La pandemia de la enfermedad por coronavirus ha alterado la vida familiar en todo el mundo. Antes, una pareja probablemente no hubiera necesitado tener una discusión previa sobre si su hijo podría usar un baño público. Pero ahora, las decisiones pequeñas y grandes requieren negociación, y muchos progenitores están descubriendo que el virus revela diferencias fundamentales en sus personalidades y sistemas de creencias.
En muchos lugares del mundo, las parejas están tratando de descubrir cómo salir de sus hogares y comenzar a ver amigos y familiares en un mundo donde las actividades anteriormente mundanas ahora se sienten llenas de peligro potencial.
¿Quién dedica tiempo al niño en detrimento de su actividad laboral, crecimiento profesional, tiempo con amigos, entrenamiento deportivo? Diversas elecciones confrontan a la pareja parental con ceder algo del narcisismo de cada uno en pos de elegir juntos: el pediatra, el colegio, la comida, el abrigo, la vida del fin de semana, etc. Cada decisión puede convertirse en una batalla que no da tregua y el niño en cuestión en un trofeo de guerra.
“La actual situación, con el riesgo de contagio del COVID-19, ha puesto a todos en estado de alerta y ha disparado sobre la pareja de padres nuevos temores e inseguridades. Las angustias se exacerban y el modo de respuesta subjetiva de cada uno es distinta. Algunos reaccionan desmintiendo el peligro, ‘no pasa nada’, ‘no es tan grave’, ‘no hay que exagerar’. Otros viven en una amenaza constante, se empachan de medidas preventivas de higiene y ritualizan obsesivamente la vida cotidiana, lo que hace que cada tarea demore una eternidad”, dijo en diálogo con Infobae Agustina Fernández, psicoanalista especialista en adolescentes y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Para la psicoanalista especialista en niños y adolescentes, Nora Koremblit de Vinacur, ex secretaria del Departamento de Niños de la Asociación Psicoanalítica Argentina y coautora del libro Parentalidades, “está pandemia puso a la luz situaciones familiares que ya existían, solo que ahora se hacen más evidentes”. “En relación a los hijos, siempre es necesario que ambos padres tomen decisiones en conjunto, aún si se decide que es uno y no el otro que por diversas razones tiene que tomarlas. De esa manera a los niños les despierta menos confusión y se les brinda un discurso más coherente”, sostuvo en diálogo con este medio la especialista.
Jessica Calarco, profesora asociada de sociología en la Universidad de Indiana que está llevando a cabo un estudio sobre la crianza de los hijos durante la pandemia, revela lo que los investigadores saben sobre cómo se toman las decisiones de salud en las familias dirigidas por parejas heterosexuales. “Las mamás son las que toman principalmente decisiones sobre vacunas, nutrición y cuándo y cómo programar visitas al médico. Para la mayoría de los hogares eso parece consistente con lo que está sucediendo durante la pandemia”, sostiene la especialista.
El estudio de Calarco, que no ha sido publicado ni revisado por pares, encuestó a 139 madres económicamente y políticamente diversas en Indiana, todas las cuales tienen hijos menores de 2 años, durante un período de 10 días en abril. Los resultados preliminares mostraron que, según estas mujeres, la mayoría de sus parejas y ex parejas tenían niveles similares de preocupación por el virus, aunque las madres tendían a ser más reacias al riesgo.
Estas mujeres informaron que cuando sus parejas masculinas eran más reacias al riesgo, la carga adicional de mantenerse “a salvo” recaía sobre las madres. Por ejemplo, si un hombre pensaba que todos los comestibles deberían limpiarse antes de entrar a la casa, tendía a esperar que su esposa hiciera esa tarea. Ella a menudo no quería.
“La propia angustia y la presión que cada uno de los padres siente hoy tiende a producir un repliegue narcisístico. Cada uno se cierra sobre sí mismo, se refugia en sus propias creencias y se dificulta el entendimiento del otro. La paciencia y la tolerancia frente a la diferencia colapsan más rápido. En este tiempo, además, las parejas comparten a diario muchas horas y actividades, que antes estaban reguladas por el horario de trabajo fuera del hogar. Esto los coloca en la posición de estar juntos en todas las decisiones cotidianas”, aseguró Fernández.
Incluso si las diferencias sobre la evaluación de riesgos parecen intratables, hay formas de comprometerse. Para Emily Oster, profesora de economía en la Universidad de Brown y autora de Hoja de cuna: una guía basada en datos para una crianza mejor y más relajada, desde el nacimiento hasta el preescolar, las parejas deberían profundizar y resolver los conflictos y plantearse si existe una alternativa.
Para eso, Oster creó un marco de evaluación de riesgos para su boletín, ParentData, ofreciendo el ejemplo de un desacuerdo sobre la programación de una visita con los abuelos. Si una persona dice que no, ¿te refieres a nunca? ¿Hasta que haya una vacuna? ¿O hasta junio? Estas son preguntas que las parejas necesitan desempacar.
También vale la pena reconocer que los sentimientos de una pareja con respecto al coronavirus responden a mucho más que solo al virus. Alguien que está ansioso por su seguridad puede tener un historial de trauma, y alguien que se niega a seguir las recomendaciones de salud pública puede tener un historial de ser controlado, por ejemplo, por un padre asfixiante.
Para las parejas que discuten, los especialistas recomiendan programar un momento tranquilo para hablar para encontrar puntos en común, incluso si tiene desacuerdos fácticos básicos. La empatía es clave cuando se discute sobre la gestión de riesgos, porque si se intenta forzar a las personas a una posición que los haga sentir incómodos, cavarán en sus talones. Pueden apoyar sus sentimientos sin tener que aceptar su visión del mundo. El objetivo final es crear un plan juntos.
“Son muchas las escenas cotidianas en las que los padres hoy se tienen que poner de acuerdo. Está en cada quien poder ceder algo al narcisismo propio para poder darle lugar al otro. Sobre todo cuando es el niño quien queda en el medio de la disputa narcisista. Si la disputa se instala sin tregua es altamente dañina”, concluyó la experta miembro de APA.
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