El distanciamiento físico, pero no social se ha convertido en uno de los máximos desafíos de la pandemia. Es primordial interiorizar la importancia del distanciamiento físico para evitar exponernos a un posible contagio por COVID-19 o contagiar a otras personas. Sin embargo, el distanciamiento físico no debe entenderse como distanciamiento social. Uno puede estar físicamente alejado de un ser querido, pero en una proximidad o intimidad social. La soledad o el aislamiento no solo tienen consecuencias en la salud mental, sino que también conllevan un posible efecto en el sistema inmune de las personas.
Una investigación presentada recientemente en el Congreso de la Academia Europea de Neurología por la doctora Janine Gronewold demuestra que hay una mortalidad aumentada a futuro de casi un 47% en las personas que se sienten aisladas o solas en relación a las que no. Esta estimación se asocia a los efectos negativos psicológicos vinculados a la soledad sobre el sistema inmunológico.
El aislamiento social se asocia con un mayor riesgo de un evento cardiovascular de más del 40% y una mortalidad por todas las causas que se acerca al 50%, sugiere esta nueva investigación, replicada por Medscape.
“Estos resultados son especialmente importantes en los tiempos actuales de aislamiento social durante la crisis del coronavirus”, dijo Janine Gronewold, PhD, del Hospital Universitario de Essen, Alemania, en conferencia de prensa.
El mecanismo por el cual el aislamiento social puede aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular , infarto de miocardio o muerte no está claro, pero otras investigaciones han demostrado que la soledad o la falta de contacto con amigos cercanos y familiares pueden afectar la salud física, dijo Gronewold.
Los hallazgos se presentaron en el sexto Congreso de la Academia Europea de Neurología (EAN) 2020, que pasó a una reunión virtual / en línea debido a la pandemia de COVID-19.
Para este nuevo estudio, los investigadores analizaron datos de 4139 participantes, con edades comprendidas entre los 45 y los 75 años (media de 59,1 años), que fueron reclutados en el gran estudio comunitario Heinz Nixdorf Recall (HNR). El grupo de estudio seleccionado al azar fue representativo de una zona rural industrial de Alemania, dijo Gronewold.
Los participantes del estudio ingresaron al estudio sin enfermedad cardiovascular conocida y fueron seguidos durante una media de 13 años.
“La salud mental y la salud física se encuentran entrelazadas. Nunca debemos subestimar la importancia de esta relación” destacó el doctor Julián Bustin, médico especialista en Psiquiatría y Gerontopsiquiatría y jefe de la Clínica de Memoria y Gerontopsiquiatría del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO). Asimismo explicó: “Las personas que se sienten aisladas o solas tienen mayores niveles de estrés y eso aumenta los niveles de cortisol y otras sustancias que son inmunosupresores”. Sin embargo, ciertos cambios en el estilo de vida podrían influir en la inmunidad y en la resistencia a las diversas afecciones.
Esto es particularmente importante para las personas mayores ya que con el aumento de la edad, el sistema inmune se somete a un proceso de remodelación denominado inmunosenescencia. Este proceso está caracterizado por el aumento de la susceptibilidad a las infecciones, una reactivación más frecuente de virus latentes, disminución de la eficacia de las vacunas y una mayor prevalencia de autoinmunidad y cáncer. Si bien estos efectos se dan de manera inevitable, el doctor Bustin sostiene que una rutina que contenga actividad física, dieta saludable y un buen descanso pueden contribuir positivamente en el envejecimiento inmune.
De igual manera, durante este período de distanciamiento físico, es crucial fortalecer el acompañamiento social para lograr mantenerse saludable. Si bien la persona puede encontrarse solo/a dentro de su hogar, ello no es condición para que se padezca una sensación de soledad. “La soledad se define como la diferencia entre las relaciones sociales que uno quisiera tener y las que realmente considera que tiene” concluyó el especialista de INECO.
En Argentina actualmente viven más de seis millones de personas de más de 65 años, que representan el 15% de la población. En la ciudad de Buenos Aires, según el último censo realizado en 2018, son 222.550 las personas de 60 años o más que viven solas. Por ese motivo, y en este escenario en donde los casos confirmados por COVID-19 siguen creciendo día a día, más que nunca, debemos estar atentos al distanciamiento físico y la proximidad social, para cuidarnos entre todos.
