naturaleza estaba regida por la Cosmovisión y los animales eran vistos como deidades desencarnadas, por lo que su consumo era limitado y se alimentaban, básicamente de legumbres, flores, vegetales y frutas. Con la llegada de los españoles a esta porción del mundo, la relación con los animales cambió. Para el siglo XIX, en Gran Bretaña, el filósofo Jeremy Bentham, el político Richard Martín y el escritor e inventor Lewis Gompertz iniciaron la lucha en favor de los animales y sentaron las bases del que luego sería veganismo. Luego llega Donald Watson, su alejamiento de la Vegetarian Society en la fundación del la Vegan Society, una vez creado el término vegano.
En los últimos años, el movimiento comenzó a tomar mucha más fuerza y con la llegada de los celulares con internet y más tarde las redes sociales, la información y acciones especistas que antes permanecían en las sombras quedaron al descubierto: lo que pasa adentro de un matadero dejó de ser una incógnita. Fotos y filmaciones de las crueles escenas allí ocurridas fueron parte de documentales como Earthlings (Terrícolas), de 2005, dirigido por Shaun Monson y narrado por el multipremiado actor Joaquin Phoenix, vegano desde sus 3 años y confeso activista.
Con toda esa nueva información en mano, surgieron grupos y ONGs para manifestar su oposición al uso y explotación de animales en todo ámbito: alimentación, vestimenta, medicamentos, cosméticos, transporte, experimentación, trabajo y entretenimiento.
En esta nota, un recorrido por la vida de tres activistas que dedican sus días a la protección de los animales y que desde sus profesiones se dedican a defender sus derechos. Ana María Aboglio, abogada pionera; Facundo Palomino, que se propuso, en nombre de los animales, unir Buenos Aires y Ushuaia; y Sebastián Bustamante, activista y creador del campamento vegano.
La pionera: Ana María Aboglio, la primera abogada animalista y escritora del primer libro sobre veganismo en Argentina
“Diría que llegué al veganismo por la convergencia de distintos senderos. Como tantas otras personas, crecí en un círculo familiar y social de aceptación del uso de los otros animales, a la vez muy amistoso con los ‘más cercanos’. Personalmente siempre había tenido un interés admirativo por toda forma de vida, vivía con perros y me afectaban aquellos que rescataba y cuidaba. Así que había afectos y afectaciones. Cuando supe qué les estábamos haciendo por conveniencia, placer o entretenimiento, el veganismo significó simplemente coherencia con el rechazo de esa jerarquía apropiadora enhebrada entre el discurso humanista y la mercantilización de la vida, generadora de una violencia inconmensurable. El problema era mucho peor de lo que había supuesto. Así que pensé que el veganismo no es lo máximo que podemos hacer por los animales: es lo mínimo”.
Tajante, directa y coherente, Ana María Aboglio, la abogada argentina pionera en hablar de veganismo y de los derechos animales cuenta a Infobae cómo llegó a este camino que pese a todo no la hizo cambiar mucho en sus relaciones o no llegó a notarlo del todo. “Incorporé algunos ‘no, gracias’ en las reuniones familiares o amistosas, aunque casi siempre recibí la aceptación por lo que pienso y siento, al menos formalmente. Sinceramente, no me preocupaba mucho esa cuestión y tal vez por eso no le presté atención a los cambios que seguramente hice. Eso sí: comencé a darle importancia a algo que antes no entendía claramente: que nuestras decisiones no son sólo racionales. Esto tiene que ver con la necesidad de escucha y de elección adecuada de oportunidad y contexto, que recomiendo siempre a los activistas, en pos de ahorrarse discusiones estériles”, asegura la mentora de dos generaciones de animalistas que desde hace más de una década se suman a Ánima, la ONG que fundó.
Any, como le gusta que la llamen, escribió en 2009 el libro Veganismo: Práctica de justicia e igualdad, y antes tradujo al castellano todos los libros que considera de imprescindible lectura para las personas veganas por convicción.
Antes de su ópera prima, había publicado escritos relacionados con filosofía y derechos animales centrados en ideas troncales, entre ellos “un libro de narrativa con algunos cuentos que se relacionaban directamente con la animalidad y esta causa, y traducido a otros autores”, recuerda y agrega: “Estaba inmersa en el proyecto de un libro de corte académico, pero el activismo me llevó por otras vías porque entendí que iba a ser mucho más útil para la defensa animal un texto sencillo que alcanzara tanto a quienes se interesaran por el tema en general como a los activistas".
