Puede parecer insensible preocuparse por la vida sexual en medio de una pandemia. Pero si el aislamiento nos ha enseñado algo hasta ahora, es que es completamente posible estar en un estado de pánico constante por la seguridad de nuestros seres queridos y al mismo tiempo sentirnos furiosos por la pérdida de cosas más frívolas como la libertad de ir a una cita.
Las esperanzas de que la vida sexual de los argentinos se restablezca se desvanecieron cuando el gobierno anunció que se alargaría la cuarentena hasta el 28 de junio. El Presidente alertó esta semana por la velocidad de contagio que está tomando la enfermedad: “Es la más alta desde que llegó a la Argentina, por lo cual deberíamos estar en la fase 1, que es la cuarentena absoluta”. Entonces, ¿cómo vamos a recuperar nuestras vidas sexuales los argentinos?
Es difícil especular, dice Jonathan Ball, profesor de virología molecular en la Universidad de Nottingham. “Cualquier relajación en las medidas de distanciamiento social aumentará el riesgo de transmisión del virus”, asegura el profesor Ball. “La pregunta es: ¿qué riesgo adicional existe cuando dos personas de hogares separados tienen contacto cercano? El riesgo de transmitir el virus entre ellos es el mismo que el de las personas que viven en el mismo hogar. Sin embargo, cuando se trata de detectar el virus, es potencialmente el doble del riesgo porque pueden tener redes mucho más grandes", dijo el especialista en diálogo con The Huffington Post.
“La prolongación de la cuarentena está creando un nuevo escenario para los solteros y las parejas que no conviven. La virtualidad que sirvió de contacto y de acercamiento sexual ya no tiene el mismo efecto, la necesidad del contacto físico y amoroso se impone como una regla imperiosa; algunos pueden con ella y muchos, no”, explicó en diálogo con este medio Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
A medida que los países de todo el mundo lentamente vuelven a la vida, los gobiernos están experimentando exactamente qué tan prescriptivos deben ser al dar pautas sobre cómo las personas deben navegar por la nueva normalidad, incluso en el sexo y las citas.
Aunque no existe evidencia de que el coronavirus pueda propagarse a través de secreciones vaginales o semen, muchos de los funcionarios de salud aseguran que la masturbación es la forma más segura de mantenerse activos sexualmente durante la pandemia de coronavirus. Otros, sin embargo, instan a las personas a encontrar “compañeros sexuales” para pasar la cuarentena.
Dacher Keltner, un sociólogo de la Universidad de California en Berkeley, se preocupa por el impacto a largo plazo del distanciamiento social en las personas. Sostiene que el tejido de la sociedad se mantiene unido incluso por el contacto físico más pequeño. “El tacto es una condición social tan importante como cualquier otra cosa”, dice. “Reduce el estrés, hace que las personas confíen unas en otras y permite la cooperación. Cuando miras a las personas en confinamiento solitario que sufren de privación táctil, ves que pierden la sensación de que alguien les respalda, que son parte de una comunidad y están conectadas con otros".
“La sexualidad es un impulso vital, es una necesidad y una función bio-psico-espiritual y social de las personas. Cada uno y una, de acuerdo a la cultura en la que han evolucionado y están inmersos, gestionarán el espacio y el modo en que su sexualidad se manifieste en el estadio pandemia-postpandemia”, expresó en diálogo con este medio la doctora Beatriz Literat, médica sexóloga clínica y ginecóloga del Departamento de Gineco-Sexo-Estética de Halitus Instituto Médico.
En abril, el gobierno argentino recomendó el sexo virtual en medio del aislamiento obligatorio. La secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, y el subsecretario de Estrategias Sanitarias, Alejandro Costa, convocaron al médico infectólogo José Barletta, que difundió recomendaciones para evitar la propagación del coronavirus a través de la vía sexual: apelar a las videollamadas, el sexo virtual y el sexting y recomendó específicamente lavarse las manos después de la masturbación y desinfectar teclados, pantallas y juguetes sexuales una vez concluido el acto.
Sin embargo, en los Países Bajos, los funcionarios holandeses relajaron las reglas del gobierno sobre el sexo durante la pandemia de coronavirus, recomendando la semana pasada que los solteros encerrados encuentren “amigos sexuales”. Reconociendo que el contacto humano es importante, la guía dice que las dos partes deben estar en estricto acuerdo sobre la limitación de la propagación del virus.
