Son muchos los negocios que se vieron obligados a cerrar sus puertas durante la pandemia, entre ellos los bares, cafés y restaurantes de la Argentina, que permanecen con la persiana baja en varios lugares del país desde el anuncio del aislamiento social preventivo y obligatorio. Sin embargo, en algunas ciudades como en Rosario, de a poco -y con todas las medidas preventivas- están empezando a vivir una "nueva normalidad”.
A pesar de que actualmente no se pueda concebir la idea de un bar repleto de gente, hoy son muchas las iniciativas que buscan establecer una “nueva normalidad”.
En provincias como Mendoza, Jujuy y Salta, ya se encuentran habilitadas la apertura de los bares y los restaurantes, aplicando una serie de medidas que prevengan el contagio del coronavirus COVID-19. A esta lista se suma la provincia de Santa Fe, que tras ochenta días volvió a abrir las puertas a la clientela gastronómica.
En la puerta del bar Hunter, ya no existen las filas para ingresar, ni una multitud para pedir su cocktail. “No puedo explicar la emoción que tuve de volver a abrir", explicó a este medio Ignacio Urrutia, quien mantuvo las puertas y persianas de su bar cerradas durante los dos meses que duró el aislamiento social preventivo y obligatorio en la ciudad de Rosario. El jueves 11 de junio volvió a abrir al público su bar, ubicado en una de las zonas más solicitadas en noche rosarina, en el barrio Pichincha.
El barrio Pichincha, popular por el corredor gastronómico en el bulevar Oroño, que reune a los locales más exclusivos de Rosario y que suele ser la elección de cientos de personas para tomar un trago o cenar, vuelve al ruedo.
“Tras mucha incertidumbre, nos llegó la noticia de que se iban a permitir la vuelta de los gastronómicos pero con ciertos protocolos, así que no dudamos ni un segundo y nos pusimos en marcha para volver a abrir cuidando siempre a nuestros empleados y a los clientes, garantizando una experiencia totalmente segura”, enfatizó Urrutia.
Con tapabocas, máscaras protectoras, guantes y sanitizante en mano, el bar Hunter recibió a los comensales quienes, previo a su ingreso, se desinfectaron las manos y brindaron sus datos personales. La respuesta ante las medidas, fue positiva, de acuerdo a su dueño: “Nos volvimos a encontrar con nuestros clientes y fue muy positivo. Entienden las medidas que tomamos, ya que son para cuidarlos a ellos”.
En este sentido, la Asociación Empresaria Hoteletera, Gastrónomica y afines de Rosario elaboró un protocolo para la atención al público aprobado por la municipalidad de la localidad rosarina.
La “nueva normalidad” gastronómica
La idea de que los locales permanezcan toda la noche abiertos quedó atrás, o al menos así lo estableció la municipalidad rosarina. Cada local podrá funcionar en un horario reducido de 7 de la mañana a 23 hs.
En cuanto a la idea de un bar repleto de personas, el protocolo establece que deben funcionar con una capacidad al 50%, para poder respetar el distanciamiento social, y que haya una distancia de dos metros entre las mesas. Por otro lado, los empleados deben contar con todas las medidas de prevención, desde tapabocas, máscaras protectoras y guantes hasta el acceso a la desinfección de manos todo el tiempo.
Por otro lado, los comensales deben proporcionar sus datos personales al ingresar a cada local: su domicilio, con quienes viven y si presentaron algún síntoma relacionado a la enfermedad para, llegado el caso, poder contactarse si se detectara una persona contagiada que ese mediodía o noche que haya estado en el mismo bar.
En cada mesa, los comensales deben tener a su alcance un desinfectante de manos y la capacidad máxima será de seis personas.
“Cuidándonos y cuidando al cliente es la forma más rápida en la que vamos a volver a la normalidad que es lo que todos queremos”, enfatizó el dueño de Hunter, quien además sumó una máquina sanitizante en la entrada del local para que los comensales puedan desinfectarse las manos previo a ingresar y solo se manejará por reservas.
Para Guillermo Bressán, dueño de Sablé París, un café ubicado en el barrio Pichincha, volver a abrir las puertas al público es una experiencia muy positiva: “A pesar de que las reglas son totalmente distintas, estamos listos para llevarlas a cabo; tenemos una alegría enorme de volver y se siente en el clima laboral. Queremos darle una experiencia al cliente segura y que pueda volver a salir y disfrutar del rato libre”.
Bressán explicó que otro punto interesante del protocolo es que los empleados, a diferencia de la diaria pre pandemia, solo podrán realizar una única tarea: “El cajero será el único que manipule el dinero y el mozo será el único encargado de servir las mesas, para así prevenir cualquier tipo de contagio”.
Para Ariel Maggini, dueño de Harrison Bar, en esta nueva etapa será crucial la paciencia de las personas, ya que los procedimientos pueden implicar demoras en el ingreso: “Todos tenemos que entender que la dinámica va a cambiar un poco, pero es para un bien común”.
La zona de Pichincha volverá a ser el epicentro de la noche rosarina, con algunas modificaciones, claro, estableciendo así un precedente para las demás ciudades que aún mantienen sus persianas bajas, a la espera de un posible protocolo como en el caso de CABA. “Este es un comienzo muy importante para todas las personas del rubro gastrónomico y espero que pronto se pueda llevar a cabo este protocolo en otras ciudades, siempre garantizando la seguridad del cliente”, concluyó Urrutia.
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