Para su sorpresa, el libro (con tres ediciones) “tuvo una repercusión que superó mis expectativas”, admite y deja entrever su perfil bajo y un tanto alejado de las cámaras y las redes sociales que hoy tanto imperan ya que pocas veces habla en primera persona sino de su actividad, por la que se la reconoce en buena parte de los países de habla hispana.
“Hoy se me lee mucho en los escritos posteriores a ese libro, trabajados en diálogo con autores que mencioné en él, donde fui sumando mis propias críticas e incorporando otras fuentes que me permiten profundizar lo que llamo la Otramirada”, resume y a la vez admite que pese a ser reconocida como la abogada animalista, “la convicción de que los otros animales no deben ser dominados, oprimidos y explotados por los humanos se relaciona con toda mi vida”.
En ese tono, continúa: “Pocos lugares no están permeados por esta causa. Nunca me interesó el veganismo a nivel de una supuesta ‘identidad’ de quien lo pudiere adoptar. En cuanto a no usar animales… pues obvio. En cuanto a mi trabajo por los animales, es ad honorem”.
Desde la organización sin fines de lucro que preside y que está compuesta por un nutrido voluntariado ofrecen campañas de difusión, recursos para colegios, trabajos de investigación, asesoramiento jurídico particular y legislativo, cooperación a nivel internacional, “para lo cual estamos en permanente contacto con asociaciones de España, Italia, Gran Bretaña, Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos y Brasil, y coordinación de una red de acción en toda Argentina”, afirma.
Esta ONG -cuyo logo es un perro mirando las estrellas o como bien lo llama “un dibujo que simboliza una utopía”- “nació inconscientemente antes de la decisión de que existiera su logo, ese perro, mucho antes. Tal vez nació el día en que me miró un caballo atravesado por el bocado y las anteojeras, o al ver un camión de vacas rumbo al horror del matadero, o ante la tumba de un compañero perro… cuando no encontraba justicia en una denuncia penal... O el día en que me di cuenta de que la falla era estructural”.
Aboglio, también revela que aquel sueño de fundar su organización se debió a que “¡quería plasmar una voz! No la mía sino la de ellos y ellas, animales, para que sea escuchado su propio lenguaje y se los libere de este derecho que nos hemos arrogado para dañarlos. Esto implica reconocer que son inteligentes y tienen su propia visión del mundo, que su vida les pertenece y su hogar, también. No fue fácil empezar en Ánima, por varias razones. Lo más importante como tarea inicial era esclarecer el problema, centrarlo en la opresión y no en la cordialidad que se pudiera tener o no para tratarlos ‘humanitariamente’”.
Para Any, como sociedad, “estamos atravesando una crisis civilizatoria que es consecuencia de esta posición jerárquica que asumimos respecto de los demás animales y de la naturaleza. No es solo una pandemia. Es el comienzo de un planeta inhabitable que llegará a costa de muchísimo sufrimiento animal humano y no humano. Nos quieren convencer de que hay que seguir por esta misma vía, incluso hasta reforzarla. Creo que es hora de rechazar este modelo depredatorio y patriarcal radicalmente”.
A la hora de dejar un mensaje a las nuevas generaciones, les pide: “Imaginen un mundo donde el dominio y la explotación animal no existe y que trabajan para que suceda. No es cuestión de autotitularse ‘vegano’, ‘vegana’ o ‘vegane’... Vivan con una visión de comunidad con todo lo viviente donde se establezcan relaciones de no apropiación y uso de los demás, incluyendo a los humanos, por supuesto. Defiendan a los otros animales y al abolicionismo vegano aceptando que vivimos en un presente de pobres ‘soberanos’, que pretendemos negar el sufrimiento de nuestra propia condición de vulnerabilidad. Y les diría también que no se enreden en falsos problemas ni se sientan obligados a contestar todas esas preguntas que generalmente hacen quienes pretenden conservar sus privilegios”.
Las nuevas generaciones, a las que Aboglio se refiere, usan las redes para difundir el veganismo. Estos meses de pandemia fueron utilizados para hacer de ella la nueva manera de “activar” desde cada ámbito: debates, entrevistas, foros virtuales y siento de videos en los que cada uno expone desde recetas hasta sus ideas sobre ser vegan y los derechos de los animales fueron viralizados.
“La palabra carne no existe. Lo que hay ahí es una falsificación, lo que hay ahí es una víctima y no una cualquiera: es la víctima de un asesinato”. Ana María Aboglio en su discurso por el Día del Animal, 29 de abril de 2012 .
