Si hay algo certero sobre esta pandemia por COVID-19 que abarca a casi 200 países en los últimos 11 meses, además de los 45 millones de infectados y más de 1,1 millón de muertos, son los problemas en la salud mental. Numerosos estudios científicos nacionales, regionales e internacionales realizados en los últimos meses remarcan esta situación para millones de personas que han debido sobrellevar el impacto que ha generado el coronavirus, especialmente en las aquellas más vulnerables que han transitado meses de incertidumbre, miedo, parate económico, restricción de libertades de circulación, escasez, distanciamiento social, entre muchas otras medidas.
Con la mirada puesta en los problemas de salud mental que generó la actual pandemia por COVID-19 que estamos transitando en todo el mundo, la Fundación Ineco junto al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) organizó el primer Simposio virtual internacional de Neurociencias y Bienestar, con los mejores expertos argentinos y reconocidos profesionales del exterior. La temática abordada mediante el título “Construyendo la neurociencia del bienestar durante y después de la pandemia”, se centró en buscar las herramientas que la sociedad necesita para preservar el bienestar mental durante estos tiempos de coronavirus.
El neurocientífico y fundador de la Fundación Ineco, el doctor Facundo Manes, que planteó los desafíos que encaramos durante la pandemia y qué podemos esperar del día después cuando la misma finalice. “En los últimos tiempos las neurociencias emergieron para tratar de desentrañar los varios enigmas que plantea el cerebro. Muchos expertos en neurociencias han tratado de abordar científicamente al bienestar en los últimos años. Aunque el bienestar es un concepto amplio o vago, es posible encararlo desde la ciencia. Cuando hablamos de bienestar, abordamos el tema de felicidad y la ponemos en relación con tradiciones. Uno de los focos de investigación se centra en el placer y el deseo. Existe una determinación de los circuitos de recompensas en la base del cerebro que son mecanismos del placer que se encuentran comunicados mediante neurotransmisores o mensajeros químicos. Cuando los investigadores preguntamos a nuestros pacientes ¿cómo alcanzan la felicidad o bienestar?, algunos nos dicen con más dinero, a través de una conquista amorosa, en la realización de un viaje, etc. Pero resulta que luego de su respuesta les volvemos a preguntar: ¿Y después de lograrlo, qué? Porque cuando alcanzamos una meta es claro que no nos quedamos conformes y buscamos otra u otras más, sin experimentar el bienestar que perseguimos continuamente”, afirmó Manes.
Y agregó: “En los últimos años aprendimos que nuestro cerebro se transforma de manera constante a lo largo de la vida y que cada uno de nosotros puede influir de manera positiva en este cambio permanente. Las decisiones influyen en nuestra salud y bienestar. La genética explica parte de nuestro bienestar, alrededor de un 30%. Pero la ciencia avanzó y determinó que se puede ampliar ese porcentaje mediante acciones que nos reporten satisfacción y felicidad. Así, nuestro bienestar en parte se construye”.
¿Cómo lo hacemos? Podemos hacer mucho para alcanzar el bienestar. Algunas de las herramientas que propone Manes son:
-Aceptar y experimentar nuestras emociones negativas.
-Trabajar la manera en que pensamos y expresamos nuestros sentimientos. Es una revaluación cognitiva de nuestras emociones, por ejemplo, al cambiar las situaciones de la manera que sentimos y pensamos.
-Establecernos metas posibles
-Saborear y disfrutar los momentos más simples de la vida
-Realizar actividades saludables, como la actividad física, dormir por lo menos 7 u 8 horas, tener una dieta saludable
-Manejar el estrés y saber decir que no en algunas situaciones. Saber manejar nuestras expectativas
-Ser más resilientes
-Disfrutar el presente hace que nuestro cerebro sea más productivo. Nuestra mente está siempre pensando en la próxima tarea. Pero eso no nos hace disfrutar el presente. Evitar la multitarea, puede hacernos más felices y exitosos.
-Ser agradecidos y valorar lo que se tiene: Muchas personas creen que por el hecho de lograr un objetivo, se logra la felicidad. Lo importante es ser feliz en el presente y recorrer el hecho. Porque luego de obtener algo siempre se quiere más.
-Ser altruista: el altruismo activa regiones del cerebro que dan placer. Un cerebro infeliz es menos inteligente, menos productivo.
-Tener más relaciones humanas, inclusive en épocas de pandemia. Las relaciones íntimas y afectuosas son uno de los valores más importantes que nos da bienestar. Debemos consolidar los vínculos humanos, aunque sea de modo virtual si no se pueden ver o están imposibilitados de estar juntos.
