El confinamiento en la Argentina para todo el país comenzó el 20 de marzo. Luego de ir pasando por las diferentes etapas de la cuarentena, las provincias fueron tomando decisiones de cómo ir resolviendo la situación particular según el avance del coronavirus en su territorio. Y este aislamiento trajo consigo nuevos hábitos, desde alternativas de actividad física para los que estaban acostumbrados a ir al gimnasio siguiendo a diversas cuentas fitness o inscribiéndose a clases online, hasta anotarse en cursos virtuales o hacer manualidades.
El e-commerce encontró su momento de esplendor. Según una encuesta realizada por Kantar, el 61% de los argentinos ya había comprado o tenían en sus planes comprar online durante la primera semana del confinamiento en Argentina. A pesar de ello, para el 30% (1 de cada 3) era la primera experiencia de e-commerce. Estas experiencias de compra online en tiempos de pandemia necesitan sostener la confianza, la conveniencia y la relevancia. Cada interacción tiene el potencial de crear o romper el vínculo con una marca, llevando al comprador a permanecer o a “switchear”.
A pesar de la alta demanda, se presentaron algunas dificultades con la logística y pusieron en guardia a los compradores frecuentes y despertaron múltiples temores a quienes vivían sus primeras experiencias en el mundo del e- commerce.
La compra online hoy se volvió masiva porque la mayoría de los comercios estuvo cerrada durante este período, aunque poco a poco están abriendo sus puertas. Es por eso que la descripción detallada de la oferta, buenas fotografías, medidas, paleta de colores, e idealmente “reviews” se vuelven un obligado a la hora de publicar en plataformas o redes, ya que el consumidor espera tener una buena experiencia con pago versátil y un buen delivery.
Por otra parte, el argentino en la cuarentena también cambió los hábitos de consumo de bebidas alcohólicas por el cierre de los bares y las cervecerías artesanales. Para ello se lo puede definir al argentino en tres: el “fiestero”, el “amiguero” y el “bon vivant”.
El consumidor “fiestero” es considerado uno que al principio buscaba desinhibición y diversión, pero que hoy necesita contención y pedagogía: el consumo en casa le “da culpa” y “bajón”. “El amiguero” hace un consumo moderado y acompañado de una buena charla. Las restricciones habilitan el surgimiento de ocasiones individuales en casa. Por último, el consumidor “bon vivant” hace un consumo introspectivo e indulgente que se adapta. El alcohol gana espacio como compañía y gratificación individual; se trata de una especie de rito que marca la finalización de la jornada, jerarquiza un momento, rompe la monotonía.
Las peluquerías y los centros de belleza todavía permanecen cerrados y es por eso que las rutinas beauty cambiaron y actualmente se tienen que hacer “in house", con los productos que cada uno tiene y siguiendo tutoriales que se ven en Internet, recomendados siempre por expertos.
Según la encuesta, el 54% de la gente come más saludable, 49% duerme más horas, 33% trata de hacer más ejercicio físico y 20% realiza ejercicios de relajación y meditación. Esto refleja que se están incorporando rutinas más relacionadas con el cuidado interior que con la belleza exterior.
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