Facundo Palomino: el deportista que afrontará el desafío de unir corriendo Buenos Aires y Ushuaia “por los animales”
“Cuando me preguntaron hasta dónde era capaz de llegar por los animales, respondí: ¡Hasta el fin del mundo!". Lo cuenta, casi con la voz quebrada, porque de esa afirmación nació el desafío en el que dejará todo de sí con el único objetivo de demostrar que un deportista (practica el arte marcial Muay Thai y es guardavidas, nadador de rescate y profesor de Yoga) puede lograr cualquier meta que se proponga alimentándose a base de vegetales. Y porque su corazón late con el galope del recuerdo de aquellos animales rescatados que tanto cuidó y que debido a las secuelas de la explotación humana no lograron sobrevivir y conocer la libertad.
Su desafío: Gaia 2021, hasta el fin del mundo (por los animales). Así se llama. Facundo unirá en una carrera solitaria Buenos Aires y Ushuaia, distantes a 3.078 kilómetros por la RN3. En caso de tomar otro camino, lo que es muy probable, los kilómetros serán cerca de 4 mil porque su deseo es también honrar a la Madre Tierra y sentirse parte de los protectores del planeta, de la diosa griega Gaia.
Cuando continúa hablando sobre su sueño, Facundo trasmite mucha emoción al momento de contar sobre el logo de su desafío (que busca sponsors que lo ayuden a atravesar el largo camino): él es la silueta humana que corre acompañado por aves, un caballo, un toro, una gallina, un perro, un gato, un ratón, un cerdo... y hasta lo acompaña un cóndor. “Son los espíritus de todos los animales asesinados que me acompañarán; así lo siento y ello me llena de fuerzas, de una fuerza extra”, revela el hombre que a los 7 años le dijo a su madre que no quería comer carne. La que lo esperará a final del recorrido será una bandera con el símbolo vegano que implora por la liberación animal.
“A los 7 años, cuando supe a quiénes me ponían en el plato, decidí dejar de comer animales. Por suerte mis padres respetaron mi decisión y fui vegetariano hasta la adolescencia porque cuando comencé a entrenar y a competir en artes marciales y natación apareció en medio la querida medicina y por imposición de un médico comí proteína animal, si bien fue en poca cantidad, y la hice parte de mi dieta hasta los 18 años cuando ya siendo mayor de edad volví a cuestionarme ese consumo y a investigar más. Ya había más información en Internet y especialistas en el tema. Así volví al vegetarianismo, por 3 años. Luego vi un video del activista Gary Yourofsky, El mejor discurso que jamás escucharás, y pese a que consumía muchos huevos, leche y quesos, desde ese día, hace 9 años, decidí hacerme vegano”.
Justamente para celebrar su década vegana, Facundo planea el desafío Gaia 2021. “El año que viene cumplo 10 años como vegano y para mí es una fecha muy importante. Si bien siempre trabajé con el cuerpo y tuve desafíos físicos personales, en todos ellos el veganismo estuvo presente porque en cada cosa que hice, como guardavida, nadador de rescate y peleador, escuchaba decir: ¡Mirá al vegano! Y ello era el motivo de charla en cualquier momento porque los oponentes se preguntaban cómo podía verme así, moverme de tal manera, ser fuerte o nadar tan rápido sin consumir animales”, cuenta.
Lejos de sentirse apenado por esa constante mirada sobre sus hombros, lo tomó como un incentivo. “En mi entorno siempre tuve que demostrar que se puede perfectamente tener una vida vegana y ser fuerte y sano, pero ahora en honor a estos 10 años, quise expandirlo mucho más y quiero llevar el mensaje más allá: a todo el país y por qué no al mundo para que las demás personas se cuestionen un poquito cómo puede ser que alguien haga todo lo que hago sin la famosa proteína animal y para que se sepa que aquello que escuchamos desde nuestra infancia por parte de los médicos y el común de la gente, quizás no sea así”. Éste va a ser el primero de varios desafíos que tiene y todos con el mismo objetivo: enviar un mensaje de empatía y acercar el veganismo a las personas, además de derribar mitos.
De cara a Gaia 2021, hace tres meses comenzó su entrenamiento guiado por el representante olímpico y multipremiado maratonista Indio Cortínez y equipo. “Cuando caí en su centro, donde entrena a sus deportistas, diciendo lo que quería hacer y el motivo ¡me miró raro! -el recuerdo le genera risa-. Y como también es kinesiólogo y en su centro tiene cantidad de máquinas, me probó… La prueba física fue terrible, pero yo, estoico, la superé sin complicaciones. Recién entonces lo convencí”. Desde ese día entrena todos los días corriendo más de 15 kilómetros en distintos terrenos, a veces en doble turno.
