Desde enero y durante sus vacaciones en Punta del Este, Patricia Della Giovampaola comenzó a seguir de cerca y con preocupación el avance del coronavirus en el mundo. En Miami, se enteró que el presidente Donald Trump iba a prohibir los vuelos entre los Estados Unidos y Europa y, el mismo día de su cumpleaños, tomó el primer vuelo y volvió a su casa de París acompañada por su pareja, el intelectual francés, Jean-Paul Enthoven. Juntos, pasan la “quarentene”, recluídos en la casa que ella posee en el exclusivo barrio de Parc Monceau.
-Haciendo memoria, ¿en qué momento empezó a prestarle atención al avance del coronavirus en el mundo?
Soy una gran lectora de diarios de todo el mundo a través de internet. Este verano, en Punta del Este, empecé a escuchar sobre el coronavirus justo cuando recién comenzaba. Ahí empecé a seguir de cerca este tema. En enero, me fui a Londres a ver a mi sobrina (María Toscana Garfunkel, hija de su hermana Rossella Della Giovampaola) y me puse una máscara para protegerme. Esa foto la publiqué en mi cuenta de Instagram y mucha gente se rió de mí diciendo que era una estupidez usarla, que lo hacía solamente para “hacerme la cool”. ¡Claro que no era para hacerme la cool!. Era porque iba a pasar por los aeropuertos y me puse una máscara para protegerme a mí misma, pero también a los demás. Hace ya unos años que el alcohol en gel es parte de mi vida, lo llevo siempre conmigo, incluso en la riñonera del gimnasio.
Volví a la Argentina y empecé a ver que la cosa se estaba poniendo brava. Después, viajé a los Estados Unidos para encontrarme con mi pareja (el intelectual francés, Jean-Paul Enthoven) y pensaba que iban a cerrar las fronteras... pero no, yo me había adelantado como dos semanas a los hechos. El viaje de Buenos Aires a Miami lo hice con la máscara y con el alcohol en gel. Todos me miraban porque aún no había nadie con máscaras. Hace tiempo ya que el alcohol en gel es parte de mi vida. De hecho, íbamos a los restaurantes de Miami, nos lavabámos las manos y nos poníamos el gel. Igual que en el gimnasio.
En mi edificio de Miami empezaron a poner gel en todos lados: en la pileta, en la entrada, en el gimnasio... Y la cosa se iba poniendo cada vez más brava hasta que se declaró la pandemia. Ahí, empecé a tener miedo de no poder salir más de los Estados Unidos. Prefería estar en cuarentena en París, donde tengo una casa muy grande y donde Jean-Paul tiene a sus afectos. El miércoles pasado, habíamos terminado de cenar y el presidente Donald Trump iba a hablar a las 21. Salimos del lugar, miro la hora, eran las 21.17 y suena mi teléfono. Era mi empleada de Miami, que me avisaba que Trump iba a sacar los vuelos entre los Estados Unidos y Europa.
Entonces, enseguida me puse a trabajar para conseguir los pasajes y el viernes 13 de marzo, justo el día de mi cumpleaños, nos volvimos a París, con la máscara, con los guantes y con el alcohol en gel pero no fue un viaje de placer: estaba muy tensa y nerviosa. Finalmente, llegamos a París y, a partir del sábado 14 de marzo, estamos encerrados en casa con todos los cuidados.
-¿Cómo vive la cuarentena en París?
A partir de que llegué, el gobierno dispuso todas las barreras sanitarias, ya que primero cerró todos los restaurantes y los boliches, después cerró los gimnasios, más tarde los parques y, a partir del martes 17, hay confinamiento, que es lo mismo que ustedes tienen ahora en la Argentina como cuarentena total. Acá, no se puede salir, excepto que sea una sola persona para hacer un poco de caminata al lado de tu casa, y también hacer tu compra de comida o ir a la farmacia. Pero, para hacer eso, tenés que llevar siempre encima una testación -una planilla que se baja de internet y se lleva impresa- poniendo allí todos los días la razón por la cual saliste de tu casa.
