Máscaras, desfiles, risas, música y chirigotas. El carnaval es una celebración popular que se vive en casi todas las partes del mundo y tiene lugar inmediatamente antes de la cuaresma cristiana (que se inicia con el Miércoles de Ceniza) entre febrero y marzo, según el año). Tradicionalmente combina elementos tales como disfraces, grupos que cantan coplas, desfiles y fiestas en la calle.
Los orígenes de esta fiesta se remontan a los antiguos ritos paganos en honor al invierno, pero hoy en día es un fantástico espectáculo callejero en el que los disfraces cobran todo el protagonismo. El anonimato es el pretexto perfecto para revelarse: el buen humor, la alegría y los ánimos de fiesta están presentes durante estos días. A pesar de las diferencias de celebración en todo el mundo, su característica común es la de ser un período de permisividad y cierto descontrol.
En su libro Todo lo que era sólido, el autor y académico español y miembro de la Real Academia Española Antonio MUñoz Molina escribió: “Lo que en otro tiempo duraba cinco días empezó a durar una semana y media. La fiesta modesta de una sola tarde se expandió a una semana entera, convertida en una mezcla de juerga sin pausa y acontecimiento oficial. El carnaval que se había extinguido por aburrimiento o decadencia hacía un siglo se decidía que en realidad había sido proscrito por el franquismo, y que por lo tanto era obligatorio recuperarlo”.
Para cada pueblo, el carnaval tiene su significado, tan especial y único como sus tradiciones y costumbres. Durante la época Medieval, por ejemplo, el carnaval era un período de crítica social, un momento en el que se aprovechaba para ridiculizar a la Iglesia y a los gobernantes.
En sus inicios, probablemente con un cierto sentido del pudor propio de la religión, el Carnaval era un desfile en que los participantes vestían disfraces y usaban máscaras. Sin embargo, la costumbre fue transformando la celebración hasta su forma actual. Aunque la Iglesia cristiana no lo admite como celebración de tono religioso, el carnaval está asociado con los países de tradición católica, y en menor medida con los cristianos ortodoxos orientales; las culturas protestantes tienen tradiciones modificadas, como el carnaval danés.
Según algunos historiadores, los orígenes de esta festividad se remontarían a la Sumeria y el Egipto antiguos, hace más de 5.000 años, con celebraciones muy parecidas en la época del Imperio romano, desde donde se expandió la costumbre por Europa, siendo llevado a América por los navegantes españoles y portugueses a partir de fines del siglo XV.
“Los historiadores sostienen que la celebración del Carnaval se remonta a las fiestas paganas tanto romanas como egipcias, hace más de cinco mil años. A lo largo del tiempo, la fiesta mutó de forma, se le sumaron los aspectos religiosos, sociales y culturales y se extendió a lo largo y ancho del mundo. Y si bien cada ciudad y cada cultura celebra de forma particular, lo cierto es que los distintos carnavales comparten aspectos comunes, como los disfraces, la música, los desfiles y las fiestas en la calle”, explicaron expertos de viaje de Almundo, una de las agencias de viaje más importantes de Latinoamérica.
Lo que se sabe es que las celebraciones actuales supieron inclulcarles el espíritu de sus tradiciones particulares. Para los cristianos de esa era, sin embargo, el carnaval era la expresión máxima del paganismo. Las máscaras como permisividad, los disfraces para crear nuevas personalidades, bailes, desfiles y excesos. Sacrificios de animales en las hogueras para traer buena fortuna. Las raíces se extienden a las Saturnales romanas y a las celebraciones en honor al dios Baco.
Ya la palabra “carnaval” remonta a tiempos inmemoriales. Proviene de “carnevale”, palabra latina que fue conservada por el italiano y que se trasladó a varios idiomas. Deriva de la expresión latina “carnem levare”, que significa “quitar la carne”, lo que refiere a la prohibición de consumir este alimento durante la Cuaresma. Durante el último día de carnaval, el “martedi grasso”, se celebraba un banquete suntuoso previo a los ayunos antes de la Pascua, y la carne era uno de los grandes símbolos de los excesos de aquella velada.
Desde ese momento, el carnaval fue adoptado como propio por los diferentes pueblos donde el cristianismo asentó fuertes raíces. Hoy es una celebración arraigadísima, que se separó de sus orígenes para readaptarse a cada comunidad, con sus colores, significados y elementos propios. En el continente americano se incorporaron costumbres de los pueblos originarios.
Desde el fastuoso carnaval veneciano, el carnaval de Río de Janeiro en Brasil, el de Oruro en Bolivia, hasta el de Gualeguaychú, tan argentino como el mate o el tango, la felicidad, los colores y el entusiasmo con los que se vive cada una de estas expresiones explotan al ritmo de la batucada.
Celebración, color y cultura: por qué destinos optaron los argentinos
Según datos aportados por la compañía, para este Carnaval, los viajeros argentinos optaron por los siguientes destinos nacionales: Buenos Aires, Calafate (Santa Cruz), Córdoba, Bariloche (Río Negro), Iguazú (Misiones) y Mendoza. En el plano internacionales, el podio lo completaron: Rio de Janeiro (Brasil), Santiago de Chile (Chile), Madrid (España) y Florianópolis (Brasil). Respecto a la anticipación de compra para este período, el 60% lo hizo entre noviembre y diciembre.
"En nuestro país, la cita principal es en Gualeguaychú, Entre Ríos, para vivir el llamado Carnaval del País. El gran evento se lleva a cabo en el corsódromo de Gualeguaychú todos los sábados desde el 11 de enero hasta los días centrales del Carnaval, del 22 al 24 de febrero”, aseguraron expertos de viaje de Despegar.
Dentro de la amplia variedad de ofertas de viajes, ser testigo de la magia, los colores y la fiesta que caracterizan a Purmamarca y Tilcara durante el Carnaval, es sin dudas una escapada ideal para estos días. Si la pasión va por la música, una buena opción es llegar a San Salvador de Jujuy y ser testigo del “Carnaval de Los Tekis”: una noche llena de ritmo con bandas, músicos y DJs de toda el país.
Todos los años, en febrero, miles de personas participan de los tradicionales carnavales andinos en la Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy, República Argentina. El desentierro del diablo es una ceremonia que fusiona las tradiciones andinas con la cultura española. Es en los carnavales andinos que los diablos picarones salen de las entrañas de la tierra para dar rienda suelta al desenfreno previo al recogimiento de la Cuaresma.
Uquía, es una localidad perteneciente al departamento de Humahuaca. Sus paisajes imponentes cautivan e impresionan a todos los turistas que llegan por primera vez o a aquellos que deciden volver todos los años por su maravilloso Carnaval y calidez humana. La tradición del desentierro del diablo abarca una historia de más 100 años que con el paso de los carnavales genera aún más atractivo para locales y visitantes.
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