El doctor Renato Oliveira e Souza, jefe de la Unidad de Salud Mental para la Región de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) explicó en su ponencia “No hay bienestar sin salud mental”, que hoy el mundo se encuentra en una situación compleja en razón de la pandemia de COVID-19 con muchas consecuencias directas en la salud mental.
“Reacciones comunes como el miedo, la angustia y la incertidumbre se observan en aumento, al igual que el estigma social y la exclusión. Todo esto nos trae muchos trastornos mentales. A la par, existen desafíos como la sobrecarga de información, rumores de noticias falsas, falta de información correcta o precisa que nos generan más estrés y preocupación. Es por ello que es necesario reforzar el enfoque comunitario para ayudar al prójimo, con la mira puesta en la reconstrucción de la salud mental de las poblaciones”, precisó el experto, que ejemplificó con investigaciones concretas realizadas en los últimos meses para convalidar sus afirmaciones sobre la afectación en la salud mental de las personas durante la pandemia.
“Una encuesta nacional en los Estados Unidos informó que casi la mitad (45%) de adultos indicaron que su salud mental se había visto afectada negativamente debido a la preocupación y el estrés por el virus. Otro estudio realizado en Brasil encontró que en la primera etapa de la pandemia por COVID-19, más de la mitad (52%) de los adultos encuestados experimentaron angustia psicológica moderada y el 18% sufrió graves angustias. Un estudio nacional en México concluyó que el 50,3% de los encuestados reportó angustia psicológica de moderada a grave; el 15,7% reportó síntomas depresivos moderados a graves; el 22,6% reportaron síntomas de ansiedad de moderados a graves y el 19,8% reportaron niveles de estrés moderados a graves”, afirmó el especialista.
Y respecto a lo que viven los trabajadores de la salud, Oliveira e Souza indicó que una encuesta de profesionales de la salud en Paraguay encontró que el 32% reportaron síntomas moderados a graves de depresión, el 41,3% de ansiedad, el 27,8% insomnio, el 38,9% de angustia y el 64,3% fatiga compasiva. Otra encuesta realizada en Canadá informó que entre los trabajadores de la salud que asistían a personas con COVID-19, el 47% dijo que necesitaba apoyo psicológico. Otra encuesta regional de la OPS sobre alcohol y COVID-19, evidenció que el 32% de la muestra en 12.328 adultos de niveles de ingresos bajo a medio, reportó al menos un episodio de consumo excesivo de alcohol. Y encontró que es más frecuente en jóvenes de 18 a 39 años. Los estratos socioeconómicos más bajos consumieron menos alcohol y experimentaron más síntomas emocionales.
El trabajo de la OPS durante la pandemia
Respecto al trabajo que desarrolla la OPS en el marco de la pandemia por COVID-19 y en cuanto a las Intervenciones Recomendadas en Salud Mental y Apoyo Psicosocial (SMAPS, por sus siglas en inglés), el experto remarcó que en cuanto al rol de las comunicaciones, es clave desarrollar, adaptar y difundir materiales de comunicación relacionados con el coronavirus. Respecto al fortalecimiento de los sistemas de salud, es necesario trabajar en la capacidad de los sistemas de salud para ofrecer respuestas eficaces del Smaps a la pandemia. Y apoyar la salud mental y el bienestar de los profesionales de la salud, los trabajadores de primera línea, lo gerentes de salud y los responsables de la toma de decisiones. Sobre la inteligencia epidémica es primordial proporcionar orientación técnica para la evaluación rápida de las necesidades y recursos del Smaps, en las áreas afectadas y para el monitoreo de indicadores relevantes. Además, hay que generar evidencia y sistematizar las experiencias de los países.
Para reforzar las medidas de salud pública, es necesario habilitar el soporte digital/virtual para el suministro de intervenciones Smaps y fortalecer su coordinación como una intervención transversal, asegurando su integración en todos los sectores a nivel regional, subregional y nacional.
Para concluir, el experto enumeró los desafíos que quedan por delante. Es clave que los países de bajos recursos o ingresos prioricen su respuesta a la población respecto a los problemas de salud mental, especialmente en la atención primaria. Que los ministerios de salud tengan respuestas coordinadas con datos actualizados para establecer directrices y campañas eficaces. También es importante informar bien a la población en estos momentos de tanta información falsa o imprecisa en circulación.
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