“Siento que necesito un día de 30 horas”. Al parecer, la frase dicha por la mayoría de las mujeres no es sólo “una manera de decir”; y el aislamiento social obligatorio que se impuso como medida para frenar el avance del coronavirus generó -como efecto colateral- la visibilización para muchos hombres de lo que ocurre en sus hogares mientras ellos están trabajando.
Incluso en las familias donde la mujer también trabaja fuera de casa (la gran mayoría hoy en día) es ella quien lleva la mayor carga si del cuidado de los hijos y las tareas domésticas se habla.
Según los resultados preliminares de una encuesta online que elaboraron desde Grow Género y Trabajo, una organización que trabaja para lograr una sociedad con igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en el ámbito laboral, las mujeres dedican casi dos horas por día más que los varones al cuidado de hijos/as, cerca de una hora más a acompañar a hijos/as en sus tareas escolares y casi una hora más que los varones a cocinar y limpiar/desinfectar.
Los varones, en cambio, en relación a las mujeres duermen más de una hora más por día, le dedican cerca de una hora y media más al trabajo remunerado y realizan casi una hora más de actividades destinadas al ocio y entretenimiento.
En total, las mujeres le dedican a las tareas de cuidado y domésticas no remuneradas, un promedio de diez horas y 24 minutos por día, mientras que los varones les destinan seis horas y 48 minutos. En los hogares con hijos/as menores de 12 años, las horas de cuidado alcanzan las 13 horas en el caso de las mujeres y nueve horas 24 minutos para los varones.
A un promedio de tres horas más a favor de la mujer, la cuenta da que, semanalmente, ellas dedican 21 horas más que sus compañeros a las tareas de cuidado y domésticas, 90 más al mes y 1.095 horas más al año.
El relevamiento que midió el uso del tiempo dejó ver, además, que los varones con niños a cargo dedicaban a estas tareas tres horas de su tiempo previo a la pandemia, cifra que aumentó -según ellos mismos- a seis desde la implementación de la cuarentena, sin embargo, no se condice con el tiempo que las mujeres dedican (10 horas) y esa diferencia los varones la usan para dormir más, trabajar más o para el ocio.
En este punto, el usual “no me alcanzan las horas del día” se torna real: todas las personas que tienen hijos/as perciben que su día dura más de 24 horas, sin embargo hay diferencia entre las 26 horas que sienten los hombres que dura su día versus las 30 horas de las mujeres.
“Es evidente que la cuarentena nos expuso a un modo de vida absolutamente distinto, impuesto, pero con marcada intimidad. Creo que estos meses en que las familias estuvieron juntas de una manera distinta a como solían estarlo permitió el contacto con una intimidad que tal vez estaba sólo reservada a los fines de semana e incluso tampoco porque en esas oportunidades se distribuye el tiempo con amigos, y también con la familia extensa”. Para la licenciada en Psicología María Laura Santellán (MN 18841), “este aislamiento permitió que se descubran muchas cosas”. En cuanto a las tareas de la casa, si bien consideró que es una cuestión generacional (una cosa son los hombres de determinada edad y otra los más jóvenes), “ún existe en la Argentina como modelo muy marcado la división de tareas: que las mujeres accedieron al trabajo remunerado es obvio y es así desde hace mucho tiempo pero es verdad que todavía tienen en gran medida la responsabilidad del hogar y de todo lo que atañe al cuidado de los hijos”.
Según la psicoterapeuta cognitiva y docente de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), “debe haber muchos hombres que descubrieron una cantidad de cosas que suceden en sus casas en su ausencia”. “Tal vez las mujeres tienen un poco menos de carga horaria laboral y atienden más las cuestiones del hogar en términos de organización, apoyo y contención de los hijos y creo que hay un descubrimiento por parte de todos”, sostuvo.
El médico psiquiatra feminista Enrique Stola (MN 50747) no cree que sean la mayoría los hombres que se dieron cuenta de la cantidad de tareas que hace la mujer en la casa. “No son la mayoría, pero están aquellos que se dieron cuenta y aumentaron su involucramiento en las actividades de la casa y tienen la sensación de estar en un 50/50, están los que se dieron cuenta y aportan desde el ‘decime qué querés que haga’ y aquellos a quienes el aislamiento no les cambió nada y siguen ejerciendo los privilegios que les da la dominación masculina en detrimento de los derechos de la mujer, que es la que lleva la agenda de las obligaciones y es la garantía de que el hogar funcione”.
“Veo hombres en el supermercado con la lista que hizo la mujer porque es la que sabe, como si ellos no pudieran abrir la alacena y ver qué cosas hacen falta comprar o qué comidas se pueden hacer”, reforzó.
“Las mujeres son más multitasking; creo que el hombre tomó más conciencia y se hizo más cargo de algunas tareas, ahora, de ahí a que esto quede así no creo que sea muy seguro”, opinó en tanto la médica psicoanalista Claudia Borensztejn (MN 51671), para quien “lo que es muy interesante es que en la generación de los hombres que hoy tienen 40/45 años hay más conciencia de trabajar a la par y sobre todo porque la mujer también aporta a la par en cuanto a lo económico”.
“Son hombres que fueron educados por mujeres que padecimos el tener que ocuparnos de todo y dimos una educación más igualitaria, pero aun así hay una mentalidad de siglos en la que el hombre no tiene el concepto del cuidado de la casa en la cabeza”, agregó la presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Para Stola, “la precarización de la vida, las dificultades económicas que en todo el mundo tienen los sectores medios y trabajadores hizo que ningún hombre pueda decir que es quien mantiene su hogar”. “Los hijos e hijas empezaron a ver que la mamá también sostiene el hogar desde fuera de la casa”, destacó el psiquiatra, quien señaló que “en los cambios sociales hay varones que se habitúan a ver que hay que participar y se criaron con un modelo de participación igualitaria de la casa”.
