Según lo que se observa en el último Boletín Epidemiológico de la Argentina, las tendencias de COVID-19 mostraron una evolución favorable en nuestra población. El enemigo estaría mutando hacia la benignidad. El virus muestra menor letalidad debido a que habría una reacción cruzada con otros coronavirus y a la adaptación del virus al sistema inmunitario del huésped modificando su transmisibilidad y virulencia.
Dado que no era una práctica habitual, la masiva administración de tests virológicos en nuestro país en la población adulta (según cifras del último Boletín se realizaron 279.672 tests, un récord histórico) resulta imposible comparar un virus que es medido con tanta intensidad con otros virus que no eran medidos. Pero, a los fines de encontrar equivalencias, puede ser útil comparar el COVID-19 con dos enfermedades que comparten cuadros clínicos similares: la neumonía y las ETI. Si bien sólo se detectaba el agente patógeno de un pequeño porcentaje de las mismas, se sabe que este grupo de enfermedades también es causado por un conjunto heterogéneo de microorganismos.
Tanto la neumonía como la enfermedad tipo influenza han sido notificadas con alta frecuencia en los boletines epidemiológicos a lo largo de los años y en el DEIS se encuentra la cuantificación de casos fallecidos, con lo cual se puede extraer el cálculo de fallecidos sobre casos, a través de estas fuentes fiables de información. A los efectos de comparar el grado de gravedad de la nueva enfermedad en nuestra población, se calcula que del total de casos notificados de COVID-19, han fallecido un 1,8%. Si se acumula la cantidad de casos y de decesos de los pacientes de ETI y Neumonía (notificados por el Ministerio de la Nación durante 2015 a 2017, de modo de obtener un gran volumen muestral), el porcentaje de pacientes fallecidos a causa de estas enfermedades, fue del 2,6%.
Respecto al promedio diario de muertes, en 2016 hemos tenido un promedio de 92 muertes por día a causa de neumonía e enfluenza. Desde el 3 de marzo hasta la fecha, el promedio de muertes por COVID-19 en nuestro país ha sido de 21.
En relación a las edades, en 2017, un 88% del total de pacientes con neumonía e influenza tenían más de 65 años y 1% tenía menos de 19 años. Respecto al COVID-19, de la cantidad de casos notificados al 18 de julio (publicados por el senador Martin Barrionuevo en base a información del Ministerio de Salud), un 74% de los fallecidos de COVID-19 del país tenían más de 65 años y sólo un 0,5% eran menores de 19 años.
Según el Boletín, la mediana de edad de los casos fallecidos de COVID fue de 74 años. La diabetes, la insuficiencia cardíaca y la obesidad fueron los factores de riesgo asociados que se presentaron con mayor frecuencia en los casos fallecidos.
Las ETI siguen siendo las infecciones respiratorias más frecuentes
Según los números del Boletín Epidemiológico, siguen siendo las ETI (enfermedad tipo influenza) las infecciones respiratorias que afectan a la mayoría de la población Argentina en el acumulado de Enero a fines de Junio de 2020. Durante esos períodos medidos en el boletín, la Enfermedad Tipo Influenza ha concentrado el 64,5% de casos (N=151.189 casos), el COVID-19 (N=41.204) un 17,6%, la neumonía un 9,2% (N=21.580 casos) y la bronquiolitis (N=20.584 casos) un 8,8%. (imagen 3). Si se tiene en cuenta que alrededor del 80% de los pacientes de covid cursan cuadros leves o son asintomáticos, continúa siendo la ya conocida neumonía la infección respiratoria que genera más malestar a la mayor parte de nuestra población.
De la Semana 11 a la semana 26, se incrementó un 5800% el número de Tests de COVID. Desde marzo hasta la semana 26, se realizaron 279.672 pruebas diagnósticas para COVID-19 y 14.932 tests para el virus Influenza.
Respecto a la evolución de las infecciones respiratorias de 2020, se observa desde el inicio hasta la semana 26 que ha aumentado ininterrumpidamente el número de casos de la Enfermedad tipo Influenza.
Mínimo número de pacientes con síntomas respiratorios de los últimos años
En cuanto al número de pacientes con síntomas respiratorios (de neumonía, ETI y COVID-19), aún se registra una importante reducción del número de los mismos, llegando al mínimo valor histórico, disminuyendo respecto a 2016 en un 68%. El aislamiento no sólo ha logrado reducir el contagio, sino que, según estos valores registrados por el Ministerio de Salud, el número de pacientes con síntomas respiratorios es el más bajo de los últimos siete años.
El virus en nuestra población no ha mostrado la virulencia que tuvo en Europa: la explicación científica
Según un estudio de Helene Banoun, investigadora independiente francesa, -con quien coinciden un alto número de científicos -, “un análisis de las curvas de la epidemia en la etapa tardía muestra la evolución hacia la benignidad del virus en todo el mundo. Hay un aumento prolongado de casos nuevos con una disminución constante de casos graves y muertes”.
“El virus se adapta por selección natural al sistema inmune de su huésped (la población humana); es la suma de estas adaptaciones individuales lo que produce la evolución general del virus durante la epidemia. Esta hipótesis es consistente con la Teoría de la Evolución, que a menudo ayuda a resolver acertijos en biología”.
“Además, se ha sugerido inmunidad cruzada con coronavirus del resfriado común. Esto implicaría secuencias virales que codifican la proteína espiga pero también, y lo que es más importante, proteínas no estructurales que podrían interactuar con la respuesta inmune celular (CD4 + y CD8 +).” (Es importante destacar que, según distintas bioquímicas consultadas, los coronavirus, si bien no eran de notificación obligatoria en nuestro país, circulaban hace años causando infecciones respiratorias.)
“Es muy probable que todos los coronavirus del resfriado común, cuando saltaron de animales a humanos (todos son originalmente responsables de las zoonosis), hayan iniciado su curso evolutivo como SARS-CoV-2 con una pandemia como COVID-19. Pero en ese momento, los medios de investigación en virología y biología molecular no existían y no se identificaron. Es muy posible que el SARS-Cov-2 se convierta en un coronavirus común después de las mutaciones.”
“Por lo tanto, parecería confirmarse que el virus emergente se ha adaptado al sistema inmunitario del huésped modificando su transmisibilidad y virulencia”, concluye el estudio científico.
El epidemiólogo de Stanford John Ionnadis ha afirmado hace unos meses que “dado que el riesgo de morir por COVID-19 es bajo, los políticos pueden asegurar al público que nuestros peores temores han terminado”. Hoy, los números observados en nuestro país, confirmarían su hipótesis.
(*) La autora es licenciada en Psicología, ex directora de Proyectos de Nielsen Company, productora y redactora de contenidos. Colaboración/supervisión: médico especialista en Gestión de Salud, Dr. Alberto Curci.
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