Una soleada tarde otoñal, desde la terraza del edificio de diez pisos donde vive un vecino de Núñez observa a una bandada de palomas perseguida por un pájaro cuatro veces más grande que ellas. Otra tarde de cielo despejado, en el barrio de Boedo, una porteña deja por un instante su labor vía “home office” y muy cerca de su balcón divisa un ave con una rata en su pico. En Colegiales, la mirada atenta de otro vecino captura con su celular la imagen de un ejemplar de grandes alas posado en la punta del cartel de la esquina de Conesa y Zabala.
Son curiosas postales de la cuarentena porteña y también valiosas señales de cómo la disminución del ruido urbano y la agudeza de la mirada hacia el entorno aumentan las posibilidades de convivencia con la naturaleza. Con menos tránsito vehicular y ocupación humana, por un lado, y “guardados en casa” con más tiempo para observar el cielo, por otro, los avistajes de aves de gran porte sorprenden en estos días a muchos habitantes de la ciudad de Buenos Aires.
¿Qué son? 90% caranchos y gavilanes mixtos, 10% halcones
Atentos a la mayor presencia de las aves rapaces sobrevolando la Ciudad, el Club de Observadores de Aves de Palermo, COA Carancho, lanzó en Instagram (@coapalermo) la campaña #GuardateEnElNido. De casi todos los barrios porteños recibieron numerosos videos y fotos de aves en pleno vuelo, posadas en antenas, con una presa en su pico y hasta peleando entre ellas. La pregunta de la mayoría fue: ¿qué son?
“El 90% son caranchos y gavilanes mixtos y hay algunos halcones: halconcito colorado y halcón peregrino. Son aves rapaces que llaman la atención, se pueden ver de día en antenas, entre edificios. No es que hay más ejemplares de estas especies: sucede que muchos porteños las han descubierto ahora. La cuarentena nos ha conectado con la naturaleza que nos rodea de una manera distinta, porque justamente estamos como detenidos y observamos más”, afirma a Infobae Guillermo Spajic, naturalista aficionado y coordinador del Club que este domingo cumple 9 años. En todo el país hay cerca de 80 clubes de este tipo (7 más en CABA) y todos forman parte de la organización nacional Aves Argentinas, que desde hace más de 100 años trabaja para proteger las aves silvestres, sus ambientes y la naturaleza de la Argentina.
En la ciudad de Buenos Aires hay más biodiversidad de la que suele imaginarse. Además de caranchos, gavilanes mixtos y halcones, en los cielos porteños se pueden ver otras aves rapaces: chimango, taguato de las diurnas, lechuzas (caburé, por ejemplo) y el lechuzón orejudo, entre otras. El rol ecológico que cumplen es el control de plagas: ratas, insectos, palomas.
Menos disturbio urbano y otra percepción de la gente
En diálogo con Infobae, Ignacio Roesler, biólogo, investigador del Conicet y miembro del Departamento de Conservación de Aves Argentinas, explicó: “Estas aves forman parte de un proceso de larga data. Caranchos y halcones estuvieron siempre en la ciudad de Buenos Aires. Y están en casi todo el país, llegan hasta Tierra del Fuego. El carancho es más adaptable a los diferentes tipos de urbanizaciones, utiliza mucho los edificios como posadero. La población de gavilán mixto comenzó a expandirse en Buenos Aires en las últimas décadas. En todos los casos el tema central son los recursos asociados a las ciudades: palomas, ratas, basura, etc. y los ambientes que integran edificios y árboles”.
¿Hay más ejemplares de estas especies o la gente los descubrió ahora?, preguntó Infobae. “No creo que haya un aumento. Entiendo que dos factores han influido en estas experiencias: uno es que la gente tiene más tiempo para mirar su entorno y está más sensibilizada con el ambiente, algo que se notó con más intensidad en las primeras semanas del aislamiento obligatorio; y el segundo es el efecto redes sociales, que ofrece más posibilidades de compartir lo que se ve y de alcanzar un intercambio de conocimientos e información en los grupos de interés. En definitiva, son situaciones para alegrarse de que todavía hay naturaleza en las ciudades”.
Infobae también consultó a Claudina Solaro, doctora en Biología, docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de La Pampa e investigadora asistente del Conicet donde estudia la respuesta de las aves rapaces a los procesos de urbanización. “Las aves rapaces que frecuentan las zonas urbanizadas lo hacen siempre que tienen algún recurso para explotar. Aunque no se cuenta con datos empíricos para afirmarlo, es probable que esa disponibilidad de recursos no haya cambiado en estos últimos dos meses en la ciudad de Buenos Aires. Lo que sí pudo haber cambiado es la percepción de la gente: en CABA y en casi todo el mundo, la gente vive a mil y no se detiene a mirar cosas que suceden cotidianamente. Hoy, con la pandemia, aquellos que dentro de todo están tranquilos en sus casas, sin grandes preocupaciones laborales y económicas, pueden disponer de tiempo para mirar el cielo y en esos instantes es donde pueden darse estos avistajes”, subrayó.