Desde el 1 de junio, las nuevas leyes de coronavirus en Inglaterra han hecho oficialmente ilegal que las personas en diferentes hogares tengan relaciones sexuales. Las personas solo pueden ver otros hogares fuera ya una distancia de dos metros. Una encuesta de 2.000 británicos realizada por la marca de intimidad Lelo en abril, cuando el Reino Unido estaba en pleno cierre, descubrió que hasta una de cada cinco personas había roto las pautas para ver a un compañero. Y un estudio más reciente de 800 adultos del Reino Unido, realizado por el Terrence Higgins Trust, descubrió que solo un número ligeramente menor (16%) de personas había hecho lo mismo.
Dicha investigación respalda una teoría emergente de que a medida que las restricciones en todo el mundo se están levantando lentamente, algunas personas han adoptado un enfoque de laissez-faire. Pero las reglas son reglas por una razón. La Organización Mundial de la Salud sostiene que las personas deben evitar el contacto con las personas fuera de su hogar para protegerse y proteger a otros de COVID-19. En cuanto a tener relaciones sexuales, no será sorprendente que cualquier forma de intimidad física (besos, relaciones sexuales, sexo oral) pueda transmitir el virus. Por eso, un informe reciente de Harvard declaró que el tipo de sexo más seguro que puedes tener durante esta pandemia es no tener sexo en absoluto.
El hecho de que las personas estén rompiendo el encierro por sexo puede sorprender a los legisladores, pero no sorprende en absoluto a los sexólogos, quienes dicen que las restricciones impuestas a las personas durante la pandemia contrarrestan las necesidades humanas básicas, y el deseo de contacto físico es solo uno de ellos.
“Son muchísimo días de aislamiento. A la gente que está sola le cuesta muchísimo sostenerlo. Al ser una enfermedad de contagio estrecho se va a dificultar muchísimo que acá se den regulaciones que permitan los encuentros, más aún en este momento que si bien las personas están tan cansadas, el virus se expande rápidamente. Es muy difícil que podamos seguir sin contacto social pero al mismo tiempo es el peor momento para tenerlo. Desde el gobierno debería haber alguna sugerencia para disminuir esta probabilidad de contactos”, sostuvo en diálogo con este medio Florencia Salort, médica ginecóloga, sexóloga y coordinadora de Extensión Universitaria del servicio de Ginecología del Instituto Universitario del Hospital Italiano.
Durante un tiempo, la gente se aferró a la posibilidad de que se les permitiera formar “burbujas” con otros hogares, una política implementada en Nueva Zelanda. Esto permitiría a las personas visitar a sus parejas en casa. En teoría, este enfoque debería ser seguro, concuerda el profesor Ball, ya que todos en la burbuja se comportan como en un hogar y no ven a nadie fuera de eso. Sin embargo, solo funciona para personas que viven solas. “Las personas solteras a menudo viven en hogares de ocupación múltiple”, señala. “Por lo tanto, ese comportamiento está poniendo en riesgo a las otras personas”.
“Sin que sea una medida sugerida aún, las ‘burbujas sociales’ podrían ser una solución posible al aislamiento y la necesidad de interacción afectiva, extendida al ámbito de las parejas no convivientes. La repercusión en el área anímica por la extensión de la cuarentena ya muestra las consecuencias: aumento de la angustia, síntomas depresivos, altibajos anímicos, dificultades en la concentración, agotamiento físico y mental, insomnio, y a esto hay que sumar las diferentes alteraciones que sufren las funciones sexuales y la capacidad para disfrutar. Esto lleva a que las parejas busquen formas de encuentro, con el debido cuidado, pero sin olvidar la importancia de la conexión afectiva, erótica y sexual”, advirtió Ghedin.
No está claro cuánto tiempo pasará hasta que el gobierno permita que las personas se reúnan en el interior y, por lo tanto, les permita tener relaciones sexuales con quienes están fuera de su hogar. Lo que sí sabemos es que, por una razón u otra, la sociedad continuará sintiéndose con derecho a romper las reglas diseñadas para mantenernos a salvo. Y es probable que el número de personas que rompen esas reglas para el sexo solo aumente cuanto más tiempo se les diga que se abstengan por completo.
Para Salort, “todos los temas que no se hablan, en este caso los tabúes a la hora de hablar de sexo, hacen que las personas tengan exposición a mayores riesgos”. “Por eso, de sexualidad siempre se tiene que hablar. Y en este momento, hay que tomar las riendas de esta temática porque pasa a ser una cuestión de Estado y de salud pública”, advirtió.
“Me parece que las personas estamos aprendiendo que aferrarnos a modelos rígidos, solo porque eran una costumbre posible, en situaciones dinámicas como una pandemia no es lo más saludable. Lo saludable es recurrir a la capacidad de adaptación gracias a la cual el ser humano ha podido sobrevivir en el planeta. El desafío en este momento es precisamente poder salir de la “zona de confort” y encarar cambios necesarios en esta situación”, concluyó Literat.
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