Sólo se puede salir para ir a hacer un trabajo que no pueda ser realizado desde tu casa, para ir a la farmacia o para hacer algo de deporte al lado de tu casa. Vivo en Parc Monceau y no voy a ir, por ejemplo, hasta Champs Elysée: no podés alejarte de tu casa y todas las compras también tienen que hacerse en tiendas cercanas.
-¿Cómo se protege para salir a la calle?
Acá la gente me dice que el barbijo no sirve de nada, pero yo me siento mucho más segura. Así que salgo con barbijo, guantes, mangas largas, me cubro la cabeza y me pongo anteojos de sol. Solo fui una vez a la farmacia y al supermercado. El auto sólo podría sacarlo del garage por una razón válida, como por ejemplo, si tuviera un familiar enfermo y lo tuviera que ir a ver.
Me encantaría que todo el mundo tuviera conciencia de que esto es tremendamente contagioso. Me lavo las manos 20 veces por día, las tengo resecas pero no me importa. El lavado lo hago hasta el codo, tal como lo indican los especialistas. Así se lavan los médicos.
-¿Cómo pasa el tiempo dentro de su casa?
Es aburrido estar en casa, claro, pero se pueden hacer cosas. Leo muchísimo, sobre todo libros que me apasionen. Hago deporte vía Facetime con mi profesor de gimnasia de Uruguay, que me da clases todos los días a las 6 de la tarde, hora de París. Miro muchas películas y series. No hay mucho para hacer pero no hay que ir en contra de la corriente.
-¿Cómo maneja la ansiedad?
La trato con ejercicios respiratorios. Sé que tengo a mi médico del otro lado del teléfono, por si necesito llamarlo. Aunque sea de no creer, en mi casa no había un solo termómetro, porque nunca estoy enferma. Ahora no se consiguen en las farmacias, tuve que buscar uno por Amazon. Encargo muchas cosas por internet y las dejan en la puerta. Claro que desinfecto todas las cajas que llegan pero no creo que eso pueda seguir por mucho tiempo más, porque no es normal que se ponga en riesgo la vida de la gente que trae los pedidos.
-¿Cómo ve la situación en su país de nacimiento, Italia? (Patricia nació en Montepulciano)
Estoy en contacto con mi familia, mis primos y mis amigos italianos. Un amigo de Montepulciano me contó cómo iba pasando el aislamiento, porque en Italia empezaron una semana antes que en Francia. Mi familia está bien pero todos los días, a las 6 de la tarde, anuncian el parte médico que dice la cantidad de decesos. Las cifras siguen subiendo y, realmente, dan muchísimo miedo.
Además, hay que tener mucho cuidado de las fake news: hay que saber tener una brújula y, para ello, el sentido común es lo más importante. Si salís de tu casa, no hay que tocar nada, lavarse las manos, evitar tocarse la cara, los botones del ascensor, los picaportes...
-¿Cómo se imagina a una Italia impensada con sus calles desoladas?
Me la imagino muy mal porque no nos olvidemos que, una de las fuentes más grandes de ingresos de Italia, es el turismo. Mi Italia va a estar mal, muy mal...
-¿Conoce a personas infectadas con coronavirus?
Sí. En Francia, tengo dos personas muy amigas que están enfermas: una que estaba esquiando en Suiza y terminó acá en terapia intensiva. Y otro amigo que es un señor de casi 80 años, justo dentro del grupo de mayor riesgo. Esto es muchísimo peor que la peor película de terror.
-¿Cómo vive esta situación de aislamiento junto a su pareja, Jean-Paul Enthoven?
Jean-Paul está muy consciente de la situación y tiene un mundo interior muy grande, así que lee, escribe, habla con sus amigos intelectuales y se cuida con el ejercicio en casa. Esto no es alegre para nadie. En esta casa hay mucho lugar, pero también respetamos los espacios personales de cada uno. Pasamos varias horas sin vernos, no estamos todo el día juntos. No nos molestamos para nada. Cada tanto, una va a preguntarle al otro cómo está, cómo se siente...quién te llamó, qué novedades hay. Y así lo pasamos.
También, hablo todos los días con mi hermana Rossella, que está en su casa de Punta del Este. En Uruguay, el tema está bastante mejor que acá, porque hay buen tiempo, así que podés estar un poco más al aire libre.