El reconocido naturalista, museólogo y docente Claudio Bertonatti, asesor científico de la Fundación Azara e investigador adscrito de la Universidad Maimónides, aportó a Infobae una mirada global de las “apariciones” de fauna silvestre donde antes no se habían observado y destacó la disminución del nivel de disturbio: ruido, contaminación, ocupación humana, tránsito vehicular, etc.
"En esta cuarentena mundial -señaló- han circulado fotos y videos de animales silvestres que se muestran más abundantes, seguros o confiados. Son una clara señal de que cuando disminuimos el nivel de disturbio aumentan las posibilidades de convivencia con la naturaleza. En Buenos Aires se ven más caranchos, gavilanes y halconcitos, entre otras aves. También se vieron familias de carpinchos cruzando calles de ciudades bonaerenses, patos silvestres en las aguas de Posadas, Misiones, y hasta cardúmenes de sábalos y bogas en el Riachuelo, en La Boca. Sucede en todo el mundo: se vieron coyotes y osos en Estados Unidos, cabras montesas en la galesa Llandudno, jabalíes en Barcelona, osos en Asturias, patos silvestres en las fuentes de Roma, peces en los canales de Venecia y delfines en los puertos de Cerdeña”.
Experiencias de avistaje en primera persona
En el barrio de Núñez, en la terraza del edificio de diez pisos donde pasa la cuarentena con su novia, Favio Coluccia -37 años, analista informático- avistó varios pájaros que le llamaron mucho la atención, les sacó fotos y las envío a COA Palermo. “Generalmente a la tarde, después de una jornada de trabajo frente a la computadora, como no podemos salir, con mi novia vamos a la terraza a despejarnos un poco y observar la naturaleza. Allí fue donde descubrimos las aves de rapiña que sobrevuelan el cielo porteño”, contó a Infobae.
“Vi varias situaciones, incluso algunas riñas entre estos grandes pájaros”, recordó y detalló: “Una tarde quedé sorprendido cómo un enorme pájaro perseguía una bandada de palomas. Cuando les mandé las fotos, en COA Palermo me explicaron que era un gavilán mixto joven, con alas grandes y de color marrón claro. Aprendí a reconocerlos, a conocer sus características y diferencias. Hace más de diez años había visto un ave de este tipo posarse en un balcón en Rivadavia y Callao, en pleno microcentro porteño; no me olvido más de esa escena. Siempre me gustó saber más sobre las aves”.
En su balcón repleto de plantas nativas, en el cuarto piso de un edificio del barrio de Boedo, Cecilia Guevares -45 años, trabaja en su casa para el área de recursos humanos de una empresa de sistemas- pasa los días en cuarentena junto a su hija de 10 años. El escritorio con la computadora está ubicado cerca de macetas con exquisitas flores de pasionaria, pavonia y azucenas del río.
Desde su verde entorno, por las tardes suele divisar estos pájaros. “Un día -relató a Infobae- miré el cielo y ví volar a uno bastante grande con una rata en la boca; observé la franja roja-anaranjada que tenía en la cabeza cerca del pico, que es una característica típica de los caranchos. Debo reconocer que esa imagen me impresionó un poco. En general siento que ‘compartimos el vecindario’, que ‘cohabitamos’ con estas y otras aves, como el benteveo que también suelo ver y disfruto escuchar su sonido”.
Mitos y verdades sobre las aves rapaces
Existen dos grandes mitos que han quedado en el inconsciente colectivo acerca de las aves rapaces que vuelan en la Ciudad: “Son totalmente falsos. Uno es que fueron liberadas en algún momento, incluso como parte de un proyecto del gobierno porteño, para controlar la población de palomas; y el otro es que atacan a perros y gatos”, indicó Spajic. Para brindar información adecuada sobre estas creencias, el martes 26 el Club brindará una charla virtual sobre mitos y verdades de las aves rapaces porteñas. Será a las 19.30 en el canal de youtube de Coa Carancho.
Sobre estas ideas, los especialistas brindaron sus explicaciones. “Es falso -aseguró Spajic- que hayan sido introducidas o liberadas por el gobierno para controlar a las palomas. Estas aves llegaron por desplazamiento mucho antes de que creciera la ciudad, y prosperaron porque encontraron comida. En la urbe, cumplen un rol ecológico muy importante: hacen un control natural de plagas porque comen ratas y palomas”.
