A medida que el COVID-19 se sigue expandiendo por el mundo, la cantidad de personas que se quejan en las redes sociales por tener que permanecer en sus casas durante un prolongado periodo de tiempo aumenta. Podría pensarse que, para muchos hijos a los que las largas horas fuera de casa por motivos laborales o de estudio los privan de un mayor tiempo compartido con la familia recibirían esto como una bendición, una oportunidad para reafirmar los lazos. Sin embargo, por lo contrario muchos jóvenes que han estado en cuarentena con su familia, se han dado cuenta de que es hora de mudarse.
Las familias viven juntas por varias razones: para ahorrar dinero, sumar recursos, por cuidado infantil o de adultos mayores o simplemente cuestiones culturales. Es una práctica que ha ido al alza desde la década de 1980, y particularmente desde la recesión, de acuerdo con los expertos.
Para muchos jóvenes de la generación millennial, las opciones de vivienda pueden ser muy limitadas. A menudo, son conocidos como “la generación de los alquileres”. Las cifras han demostrado que un tercio de los millennials nunca podrán ser dueños de su propia casa y probablemente alquilarán la mayor parte de su vida. Estas estadísticas son una de las principales razones por las cuales muchos de ellos aún viven con sus padres.
“La convivencia entre generaciones está siendo cada vez más difícil. La pandemia despierta muchas emociones en los jóvenes en el sentido de que buscan nuevas alternativas y quieren tomar distancia de los padres. La cuarentena en sí, solo es una excusa. A lo mejor, el hecho de estar en familia hace que los jóvenes puedan replantearse su futuro. Llega un momento en que los hijos quieren separarse de los padres y no encuentran la manera o la oportunidad de hacerlo o decirlo“, aseveró a Infobae Nora Koremblit de Vinacur, ex secretaria del Departamento de Niños de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Las circunstancias extraordinarias de cuarentena y aislamiento social generaron un cambio en las rutinas diarias y obligaron a las personas a adaptarse a una nueva modalidad de convivencia familiar, durante las 24 hs del día los 7 días de la semana. En este contexto de incertidumbre, el estrés y el aislamiento, se puede generar una activación emocional importante, en la que los sentimientos de enojo, irritabilidad, tristeza y ansiedad pueden influir en la relación familiar, aumentando el nivel de conflicto. Este escenario requiere la utilización de recursos que permitan adaptarse a la nueva situación y que promuevan el desarrollo de la resiliencia y la salud emocional familiar.
Las tensiones pueden aumentar por las presiones del encierro. Estar encerrados con sus padres y familiares durante semanas puede resaltar la falta de espacio personal de los millennials. Además, al igual que con cualquier vivienda compartida, una de las mayores fuentes de tensión ha sido la comida y las comidas. Los estudios encontraron que un tercio de los argumentos de encierro se han librado en la cocina.
Existe la sensación de que alejarse de sus padres podría nutrir su relación, ya que no estarán en el camino del otro todo el tiempo. Sin embargo, aunque el deseo de mudarse puede ser fuerte, sigue siendo un movimiento arriesgado para los jóvenes, y es más fácil decirlo que hacerlo. Vivir con tus padres no siempre es estresante; hay momentos reales para ser atesorados. Igualmente, para muchos jóvenes, la cuarentena ha demostrado que finalmente es hora de abandonar el nido.
Cómo ha cambiado la salud mental de las distintas generaciones debido al brote de coronavirus
La batalla para detener la pandemia de coronavirus, librada con distanciamiento social y aislamiento forzado, está cobrando un precio psicológico que algunos especialistas advierten que podría provocar otra crisis, una de salud mental.
La pandemia de coronavirus no solo ha amenazado la salud física de millones, sino que también ha causado estragos en el bienestar emocional y mental de las personas en todo el mundo. Los sentimientos de ansiedad, impotencia y dolor están aumentando a medida que las personas se enfrentan a un futuro cada vez más incierto, y casi todos han sido afectados por la pérdida.
El coronavirus ha sumido al mundo en la incertidumbre y las constantes noticias sobre la pandemia pueden parecer implacables. Todo esto está afectando la salud mental de las personas, independientemente de si tienen una enfermedad mental diagnosticada.
Nuevos gráficos de la NRC Health, una compañía británica que se centra en recopilar grandes volúmenes de datos de consumidores de atención médica, muestran cómo la salud mental de cada generación se ha visto afectada por la pandemia de coronavirus. Según los hallazgos revelados por la investigación, la generación Z, millennials, generación X, baby boomers y la generación silenciosa informaron sentimientos de ansiedad y depresión.
Los autores dicen que los hallazgos no son sorprendentes y que se espera que los adultos se sientan ansiosos por que sus vidas han dado un giro tan abrupto durante un período de tiempo tan corto, ya sea con respecto a las órdenes de quedarse en casa, perder sus trabajos o temer enfermarse.
Para el informe, titulado NRC Health National Study, el equipo encuestó a 2.000 personas entre el 3 y el 7 de abril. Los investigadores primero preguntaron cómo había cambiado la salud mental de los encuestados, incluidos los sentimientos de ansiedad o depresión, debido a la crisis de COVID-19.
Más del 40% de todas las generaciones dijeron que su salud mental había “empeorado” durante la pandemia. Casi la mitad de la generación Z y los millennials informaron un empeoramiento de los sentimientos en comparación con el 40% de la generación X, el 38% de los baby boomers y el 35% de la generación silenciosa. Sin embargo, la generación X tuvo el mayor porcentaje de encuestados, un quinto, que dijo que su salud mental había “empeorado significativamente”.
El coronavirus ha transformado todo lo que creíamos saber sobre nuestra vida cotidiana y nuestra salud en una especie de mundo extraño donde las citas por FaceTime y las compras fundadas en el pánico son la nueva norma. Las encuestas muestran que las personas sienten que su salud mental está empeorando y los gobiernos y las organizaciones benéficas están inventando nuevas formas de tratar de limitar el daño psicológico.
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