En 1919, Ginés Aynié, catalán recién llegado, fundó la Talabartería Aynié, dedicada a la realización de objetos de cuero para caballerías y destinada a ser un emprendimiento familiar que fuera heredado por las generaciones que le siguieran. Un oficio marcado por la tradición que remite, por su misma naturaleza, a aquellas llanuras abiertas (elementales, casi secretas, agregaría Borges) de la época gauchesca.
En este contexto, aparentemente inmóvil y rígido, Clara Aynié, primera mujer en la línea de sucesión, lanzó Aynié, una marca de accesorios que nace y se reinventa en la nobleza de la técnica y el material. Moderna y sofisticada, portadora de una elegancia funcional (atributo que no debería faltar ni en una buena cartera ni en una buena montura), Aynié es producto de un proceso de redescubrimiento y revalorización de lo propio, una resignificación de la herencia.
Con un talabartero en su nómina y dirigida por el padre de Clara, Gustavo, la Talabartería Aynié sigue funcionando al 1500 de la calle Ortega y Gasset, como viene haciendo 100 años. En su interior, en un pequeño taller, Clara diseña las carteras, cinturones y pañuelos inspirados en técnicas ancestrales de la región pampeana y, sobre todo, en su historia. La primera pieza nace de en un costurero de su abuela, un origen simbólico, casi metafórico, de lo que significa Aynié. Clara, que todavía estudia diseño de indumentaria en la UBA y trabajó en el equipo de diseño de JT de Jessica Trosman luego de unos años como estilista y asistente en producciones de moda, busca lo que buscan todos los hijos de la tradición: la libertad de encontrarse a uno mismo en su legado.
Con un estilo depurado y sobrio, Aynié es un exponente de lo que podría llamarse chic utilitario, moda moderna limpia, sofisticada y fácil de usar. Hechos con el mismo cuero de la talabartería, curado al natural y poseedor de un rastro noble y primitivo del animal, los diseños de la marca cargan con un misticismo dual: están dotados del sentido que poseen aquellos objetos que simbolizan y dan forma a la identidad y, a su vez, con la fuerza de lo nuevo, del vivir contemporáneo.
El futuro de Aynié se orienta a seguir produciendo en Argentina, dentro del rigor del oficio, con una propuesta de colecciones marcadas por la necesidad, la utilidad y la calidad. Con su proyecto, Clara busca, también, promover un vínculo más estrecho con las cosas (algo de lo que la talabartería bien se jacta ya que produce objetos que pueden superar las cinco décadas de uso), valor necesario e incluso obligatorio para un mundo en el que todo es descartable. Una mirada fresca de lo propio, una reinvención de nuestra identidad, se traduce en una moda que se presta a ser apropiada, accesible en su sofisticación y simplicidad. Aynié es una celebración indiscutible de un pasado que mira con ansias al futuro.
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