En cuanto a la posibilidad de que ataquen perros y gatos, Roesler expresó: “Es una posibilidad muy lejana que un carancho o un gavilán mixto ataquen a un perro chico o mediano, y si se tratara de un perro muy chiquito, las chances también son remotas porque tendría que quedar solo a merced de estas aves. Estas aves están hace muchos años en la ciudad y no conocemos casos de perros muertos atacados por ellas. El carancho tiene una dieta que en su 95% es carroñera y caza aprovechando la ocasión. Los halcones y gavilanes son más cazadores pero rara vez cazan bichos que sean de su mismo tamaño, como máximo cazan presas que tienen la mitad de su tamaño (su peso alcanza 1.300 gramos). A menos que sean aves entrenadas para cazar”.
Por su parte, Solaro afirmó que “la posibilidad de que un ave rapaz produzca un ataque hacia las personas o animales domésticos es prácticamente nula. El único motivo por el cual un ave rapaz podría producir un ataque es en defensa de su nido y pichones, pero en esta época del año las aves ya terminaron su temporada reproductiva, con lo cual no hay chance de que ataquen. Aun así, teniendo nido en época reproductiva (septiembre-enero), es muy raro que ataquen”.
“Como estas aves son controladoras de plagas -roedores, insectos y demás-, son beneficiosas para el hombre. Hay que sacarse la idea de la cabeza de que todo aquello que tiene ‘pinta de salvaje’ es malo; todo lo contrario, siempre es positivo para el hombre que los animales silvestres puedan desarrollar libre y sanamente sus ciclos vitales en coexistencia con nosotros”.
Y agregó: “Algo positivo sobre la pandemia: nos hizo bajar un cambio y mirar hacia afuera. Contemplar la naturaleza también es señal de bienestar, nos da energía de la buena: sólo con prestar un poco más de atención de la ventana para afuera podemos aprender muchísimo y apreciar imágenes increíbles”.
Características de caranchos, gavilanes y halcones
Para conocer más en detalle las particularidades de caranchos, gavilanes y halcones, el biólogo Roesler apuntó que se pueden observar todo el año, llegan a tener hasta dos camadas al año de las que suelen nacer dos pichones, y son longevos: viven más de 10 años.
El carancho (su nombre científico es Caracara plancus) tiene contextura robusta, con cuerpo grueso, alcanza un peso de 1.600 gramos y con sus alas abiertas una longitud de casi un metro y medio. Tiene pico blanquecino, patas y cera naranjas, marcada corona negruzca y garras adaptadas para desgarrar carne; patas largas y fuertes apropiadas para caminar. Puede anidar en cornisas, balcones y hasta en antenas. Elige presas menores o indefensas, come pichones de otras aves, basura, animales muertos, ratas y palomas vivas. Cuando caza no se comporta como el típico cazador que se lanza desde el aire sobre la presa: baja a tierra y la persigue hasta darle alcance.
El gavilán mixto (Parabuteo unicinctus) tiene un plumaje pardo oscuro, salvo algunas plumas terciarias de color rojizo. El final de la cola es blanco. Tiene una longitud de 60 cm y una envergadura alar de 120 cm; el peso promedio es de 900 gramos, aunque las hembras son ligeramente más grandes que los machos. Tienen garras fuertes y afiladas, pico corto y curvo, además de rosa, y en la base una cubierta de cera, coloreada conspicuamente. Sus alas son anchas y redondeadas y al volar planean mucho.
El halconcito colorado (Falco sparverius) es el halcón más común de la Argentina, y habita todo tipo de ambientes. Es uno de los más pequeños, ya que mide tan solo 25 cm, pero sus colores son muy llamativos. El macho presenta manchas oscuras redondeadas en el pecho, y su lomo es más rojizo que el de la hembra, cuyo pecho es jaspeado. Tiene alas puntiagudas y vuela cambiando bruscamente de dirección. Se caracteriza por “halconear”, esto es, mantenerse durante cierto tiempo en el aire en un mismo lugar, aleteando vigorosamente, mientras localiza sus presas en el suelo, sobre las que se abalanza para capturarlas.
El halcón peregrino (Falco peregrinus) es un ave rapaz de tamaño mediano. Su copa negra, la nuca y la cuña negra le da la apariencia de tener un casco. Sus largas y puntiagudas alas son típicamente gris en los lados superior y trasero. Su garganta y parte inferior es de color blanco o crema, y por lo general tiene barras negras o cafés en sus costados y abdomen. Su agudo pico ganchudo tiene una muesca en el borde. Las hembras son más grandes que los machos y pesan hasta 1.350 gramos, y los machos pesan hasta 800 gramos.
Fotos: Daniela García/ Instagram: @daniidanig
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