“Hoy el lujo es estar sanos, es poder tener lo esencial; lo que nos muestra esta pandemia es que acumular riqueza no garantiza nada”. Pablo Ramírez es categórico en relación al coronavirus: lejos de solo quejarse por el confinamiento y salir a protestar para que le dejen abrir su exquisita tienda de Recoleta, el emblemático diseñador local espera en pausa las directivas de los especialistas en salud y se concentra en la venta online, que ha disparado el consumo de una clientela fiel a sus creaciones, ávida por mantener la calidad y la elegancia aunque sea para estar adentro de casa.
“La gente quiere seguir viéndose bien”, dice el diseñador nacido en el año 1971 en Navarro, provincia de Buenos Aires. Es uno de los grandes pioneros de las primeras camadas de la carrera de Diseño de Indumentaria en la Universidad de Buenos Aires, ese grupo que propulsó el trabajo independiente y fue protagonista del boom de la moda nacional post crisis de 2001.
Hoy, ante un nuevo desafío para una de las industrias globales más castigadas por la pandemia, Ramírez es de lo que salen bien parados. Sus diseños son atemporales, apelan a la calidad de materiales y a la sobriedad fuera de cualquier tendencia pasajera, y van a tono con la mirada slow fashion que hoy es protagonista en el mundo entero.
Su filosofía es simple: menos cambio de temporada, menos colecciones, mayor durabilidad y atemporalidad, cuidado por la ecología y el medio ambiente, todos estos conceptos que hoy escuchamos de manera repetida en posteos de Instagram, blogs de moda o suplementos de estilo de diarios de todo el planeta, para él son moneda corriente desde el inicio de su carrera, cuando a fines de los noventa se plantó con una serie de prendas únicas y a contramano del fast fashion que invadió las décadas siguientes y hoy es uno de los conceptos más cuestionados por las nuevas generaciones. El negro como color exclusivo y marca registrada; la sastrería siempre sobria, siempre impecable; los géneros nobles, de esos que duran para toda la vida.
Las bases de Pablo Ramírez se muestran hoy más sólidas que nunca, en un contexto que, lejos de asustarlo, lo impulsa a seguir marcando su rumbo.
-¿Cómo cambió el esquema de diseño y producción de Ramírez con la Pandemia?
-La producción todavía no está autorizada, así que básicamente eso está en suspenso. Estamos esperando lo que ordene el Estado para retomarla sin poner en riesgo la salud de los trabajadores. Afortunadamente, como vengo trabajando con la tienda online desde hace cuatro años, y más aún después de la exitosa experiencia del PopUp (una tienda temporal) en el Alcorta, contamos con una buena planificación de la producción y un stock completo.
-¿Tuviste que reformular tus colecciones, o te mantuviste en la línea clásica de siempre?
-Para nada, hace veinte años me propuse crear un estilo clásico, elegante y austero, diseñar prendas negras que trascienden en el tiempo y que no sigan las tendencias. De alguna manera siento que este contexto reafirma mi postura en el desafío de diseñar prendas verdaderamente útiles y valiosas para esta nueva realidad. Incluso, cuando empecé mi carrera y trabajaba como diseñador para grandes marcas, no se hablaba de slow-fashion ni sustentabilidad en la moda, temas que siempre fueron una preocupación para mí. Cuando fundé mi marca tomé una postura muy firme: no hacer ropa descartable.
-¿Creés que cambió el concepto de lujo con la pandemia?
-Siento que indudablemente todo se está reformulando. Hoy el lujo es estar sanos, es poder tener lo esencial; lo que nos muestra esta pandemia es que acumular riqueza no garantiza nada.
-¿Cómo fue la respuesta de tus clientes? ¿La gente quiere seguir viéndose bien y comprando a pesar del encierro?
-¡La respuesta es excelente! Este tiempo nos permitió concentrarnos aún más en la tienda online e ir mejorando el vínculo con nuestros clientes. Además de la posibilidad de afianzarnos en provincias de todo el país.
¿Quien no quiere seguir viéndose bien? Nos vestimos como parte de la construcción de nuestra identidad, nos definimos, declaramos quienes somos. Claro que el aislamiento nos enfrenta a una nueva mirada del otro, la mirada virtual, que no es algo nuevo tampoco, porque con el fenómeno de las redes y los influencers ya existía esa construcción de una imagen virtual, la gran diferencia es que ahora no hay eventos donde mostrarse, y lo que nos queda es nuestra intimidad, sin lugar para lo superficial.
-¿Qué sentís que va a pasar con el modelo de local a la calle? ¿Vamos hacia una nueva normalidad de venta online?
-Veremos cómo evoluciona el mundo respecto al virus, cuáles serán las medidas que tendremos que tomar, etc. La venta on line es un canal muy dinámico y cómodo, lo más importante es brindar la información necesaria para que los clientes sepan con exactitud los talles, eso es algo en lo que siempre trabajamos intensamente.
-¿Cómo es el plan que implementaste para que las personas puedan conocer sus talles?
-Cada producto es nuestra tienda online cuenta con una tabla de medidas que te permite conocer tu talle recomendado en cada prenda y decidir sobre eso. Además estamos brindando asesoramiento personalizado telefónicamente.
-¿Por qué no te pusiste a fabricar barbijos y ese tipo de cosas?
-Creo que no está bien frivolizar un tema de salud pública, y como dije al principio no está permitida la producción ni están dadas las condiciones para hacerlos debidamente.
-¿En algún momento te paralizó todo lo que está sucediendo, o siempre fuiste de ir para adelante?
-El instinto de superar las adversidades lo tengo desde niño, lo que no me quita lo dramático (risas).
Creo además que haber estudiado en la UBA es otra de las grandes herramientas que tengo, porque la FADU además de lo académico te entrena para enfrentar crisis y adaptarse a lo que sea, con los recursos que haya. Trabajé como diseñador de producto para otras empresas en la década del 90 cuando la industria nacional se desmanteló por completo, esto me llevó a crear mi propio empleo y fundar mi etiqueta en el año 2000. Para el año 2001 la realidad era otra y ya tuve que reinventarme nuevamente.
-¿Seguirás apostando al negro y blanco como emblemas? ¿Podes explicarle a quien no lo sabe por qué sos monocromático?
¡Absolutamente! Pienso que con el color negro no hay distracción, que subraya a la persona, que la destaca, porque es silueta pura, es síntesis y además es eterno. El negro va con todo, a todo el mundo le queda bien y cada uno lo puede combinar con el color o el accesorio que quiera.
-¿Crees que este nuevo contexto mundial puede propiciar una revitalización de la industria nacional?
-Sin dudas, como pasó después del 2001 el consumo se volcará inevitablemente a lo local, y con suerte esto ayude a reactivar la producción nacional.
Fotos: Luciana Val & Franco Musso
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