Florencia Colacito tiene 33 años y vive hace un año en Nueva York. En 2015 redactó una publicación que rápidamente se viralizó y que hoy, 5 años después, volvió a resurgir con fuerza en las redes sociales. ¿Qué contó? Lo mucho que sufrió de niña y adolescente los señalamientos y la discriminación por su cuerpo. Asimismo, se refirió a cómo de grande pudo sacarle a cualquier otra persona el poder de odiar su cuerpo, “el día que empezó a amarlo”.
En el texto, publicado originalmente en BuzzFeed, Flor compartió su historia de vida pero nunca se imaginó que años después seguiría tan vigente. “Hace un par de semanas, me escribió una chica por Instagram para contarme que había leído esta nota que publiqué hace cinco años porque en una clase de ESI en su colegio la habían usado para hablar sobre los estereotipos de belleza”, contó a Infobae.
Cuenta por ejemplo cómo teniendo 8 años una nutricionista le prohibió comer una golosina. “Vos no podes, porque sos gorda”, le espetó la doctora a la niña. Los cumpleaños eran situaciones muy estresantes para Flor. Tenía que inventar excusas para explicar por qué no comía y no disfrutaba como el resto de los niños de la comida típica de estas celebraciones. Le daba vergüenza decir que debía cumplir con una estricta dieta a su corta edad.
“Estoy sentada todas las tardes de los viernes en la sala de espera de un dietólogo de moda en los 90 que les da a mis papás unas sopas extrañas como única comida y una especie de tratamiento cosmético con cremas adelgazantes. En la pared hay un cuadro enorme con la imagen de una mujer casi esquelética sostenida con admiración por otros. Voy tantos viernes que memorizo el cuadro”, narró con detalles.
Los años fueron pasando y a su vez cada vez eran más y más los tratamientos y alternativas posibles para controlar su peso a los cuales era sometida. Su familia y parte de su entorno le recordaban lo difícil que sería la vida para ella teniendo sobrepeso y obesidad. Su abuela llegó a decirle: “Nadie se va a querer casar con una chica gorda”.
Luego vino la adolescencia, etapa particularmente cruel de por sí, y con ella las vivencias traumáticas para Florencia continuaron: la llevaron con 16 a un centro de trastornos alimenticios que atiende a chicas anoréxicas, bulímicas y con sobrepeso; con 18 perdió la virginidad de forma poco especial y vive su sexualidad sintiendo y percibiendo que los demás la veían con asco, rechazo, por sus kilos de más.
“Todo parece indicar que nunca voy a poder (ni querer) bajar de peso. Entonces necesito hacer lo que sea, cualquier cosa que se me ocurra para que mi imagen comparta otra palabra con ‘gorda’ como descripción. No como característica, como única definición de mi persona y con una connotación negativa, insultante, como si fuera un pecado. Si estoy en un trabajo, tengo que ser la mejor. Si estoy con alguien, tengo que darle todo. Si soy mala con alguien, tengo que ser excesivamente cruel. Si soy buena, también porque la guardia baja no es una opción. La confianza puede dar lugar a un chiste o comentario sobre mi peso, entonces mejor no. Mejor amarga que gorda. Si el problema soy yo, tengo que buscar como ser mi solución”, narra. Queda claro a esta altura lo mucho que se daña a una persona por señalar aspectos de su cuerpo, gustos, preferencias, o formas de vivir la vida.
Luego de atravesar una crisis amorosa, seres queridos que partieron, relaciones que se terminaron, amistades que se rompen, desempleos, Flor bajó estrepitosamente de peso. “Era la imagen de la tristeza, estaba derrotada, no dormía, comía o vivía, estaba pálida constantemente, casi gris y con la mirada perdida, medicada para no matarme y aún así, la gente me felicitaba por lo flaca que me veían”, reflexiona con pesar.
Tras sobrellevarse a esta gran crisis, encontró espacios nuevos: “Ahora que no soy gorda puedo hablar de mi peso. Entiendo y perdono a mis viejos por la presión constante de adelgazar, porque ellos tuvieron la misma. Las mismas burlas, las mismas restricciones, las mismas asociaciones ridículas de delgadez y felicidad que me terminaron imponiendo a mí, el mismo miedo de que me definiera algo que no es más grande que cualquier otra variable. Hace dos años la quita de la medicación me disparó una ansiedad enorme y engorde 20 kilos en tiempo récord. Fui a clases de baile para bajar la ansiedad y con la vergüenza de mi cuerpo a cuestas. Pero ahí cambió todo”, cuenta en sus memorias.
Una de las frases más fuertes que Flor resalta es: “Lo más noble que podés hacer por vos mismo es ser la persona con la que más te gustaría pasar el resto de tu vida”.
Infobae entrevistó a Florencia Colacito para conocer más sobre su vida, sobre el movimiento Body Positive y cómo vivió 5 años después la nueva viralización de su magistral publicación, viviendo y trabajando desde los Estados Unidos y viendo a la distancia momentos que la marcaron a fuego:
—Actualmente estás allí en Nueva York viviendo y trabajando. ¿Hace cuánto y cómo fue tu experiencia?
