Que el coronavirus anida con mayor facilidad y con creciente voracidad en casos de patologías previas es un hecho constatado por estudios diversos casi desde el comienzo de la propagación de la pandemia. Sin embargo quedaba por determinar por qué las personas diabéticas con niveles de glucosa no controlados son más propensas a desarrollar la forma grave de COVID-19.
Se desconoce el mecanismo molecular que subyace a la infección y lo que determina el inicio de la tormenta en pacientes con COVID-19 grave. Un estudio reciente publicado en Cell señala que “los monocitos y los macrófagos son los tipos de células inmunes más enriquecidas en los pulmones de los pacientes con COVID-19 y parecen tener un papel central en la patogenicidad de la enfermedad. Estas células adaptan su metabolismo tras la infección y se vuelven altamente glucolíticas, lo que facilita la replicación del virus”.
Con el progreso de este paso, se promueve la glucólisis. Los cambios inducidos en el metabolismo por la infección inhiben directamente la respuesta de las células. El valor de esta confirmación no sólo aplica para la prevención y protección de los enfermos propensos a registrar altos índices de glucosa, sino que alerta sobre posibles nuevas estrategias de tratamiento del coronavirus.
Como una enfermedad altamente infecciosa, existe una necesidad urgente de nuevos enfoques terapéuticos para tratarla. “Por qué ciertos individuos son más propensos a desarrollar la forma severa sigue siendo difícil de comprender -sostienen los especialistas Ana Campos Codo, Gustavo Gastão Davanzo, Lauar de Brito Monteiro , Helder I. Nakaya, Alessandro S. Farias y Pedro M. Moraes-Vieira, autores de dicho revelador estudio-. Las personas obesas y diabéticas con niveles de glucosa en sangre no controlados tienen un mayor riesgo de desarrollar la forma grave de COVID-19.
Coincidencias internacionales
La cuestión diabetes parece haber sido un estallido global, ya que en coincidencia con la distribución de este paper, se sucedieron profesionales que expresan su concordancia, a tal punto que se encuentra en evaluación un paso superador: la evidencia de los estudios de tejidos en algunas personas con COVID 19 se muestra que el virus daña las células productoras de insulina, lo que podría desencadenar una diabetes.
“La diabetes es dinamita para quien se contagia con COVID 19 -advierte Paul Zimmet, estudioso de la enfermedad metabólica en la Universidad de Monash en Melbourne, Australia-. Hemos comenzado a pensar que la diabetes no solo hace que las personas sean más vulnerables al coronavirus, sino que el virus también podría desencadenar la diabetes en algunos. La diabetes en sí misma es una pandemia al igual que la pandemia de COVID 19. Las dos pandemias podrían estar chocando”.
La causa de estas dudas se basan en una serie de personas que han desarrollado diabetes espontáneamente después de haber sido infectadas por el virus, sumadas a un número significativamente mayor de personas que han registrado niveles extremadamente altos de sangre. azúcar y cetonas, que se producen a partir de depósitos grasos en el hígado. Cuando el cuerpo no produce suficiente insulina para descomponer el azúcar, usa cetonas como fuente alternativa de combustible. “En ciencia, a veces hay que comenzar con muy poca evidencia para perseguir una hipótesis”, dice Zimmet.
Otros especialistas se muestran más cautelosos. “Necesitamos vigilar las tasas de diabetes en aquellos con COVID-19 previo y determinar si las tasas suben por encima de los niveles esperados”, indicó el especialista Naveed Sattar de la Universidad de Glasgow, Reino Unido. “Para establecer un vínculo, los investigadores necesitan evidencia más sólida -advierte Abd Tahrani, clínico-científico de la Universidad de Birmingham, Reino Unido-. Se necesitan estudios de cohorte epidemiológicos bien construidos y estudios mecanicistas y experimentales”.
Riesgos mutuos
COVID-19 es un impulsor de la mortalidad por trastornos cardiovasculares y/o diabetes, según los diferentes especialistas han detectado a partir de los sucesos. “Se ha demostrado que la mortalidad por estas enfermedades ha aumentado de forma directa o indirecta por la infección”, expuso en su ponencia el profesor Fernando Rodríguez Artalejo de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid en la última edición del Congreso Nacional de la Sociedad Española de Diabetes (SED). El riesgo, a la par, radica en el escaso diagnóstico de esta patología. Alfonso López Alba, especialista de dicha entidad, asegura en, por ejemplo, en España; “el 40% no está diagnósticado”. Esto podría explicar la aparición de “nuevos”enfermos de diabetes al ser analizados por su contagio con COVID-19.
En Argentina los guarismos indican que padecen diabetes cerca de 1 millón y medio de personas y existen alrededor de 720.000 casos no diagnosticados.
“Las personas con diabetes tienen un mayor riesgo de infecciones y, una vez adquiridas, generalmente contraen infecciones más graves y tienen un aumento mucho mayor en la mortalidad, en comparación con los pacientes no diabéticos. Esto ciertamente demuestra la regla con SARS- CoV-2”, sentencian los investigadores Caio Henrique Mazucantiy Josephine Mary Egan en el artículo publicado por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, donde vinculan ambas dolencias.
En concordancia con estas novedades internacionales, la directora general de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) alertó que “tres de cada diez personas en América, es decir unos 325 millones, corren el riesgo de enfermarse gravemente de COVID-19 debido a que padecen males crónicos” entre ellos la diabetes.
La coordinadora del Programa Nacional de Diabetes, Julieta Méndez, instó a que los que padecen diabetes “mantengan un adecuado control de la glucemia, extremen el aislamiento social, sostengan el régimen de medicación prescrito y una alimentación saludable”.
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