PAMI fortalece el sistema de salud
Para fortalecer el sistema de salud, PAMI invirtió $420.000.000. El Hospital del Bicentenario de Ituzaingó, localizado al oeste del conurbano bonaerense, se puso en marcha a principios de agosto para seguir fortaleciendo el sistema de salud, que pese al incremento de camas está en una situación crítica, especialmente para la población adulta mayor.
Según especificaron a Infobae desde PAMI, se abordó la pandemia con una política central: ampliar la infraestructura no solo con la puesta en marcha de hospitales propios sino con la contratación de nuevas clínicas, ambulancias y personal para atender las líneas de teléfonos de emergencias, lo que permitió ampliar la capacidad de atención con más camas, tecnología médica y profesionales.
“Esta estrategia permitió dotar con más de 1.000 camas tanto al sistema público como al privado y significó una inversión de más de $420.000.000”, detallaron desde el organismo.
“Desde que asumimos la gestión nos comprometimos a mejorar el acceso a la salud de nuestras jubiladas y jubilados y estos nuevos centros de atención son la prueba de que estamos cumpliendo. Sin embargo, este esfuerzo no hubiéramos podido llevarlo adelante sin la ayuda del Estado nacional”, dijo a Infobae Luana Volnovich.
El hospital de Ituzaingó inició en agosto sus actividades como un centro de salud cerrado para la derivación de pacientes con COVID-19, pero se proyecta como un hospital general, especializado y de referencia para toda la región con alcance a 2.500.000 habitantes de 10 municipios bonaerenses.
Es el segundo centro de salud de estas características que PAMI pone en marcha en lo que va de 2020, tras el inicio de las actividades del Hospital de Alta Complejidad del Bicentenario Esteban Echeverría, cuyas obras se habían paralizado en 2016.
El hospital de Esteban Echeverría se encuentra ahora en pleno funcionamiento para atender casos de COVID-19 y recibe en estos momentos, ante la falta de camas, un 20% de la población afiliada residente en la Ciudad de Buenos Aires.
“Todas estas obras que estamos haciendo a contrarreloj para fortalecer el sistema y dar respuesta a la pandemia van a quedar. Son hospitales que van a quedar para las personas afiliadas, para mejorar su atención y su acceso a la salud”, destacó Volnovich.
También forman parte de esta red de fortalecimiento el Hospital César Milstein en la Ciudad de Buenos Aires; el Policlínico II de Rosario y el Hospital Bernardo Houssay de Mar del Plata.
Para hacer frente a la complicada situación sanitaria, PAMI diseñó cuatro Centros COVID leves: el Centro de Promoción, Prevención y Rehabilitación del Hospital Milstein con 25 camas, que proyecta llegar a 59; uno en la localidad de Temperley con 24 camas; otro en Hurlingham, con 24 camas, y un tercero en Lanús con 100 camas; estos tres últimos próximos a inaugurarse.
También en el sector privado, PAMI realizó no solo obras de infraestructura sino que otorgó equipamiento sanitario, como en el caso de la ex clínica Estrada de Lanús y la ex clínica San Carlos de Escobar, hoy Hospital Municipal Néstor Kirchner, entre otros centros de salud de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense.
La Dirección Ejecutiva de PAMI informó a su vez que instrumentará un pago de $80.000 a los prestadores por cada paciente internado con diagnóstico de COVID para fortalecer el sistema de salud y mejorar la calidad de atención a las personas afiliadas.
Con esta medida, se busca acompañar a su red de prestadores para que puedan hacer frente a la pandemia, que requiere de una mayor cantidad de insumos para la atención de las personas afiliadas, como elementos de protección personal e hisopados.
“Esta medida se suma al esfuerzo que el gobierno nacional viene haciendo en materia de subsidios como el ATP (Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción). Una mejor calidad de atención requiere una mayor inversión y eso es lo que estamos haciendo desde la obra social”, precisó Volnovich.
Además, PAMI en conjunto con el Ministerio de Salud de la Nación brindará asistencia a aquellos prestadores que requieran equipamiento para poder aumentar su capacidad y mejorar la calidad de la prestación.
Con información de INECO, Medscape y PAMI
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