—Estoy viviendo en Brooklyn, hace poco más de un año. Vine en julio de 2019, con pandemia incluida. La experiencia hasta ahora viene siendo súper positiva. Tenía ganas de probar vivir en otro lado, era algo que estaba en mis planes hacer en algún momento y justo se dio para venir a vivir acá. A nivel de estereotipos de belleza corporal, acá todavía hay un montón de deudas pendientes como sucede en la Argentina, pero se notan algunas diferencias con respecto a, por ejemplo, que la curva de talles en la mayoría de los negocios es mucho más amplia, a pesar de que existen por supuesto excepciones. Es mucho más fácil para mí y para 10 talles arriba del mío ir a una tienda de ropa y comprar un jean al mismo precio que sale un XS; no llegué a ver situaciones del tipo ‘si este es tu cuerpo esta es la ropa que hay’, como pasa mucho en la Argentina, a pesar de que existe una Ley de Talle, pero no se implementa. Esto implica que si tenés un cuerpo mayor a un talle 42 o 44 tus opciones de ropa son opciones de señora, o alternativas que invitan a disimular o a tapar, cuando acá en Estados Unidos hay una expresión más amplia. Hay algo que entendieron muy bien, que es que la gente no se tiene que adaptar a la ropa sino que la ropa se tiene que adaptar a la gente.
—En el post “Todo menos gorda, lo que pesa son otras cosas” compartiste en 2015 parte de las vivencias que te marcaron a lo largo de tu vida. ¿Cómo dirías que afecta a una persona y a su autoestima el hecho de ser juzgado y señalado constantemente?
—La nota la escribí en el 2015, subida a un colectivo 15 volviendo de un trabajo y se hizo viral en ese momento que para mí de por sí fue una gran sorpresa. Mi pensamiento fue que era un buen momento para contar mi experiencia que nunca se me había ocurrido contar, a propósito de la semana del cuerpo. Para mí, que toda la vida tuve miedo de la palabra “gorda” como insulto como le pasa a un montón de personas también, poder escribir un texto con el título “Todo menos gorda, lo que pesa son otras cosas” era todo un desafío y nunca pensé que se haría viral. Es súper importante que todos contemos desde dónde vivimos nuestras historias. En mi caso considero que la mía es en algún punto colectiva, las cosas que me pasaron a mí le pasaron a un montón de personas, y no. Cada historia tiene sus particularidades, incluso en cómo las contamos, está buenísimo que lo sigamos poniendo en discusión.
—¿Compartís la teoría de los 5 segundos en relación a no hacer comentarios a otra persona de aspectos que en ese tiempo no pueda modificar?
—Comparto absolutamente. Mucha gente se siente con el derecho o en la libertad de poder opinar y decir cosas sin saber cómo está la otra persona para recibirlas con respecto a su modo de vida, su cuerpo, su sexualidad, siento que está dado que está bien decir cualquier cosa a cualquier persona y en cualquier momento. Esto no está bueno porque la vida de cada uno es individual. A menos que estés lastimando a otro con tus acciones creo que nadie tiene nada para decir. También es asumir que la otra persona quiere cambiar algo de su persona que tal vez no quiere, y, ¿por qué debería?
Creo que hay algunos avances en relación a la discriminación. Lo vemos lento todavía. Somos la generación que está viendo parte y parte: por un lado es muy agotador porque se sigue viendo que el cambio es lento, pero por otro lado siento que el trabajo que hacen un montón de personas que usan sus redes sociales -no solo los activistas- para expresar vivencias, usan sus emociones con su cuerpo, sus historias, todo eso está contribuyendo a que haya otras discusiones, a que estas cuestiones estén en agenda. Siento que hace unos años si alguien te hacía un chiste o un comentario gordofóbico todo el mundo se reía por inercia y ahora es mucho más probable que una persona diga ‘esto no está bueno, el desubicado acá sos vos, no la persona que señalás por su cuerpo’. Tengo optimismo y la esperanza de que en unos años esto pase a ser algo tan inaceptado que al que quiera hacer un comentario, burlarse, hacer bullying, le tenga que dar mucha vergüenza hacerlo.
—¿Observás avances en general de la sociedad en relación a la no discriminación/juzgar a otros en la Argentina y en los Estados Unidos?
—Uno de los grandes problemas es que desde que tengo uso de la razón ser hegemónico es un valor en sí mismo, que te permite accesos y es acompañado por un montón de otras conductas que avalan esta teoría. Si sos hegemónico tenés parte de la batalla ganada y si no toda la vida vas a tener que compensar de otras maneras el estar haciendo algo “mal” y algo en dónde “estás fallando”. No sé si hice un click y es que es algo que me dejó de molestar, de hecho me sigo peleando todavía al día de hoy porque creo que hay cosas que dejan marcas muy grandes. Hoy por hoy veo que hay activistas, modelos, influencers que están mostrando otros cuerpos, otras formas de vivir la vida en todos los aspectos.