En París, el fin del aislamiento termina el 31 de marzo, como en la Argentina, pero no creo que podamos liberarnos. No, no lo creo. Personalmente, creo que no vamos a poder salir hasta el 20 de abril, siempre que logremos que la famosa curva vaya bajando. Después, va a haber una recuperación, porque hay que ver si la gente que estuvo enferma y se recuperó no tiene recaídas.
Todos los días a las 20, la gente a sus balcones, terrazas y ventanas para fundirse en un gran y emocionante aplauso dedicado a los médicos, enfermeros y a todo el personal sanitario que está arriesgando su vida para cuidarnos.
-¿Cómo se imagina el futuro cercano, por ejemplo, cómo cree que será la próxima Navidad?
(Risas) ¡Te juro que no puedo imaginarla! ¡Para nada!. Sería muy optimista de mi parte poder imaginar diciembre. Ya, imaginar abril me parece genial. Tratamos de vivir el día a día.
-¿Cómo es ahora un día en su vida?
Aún estoy con jet lag, porque llegué hace 6 días de Miami y la verdad es que nos acostamos tarde mirando películas. Por la mañana me despierto como siempre: a las 8 y trato de dormir un poco más, porque no quiero seguir escuchando novedades feas y me vuelvo a dormir hasta las 9.30 o 10. Eso para mí es impensado, porque nunca me levanto tan tarde pero es una época muy especial. Pero me sigo maquillando, me pinto las uñas, me pongo mis cremas, me cambio todos los días, me pongo lindos conjuntos para estar cómoda en casa... ¡no te voy a decir que en esta situación me pongo lindos vestidos! (risas)
Me hago sola el brushing, me arreglo y no me descuido por esto. Claro, ahora me cuido yo misma porque no tengo a nadie que pueda hacerlo por mí. Así que hago todo sola, porque si no, ¿de qué sirve haberme entrenado toda la vida para hacer bien las cosas? No somos muñecas, sabemos arreglarnos solas y ahora es el momento. Mi madre siempre me decía que, a lo mejor iba a tener gente que me ayudara siempre, pero que uno tiene que saber hacer las cosas por sí mismo. Y, este es el momento, en que tengo que saber hacer todo por mí misma.
-¿Qué le parecen las medidas que tomó en nuestro país el presidente, Alberto Fernández?
Me parece que Alberto Fernández tomó recaudos muy rápido. Eso es fantástico porque los argentinos, a diferencia de lo que ocurre acá, tienen muy pocos fallecimientos: hay enfermos pero no tantos. En Argentina, ya se hizo lo que acá se implementó hace unos días y me parece espectacular. Pero espero que los argentinos tomen conciencia y entiendan que esto es serio aunque estés lejos de la otra persona, porque el virus se contagia muy rápido. Una sola persona puede infectar a cualquier cantidad de gente. Entonces, realmente espero que tomen conciencia.
- ¿Los franceses acataron en seguida la cuarentena obligatoria?
Por lo menos en mi barrio no costó nada y la gente lo cumple a rajatabla. Esta mañana fui sola al supermercado y a la farmacia, todos respetan los protocolos. Las empleadas de la farmacia estaban con máscara, guantes, y ubicadas en la punta de una mesa muy larga a la que te acercan los productos y no aceptan dinero. No se puede pagar con billetes, solo con la tarjeta de crédito: ponés el código con tus guantes y, yo personalmente, limpio la tarjeta con el alcohol en gel. En Parc Monceau la gente es muy disciplinada, pero he oído hablar que en otros barrios van al mercado, se ponen a conversar... Acá no, eso no pasa. Incluso, cerraron los parques y las playas. Mi casa da al Parc Monceau: ahora mismo estoy mirando por la ventana y no hay absolutamente nadie.
-¿Le da miedo salir de su casa?
Me da miedo porque no está muy claro si el virus está o no en el aire. Hay médicos que dicen que sí y otros que no... No sé... Yo prefiero a la gente aterrada que no sale de sus casas, que a los que salen demasiado. Hay que entender que, cuánto más tiempo nos quedemos en nuestras casas, más corto va a ser todo esto. Después, vamos a volver a ser libres. Espero que los argentinos tomen conciencia
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