En momentos en que se nos impone quedarnos en nuestros hogares, el balcón pasó a ser uno de los espacios predilectos para renovar el aire y para tomar contacto con el exterior. Y, más allá del coronavirus y sus consecuencias en las nuevas formas de habitar, ya venía tomando protagonismo en las tipologías arquitectónicas.
Se trata de la tendencia de incorporar el verde al interior. “En este momento en que uno ve la calle desde la ventana o desde el balcón, me llamó la atención mi vecino de enfrente que directamente sacó el escritorio a su balcón y pasa el día entero trabajando desde allí”, introdujo el arquitecto Julio Oropel sobre este lugar que pasó a ser tan valorado y usado por quienes tiene el privilegio de tenerlo. Y continuó: “El balcón, además, ha ido creciendo en las tipologías arquitectónicas. Hay un ejemplo bastante icónico en Milán, el ‘Bosque Vertical’. Se trata de un edificio de varios pisos con balcones llenos de árboles de gran porte que hace que se vea como un gran bosque”.
El arquitecto explicó que la tendencia es llevar “el verde”, “lo natural” al hogar: “La arquitectura moderna le da mucha importancia a los balcones por esa necesidad que existe de prolongar los interiores y de armar espacios más cálidos. Además, se avanzó muchísimo en el tipo de materiales y recursos disponibles para diseñarlos. Hay desde iluminación por medio de células solares que captan el sol, riego automático, pisos tipo deck hasta la posibilidad de poner césped”.
La comunicación visual entre el balcón y el interior se da, cada vez más, a través de grandes aberturas para que este espacio ‘entre’ adentro de la casa. Oropel continuó: “Su uso es cada vez más intenso. Hay lugares donde incluso se permite tener asadores lo que da más sensación de una casa. Los materiales más elegidos son los naturales, como las maderas, decks, macetas, piedras como el mármol, para dar esta sensación de naturaleza. Y las plantas hacen su gran aporte, inclusive se pueden armar huertas. El año pasado hice una terraza que en un principio no decía nada y se terminó convirtiendo en una pequeña selva, hasta tenía un espejo de agua. Si la superficie lo permite se pueden tener fuentes en movimiento”.
El arquitecto Javier Goldenberg se unió al debate y expuso su punto de vista: “En estos momentos estamos prestando atención a los balcones y terrazas y están demostrando su enorme potencial arquitectónico. Es una buena oportunidad para pensar porqué se discute su valor comercial, su superficie, y sus estándares de confort. Estas extensiones descubiertas o semicubiertas de la vivienda pueden usarse todo el año. Y bien dimensionados, pueden contribuir al ahorro pasivo de energía tanto en verano como en invierno”. Entre los accesorios y recursos a la vanguardia para lograr este efecto destacó las persianas translúcidas o transparentes no estancas, las cortinas de protección solar, los ventanales deslizantes de alto rendimiento, las cortinas energéticas de lámina de mylar reflexiva o un tejido decorativo”.
De este modo se puede controlar la temperatura para habitarlos todo el año y hasta tener un jardín o una huerta. Entre los novedosos recursos que permiten disfrutarlos todo el año mencionó la posibilidad de colocar piletas de 40 cm de profundidad. “Éstas necesitan poco cuidado y recambio del agua. Así se puede descansar, sentado, de las agobiantes jornadas del verano porteño. Y la losa radiante, da la posibilidad de usarlos también en invierno, como sucede en los países del hemisferio norte. Inclusive se pueden colocar hogares a leña”.
Jorgelina Tortorici es otra de las arquitectas que destacó el potencial de estos espacios en altura. “Los balcones han cobrado protagonismo en esta arquitectura contemporánea. Han dejado de ser lugares de guardado, o lugares de uso esporádico, para convertirse en un espacio más de la casa. No es casualidad que su proporción lineal, tipo pasillo exterior, haya casi desaparecido. Hoy en día, los balcones han tomado proporciones más cuadradas, que permiten generar espacios de ‘estar’, de encuentro. Se valora mucho la posibilidad de poder armar un living exterior, o poder poner una mesa y sillas. En el mejor de los casos, en nuestro país, cuentan con parrilla, algo muy apreciado por los argentinos”.
Con respecto a su posición respecto del resto de la casa, se prefieren en continuidad con los espacios más importantes de la casa como el estar, el comedor o la habitación principal que suelen tener la mejor vista. Tortorici ejemplificó: “La continuidad espacial interior-exterior, es muy importante para generar amplitud espacial, iluminación natural y ganar vistas largas. En el estudio tratamos, siempre que sea posible, de crear continuidad de solado (pisos) para dar amplitud a ambos espacios”.
Además, destacó la importancia de protegerlo de las visuales y del asolamiento con mucha vegetación. “Se pueden usar grandes macetas, en repetición, con plantas de hojas bien grandes (si es que hay espacio) para generar sombra. La utilización de muros verticales o huertas urbanas son elementos que cada vez se piden más”. Para la elección de los muebles aconsejó un juego de sillones o mesa-sillas de materiales nobles, que resistan las inclemencias del clima.
“Maderas duras con almohadones son nuestros preferidos. La idea es tratar este espacio como un living interior-exterior. Se puede, también, dejar un lugar con canastos para poner mantas, tener un sector para velas y objetos deco. Todo esto genera una atmósfera acogedora que invita a disfrutar y sacarle el máximo provecho a este espacio”.
Ya en el final, el arquitecto y profesor tucumano Gabriel Wajnerman, también hace honor al espacio semi descubierto: “Hoy más que nunca, la fachada de un edificio, es la transición que permite que el edificio se oxigene. El balcón debe respirar, y la ventilación cruzada se impone como una de las condiciones más indispensables. Livio Vachini, un profesor de la Academia Suiza, me decía: ‘ante lo mínimo, la luz comanda’. Quizás hoy la ventilación, sea tanto o más que aquella. O, al menos, debieran compartir podio en estos días”.
Con respecto a la situación actual, y a cómo está cambiando la forma de habitar reflexionó: “Nuestra forma de habitar debe ser flexible. Estamos atravesando algo temporal, que tendrá efectos permanentes en nuestra forma de conectarnos. Claramente lo estamos haciendo de otra manera. Los días de aislamiento social preventivo obligatorio, parecen ser iguales o al menos parecidos. Ser creativos depende de nosotros, como individuos. El habitar es un cúmulo de rituales y de movimientos casi automáticos, en los que se debe innovar y cualificar. Es posible modificar la perspectiva de las cosas, desde algo tan mínimo como cambiar de ubicación una silla y macetas”.
Y continuó: “Como todo cambio que nace desde adentro, se expresa hacia afuera. La recomendación de salir al balcón, transformarlo en lugar de gimnasio, de riego, huerta, área de lectura o comedor, depende del motor de la motivación de la persona. Allí no hay límites y todo toma otro color”.
Por último, remató: “Hoy, el balcón es salud, y la salida. Es la bienvenida de la calle hacia adentro. Son los nuevos inicios del encuentro social. La confirmación de que no estamos solos, y que esta, es una prueba de la que saldremos mejores. Un balcón solo no hace nada, pero cien balcones son el nuevo teatro que cambia la atmósfera exterior. La arquitectura solo acompaña y es testigo silencioso de los cambios en la forma de vivir, las nuevas formas de encontrarse, de conocerse y re conocerse. Estamos juntos creando historia, saliendo a los balcones a tirar de una imaginaria cuerda que ayude a aplanar la curva de contagios. Hoy, la calle se puso oscura. Contagiemos claridad y lucidez. También, desde los balcones y ventanas”.
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