Esto es muy diferente a lo que concierne a cuestiones de salud. Hay una confusión muy grande que uno puede darse cuenta leyendo los comentarios de cualquier persona que tenga un cuerpo no hegemónico y ponga una foto, un comentario, y al instante tendrá 50 desconocidos diciendo ‘las arterias’, intervención que no le van a hacer a una persona flaca. La salud es algo personal, que no tiene nada que ver con esos comentarios; las y los nutricionistas que están teniendo otros acercamientos a los cuerpos, como es el caso de Jesica Lavia, profesional que habla de reeducación alimentaria, manifiesta con conocimiento que no existen las tablas del peso ideal, que no es representativo el Índice de Masa Corporal (IMC) del estado de salud general de una persona. Esos señalamientos que aún están y son constantes son muy nocivos, agotadores y nos sacan partes de la vida, momentos que tenemos derecho a tenerlos y disfrutarlos como cualquier otro.
—¿Qué le dirías a chicos y chicas que hoy sufren por estos señalamientos?
—Les diría primero que callen a todos los que les hacen estas observaciones. Hablen de lo que les pasa, que hablen con otras personas, con amigos, con sus profesores, sus maestros, padres, tíos, que cuenten lo que les pasa, lo que atraviesan. Siento que no hay lamentablemente en todos, pero muchos tenemos cierto grado de separación con alguien que tiene otra cabeza y que te va a decir ‘la verdad que no, no está mal como sos vos, está mal que alguien te lo señale como si fuera un defecto’. Nada de lo que te vayan a decir te puede definir sin tu consentimiento, nadie te puede decir qué sos, qué no sos, y cómo afecta o va a afectar tu vida quien sos sin que vos lo permitas. Que se pregunten cosas para adentro y no se pregunten para afuera. Detrás de una persona que te está diciendo cosas horribles sobre vos misma hay una persona que está recibiendo también un montón de otras normas y conceptos que tampoco va a llegar a cumplir.
—¿Cómo definirías el movimiento Body Positive y quiénes son tus referentes?
— Soy muy fan de Online Mami. Siento que miro a Online Mami y me inspira muchísimo, me gusta mucho su forma de comunicar. El eje central de su contenido y de su cuenta no es su cuerpo. El mensaje más interesante de todos que cualquier persona puede dar es “además de todo, mi cuerpo es de una forma, pero yo vivo mi vida de esta manera”. Me gusta mucho Eli Masi, persona que admiro muchísimo y es una amiga y comunicadora y que ha hecho videos sobre cuánto le cuesta llevar a cabo su trabajo, por ejemplo al entrevistar estrellas internacionales y tiene que ponerse a pelear contra los comentarios que le van a hacer hirientes, alguna observación malintencionada sobre su cuerpo. Estas cuentas me inspiran en muchos sentidos.
El movimiento Body Positive se vuelve un poco una obligación a veces, el señalamiento de ‘por qué no te querés, por qué no te aceptás’. Estamos todos tratando de hacer lo mejor que podemos, con las cosas que nos pasaron, con la relación con nuestro cuerpo, me encantaría decir que mi relación con mi cuerpo está sanada, pero no, la realidad es que es una cosa día por día, y encontrar maneras de ser menos cruel conmigo misma y no repetir ese discurso que escuché durante toda mi vida de “vos estás mal porque tu cuerpo es este”. Necesitamos más lugares de apoyo, dulzura y amabilidad entre nosotros mismos porque ya el mundo nos está diciendo todo lo contrario y el movimiento Body Positive lo más lindo que tiene es eso: es un lugar en donde uno se siente acompañado y hace que todo sea más fácil, sentirse inmerso en esta red de seguridad, no estamos solos, hay otros como nosotros que luchan a toda edad y todo lo que sea comunicar sobre la vivencia de uno siempre es positivo para otro y para uno mismo; aunque sea difícil y de vergüenza.
—¿Qué cambió en tu vida en estos 5 años y qué mensaje te gustaría dejar?
— En mi caso puntual la sensación de darme cuenta que contar un poquito había hecho un efecto muy positivo, algo lindo, que podía resignificar todos los momentos de dolor, de tristeza, de enojo y de angustia; si uno lo puede transformar en algo que sirva para otros me parece que está buenísimo y es súper importante tratar de hacerlo de la forma que cada uno tenga, la mía es escribiendo. Ahora estoy escribiendo un libro con respecto a toda mi historia de vida, la mudanza de país y un montón de otras cosas. Ver mi texto reflotar después de 5 años me dio la pauta de que hay ganas de seguir leyéndolo, todo pasa con una conversación que yo tengo conmigo misma y que a veces uno piensa, ¿a quién le puede importar? Y la verdad es que hay un montón de gente a la cual le importa e importa.
Mi mensaje sería: depuren de sus vidas y sus redes sociales de gente que les está haciendo sentir que están en falta todo el tiempo; se puede poner la cabeza en otro lado, hay un montón de otras cosas que nos van a volver una imagen mucho más positiva sobre nosotros mismos. A la única persona que le deben una explicación sobre su cuerpo y el estilo de vida que quieran llevar -siempre y cuando no se moleste a nadie y no se haga nada para herir a otros- al único que uno le debe una respuesta sobre por qué tu cuerpo es así y lo querés o no cambiar es a uno mismo.
Fotos: Instagram @florcolacito
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