“Creo que es clara la diferencia de género aunque haya verdaderos y fehacientes intentos de que haya igualdad de género. A la Argentina como sociedad le falta mucho para llegar a esa igualdad; lo que se observa es que las mujeres asumen en su gran mayoría el comando de los hijos y del hogar y que los papás permanecen más periféricos -señaló Santellán-. En general ellos tienen más carga laboral y atienden a su trabajo de una manera más exclusiva, en cambio las mujeres atienden un poco todo a la vez: la aproximación al trabajo es diferente, es asumido con la misma responsabilidad pero a la vez atendiendo otras cuestiones también”.
- ¿A qué cree que se debe que en pleno siglo 21 aún haya hombres que piensen que las tareas de la casa o el cuidado de los hijos “son cosas de mujeres”?
- Stola: A que nuestras sociedades son patriarcales. El patriarcado tiene un género que privilegia, que es el masculino y el machismo con sus creencias y conductas cotidianas reproduce la jerarquización de la diferencia entre varones y mujeres, que atraviesa todos los cerebros.
Las sociedades hoy todavía funcionan con esta configuración a pesar de que las estructuras están muy agrietadas a causa de los movimientos de mujeres.
- Borensztejn: La sociedad patriarcal naturalmente delega el cuidado de todo en las mujeres. Tradicionalmente el hombre proveía y la mujer se encargaba del cuidado y si bien esto se alteró cuando la mujer entró en el mercado laboral y empezó a proveer sustento, lo que se observa es que a ellos les cuesta asumir el rol de cuidadores.
Es curioso porque verdaderamente parece genético; hay miles de siglos de historia detrás y está muy naturalizado que es la mujer la que está al frente del hogar. Desde chicos hay que enseñarles a los nenes que se deben ocupar del cuidado.
- Santellán: Hay tareas que naturalmente parecen estar homologadas al género. Así, ser mamá implica que los chicos hagan la tarea, que el uniforme esté listo o el delantal esté planchado, que no falte el papel de cocina y que a su vez todas las dimensiones del trabajo personal estén cubiertas.
Creo que los hombres no tienen las mismas obligaciones, por lo menos no los de algunas generaciones; tal vez en los más jóvenes la igualdad de género está más lograda, pero sí creo que esta cuarentena fue un gran descubrimiento de lo que es la vida de cada uno por separado, pero ahora estando todos juntos: papá trabajando, mamá trabajando, los chicos con las tareas, en un contexto en el que el afuera se volvió peligroso en términos de salud y permitió un contacto de la familia diferente, que obviamente también facilitó el aumento de los conflictos.
Consultado sobre si después de la cuarentena las tareas domésticas se habrán equilibrado en muchos hogares y quienes no lo hacían valorarán más el trabajo de sus compañeras en casa, Stola opinó que “los hombres que valorizaron el trabajo de cuidado doméstico ya están cambiando; hay un porcentaje que ha cambiado con la práctica pero los otros están esperando que la situación se normalice para irse con sus amigos y que la mujer vuelva a ocuparse de todo”.
Para él, “lo que ocurre en las configuraciones familiares es parte de lo que se vive en el plano de lo macro: los sectores más poderosos no quieren perder sus privilegio y los más desposeídos luchan por no caer más. Esta tensión social que empieza a aparecer también está expresando lo que ocurre en los hogares”.
En este punto, introdujo la idea de la “carga mental” que tienen las mujeres, que funcionan “como si fueran el reaseguro de la casa, y siempre están totalmente alerta de la agenda diaria y semanal de lo que se tiene que hacer y de la que gran parte de los varones se desentiende”. Para él, frases como “estoy cansada de tener que pensar qué cocinar todos los días” es un indicador de esa carga mental que llevan las mujeres y que “luego de años se le hace natural, pero no por eso menos pesado”.
Sobre esto, Santellán aportó que “si algo dio esta cuarentena es un mayor conocimiento de todos, de quiénes son los papás, de quiénes son los hijos, de qué problemas hay”. “Creo que esta cuarentena permitió convivir y conocerse. Esto de lo coercitivo, el estar todos juntos sin opción favoreció un contacto muchísimo más intenso e íntimo que el que las familias estaban acostumbradas a tener -opinó-. Esta convivencia impuesta brindó un montón de información emocional, cognitiva a todos los miembros de una familia que antes no tenían”.
“Los padres pudieron disfrutar también mucho más de los hijos y contactarse con el placer de trabajar en casa, que es algo que creo estadísticamente los hombres hacen menos que las mujeres”, dijo en referencia el home office y destacó que “esa experiencia que muchos pudieron vivir no deben querer perderla fácilmente porque si el estado de bienestar de una familia existe, el poder compartirlo, explorarlo y a su vez volverlo más cotidiano es algo que gusta si es que se hace con placer”.
Las nuevas masculinidades llevan indefectiblemente a “nuevas paternidades”: el modo de ser padre está cambiando. Y aún falta mucho más. En ese sentido, para Stola, “la educación sexual integral es fundamental porque por un lado estimula a que los nenes aprendan la ética del cuidado, y al mismo tiempo a valorar y respetar su cuerpo y el de los demás”. “Que los varones jueguen con muñecos ayuda a que desarrollen la ética del cuidado; de allí que sea esencial desde pequeños acostumbrarlos a configuraciones democráticas, respetuosas y amorosas”, concluyó.
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