Facundo confía en sí mismo y tiene “mucha esperanza” en lograr su meta sobre todo porque no es solamente suya y no lo hará solo por él. “Cuando corro pienso en los animales cuando corren en libertad... ¿hay algo más hermoso que ver a un caballo correr libre? Y me sale una fuerza que, te juro, es indescriptible. Es esa fuerza que apareció otros momentos de mi vida y circunstancia de pruebas físicas, pero ahora es más constante. ¿Viste la imagen del proyecto? Soy yo corriendo junto a la silueta de los animales... Siento que tengo la fuerza de los espíritus de los animales adentro mío porque sin quererlo, o tal vez queriéndolo, este desafío dejó de ser mío y no es por mí que corro, no. ¡Corro por ellos! Porque sueño con que llegue el día que todos los animales puedan correr libres”.
Emocionado por aquello que reveló en confianza y con la ilusión de un niño que revela sus metas, Facundo (que desde hace 5 años también es voluntario del santuario El Paraíso de los Animales) asegura que “no me imagino mi vida sin ser vegano”.
Sobre el final de la entrevista, reflexiona: “Creo que una vez que tomás conciencia de que lo que estás comiendo en realidad fue un ser que sentía, que tenía sus propios intereses, que sufrió esa muerte y que no quería morir, es impensado volver atrás. El veganismo es mi vida y toda mi vida gira entorno al veganismo porque desde que entreno, relacionándolo con el deporte, lo siento como una fuerza extra que siempre tuve, justamente, por sentir la responsabilidad de tener que dar el ejemplo con lo que hago físicamente, cuando entreno y en cada disciplina que haga porque siempre va a estar esa mirada evaluadora que diga que si algo me sale mal es por mi alimentación, por eso quiero que quede claro que la alimentación vegana no solo traerá beneficios sino que logra que, físicamente rinda más. Además, agradezco al veganismo por haberme dado la oportunidad de conocer a muchísima gente con la misma convicción".
El desafío “Gaia 2021, hasta el fin del mundo (por lo animales)” se realizará en el segundo semestre del próximo año.
“No me imagino mi vida sin ser vegano. Creo que una vez que tomás conciencia de que lo que estás comiendo fue un ser que sentía, que tenía sus propios intereses, que sufrió esa muerte y que no quería morir, es impensado volver atrás”. Facundo Palomino Uriarte, a meses de unir Buenos Aires y Ushuaia corriendo "por los animales.
Sebastián Bustamante: creador del “Campamento Vegano” y una de las voces más escuchadas en las redes que invita a debatir sobre veganismo
“Lo mejor que me llevé del Campamento Vegano fue el agradecimiento de un montón de personas muy jóvenes porque, actualmente, el veganismo está penetrando las nuevas generaciones, en chicos que recién están desarrollando sus personalidades y en la búsqueda de saber quiénes son y cuando les llega todo esto deciden cambiar de hábitos y expresan la necesidad de vincularse con otras personas que sientan las mismas inquietudes. Con esa gratitud me quedé porque la posibilidad de ayudar en el vinculo de otras personas es muy gratificante y todos tenemos el deseo de hacer nuevos amigos, cosa que nos ayuda a reforzar lo que queremos”, dice seguro Sebastián Bustamante (39), administrador de empresas con posgrado en Dirección de Proyectos Digitales y creador del evento Campamento Vegano que tuvo su primer edición en diciembre de 2019.
Sebastián es vegano desde hace más de 5 años y llegó a este camino de la mano de una pareja vegana. Él siguió indagando, informándose de qué se trata el veganismo y, sobre todo, comenzó a buscar información sobre el padecimiento a que son sometidos millones animales utilizados a diario y reducidos a productos e ingredientes.
Con toda la información en su mente, y tras el gran impacto que eso le generó, entendió que haber dejado de participar de esa explotación, que considera innecesaria (sobre todo en el año 2020), no era suficiente y que debía hacer más porque “ser vegano es lo mínimo que podemos hacer por los animales”, sentencia.
“Yo consumía mucho de los productos que provienen de la explotación de los animales no sólo a través de la alimentación sino del entretenimiento, productos de higiene y cosmética, básicamente todo lo que hoy rechazo. A partir ver muchos documentales e informes y tener el conocimiento de esta nueva verdad que comparto, decidí dejar de consumir aquellos productos y servicios, pero con el tiempo me di cuenta que con no sumar a la explotación de los animales no necesariamente los estaba ayudando porque sentí que si bien no estaba aportando a que los siguieran a explotando tampoco estaba haciendo nada para que esa explotación disminuyera. Así fue como, después de un par de años, comencé en el activismo y a dedicar más tiempo a concientizar a las personas”, detalla Sebastián sobre esos primeros pasos como vegano y activista por los derechos de los animales que lo llevaron a convertirse en uno de los actuales referentes, convocado por algunos canales de televisión a la hora de dar debate. Al menos en los programas que quieren exponer el tema con responsabilidad.
Lo que siguió en su vida fue el llamado “activismo de contacto directo”. Esto es hablar con las personas en la calle, entregar panfletos con información, responder todas las preguntas que le hicieran. Y fue un paso: se sumó al Cubo de la verdad, una acción directa organizada por el grupo Anonymous for the voiceless donde exhiben en pantallas imágenes de los mataderos y distintas granjas de explotación animal. Siguieron las marchas y movilizaciones, y más tarde el voluntariado en los santuarios de animales.
En el boom de las redes sociales luego de los minutos en tevé que lo posicionaron como un referente del movimiento iniciado con el nombre veganismo a mediados de la década del 40, pero cuyos conceptos claros son anteriores a la Antigua Grecia. “Empecé a probar en las redes sociales y me di cuenta de que tenía un alcance mayor para generar contenido y con la misma cantidad de inversión de tiempo y energía y el plus de llegar a muchísima más gente. Hoy, vuelco todo mi activismo las redes sociales”. Lo hace desde su cuenta de Instagram @sebas.vegano.
Fue así como durante 2019, junto a un grupo de amigos, comenzó delinear lo que luego fue el Campamento Vegano, realizado en diciembre último. “Es un festival que dura tres días y todo el contenido del evento está destinado a generar conciencia a través de diferentes conferencias. Hablando de nutrición, de veganismo, de ecología. Además hay talleres prácticos donde se les enseña a las persona cómo hacer un queso y leches vegetales, a desarrollar una huerta orgánica, a hacer compost. Todas las actividades están destinadas a desarrollar conciencia. También hay un sector de gastronomía vegana en el que el año pasado participaron varios emprendimientos, a modo de feria, y acompañaron bandas. Fue un momento muy grato para el público vegano que comparte una serie de principios y valores, y que siempre tiene la necesidad de compartir y conocer pares”.
El evento, pese al nombre, no fue exclusivo de personas veganas sino que estuvo abierto a toda la familia y personas interesadas en compartir y conocer de qué se trata este movimiento. “Te diría que en el campamento de 2019, el 50% del público fue vegano y el 50% no vegano. Y justamente eso hizo que un evento de tres días se transformara en un activismo porque todas esas personas no veganas pudieron acercarse, conocer y vivir el veganismo de una manera nueva, novedosa y agradable”, asegura Sebastián sobre esa experiencia que ayudó a otras personas a poner en claro sus propios deseos.
Durante esta cuarentena, por la imposibilidad de volver a realizar activismo en la calle y por el creciente reconocimiento, Sebastián aprovechó las nuevas bondades de Instagram para dar vida a los debates en vivo con algunas personas conocidas de otros ámbitos que en algún momento dijeron algo poco grato sobre el veganismo o contra los animales. La recepción fue tan buena que logró viralizar cada video y logró que figuras como la actriz Verónica Ginás y el actor Emmanuel Danann accedieran a participar. El debate con Danann logró más de 833 mil reproducciones en el canal de Youtube de Sebastián y otros miles lo vieron en vivo.
Su mensaje es claro. “Para mí, el veganismo es una base moral mínima, una postura ética que rechaza cualquier tipo de servicio o producto que venga de la explotación animal porque considera que todos los seres tienen la misma posibilidad de sentir igual que uno. Igual que yo y que vos. En el año 2020, con toda la información que tenemos, con la cantidad del alternativas tanto en la gastronomía, como en el entretenimiento, la vestimenta y todo lo demás, sinceramente seguir perpetuando la explotación de otros seres sintientes es un capricho injustificable”, finaliza.
“El condicionamiento social de explotar animales es algo que se lleva generacionalmente hace muchísimo, pero hay que deconstruirse. Y esa palabra que se puso tan de moda en los últimos años es todo un trabajo para algunas personas. Quienes somos veganos tenemos por delante el desafío de percibir toda esa crueldad, esa violencia, esa injusticia que nosotros conocemos, que sabemos que sucede alrededor nuestro y traducirlo en un mensaje de empatía, de compasión y de justicia intentando que nuestras emociones no se metan en el medio”. Sebastián Bustamante, activista por los derechos de los animales y creador del Campamento Vegano.
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