“Corea es el futuro. Bienvenidos al futuro”, escribió Euny Hong en el su libro del 2014 The Birth of Korean Cool, que ofrece una mirada sobre cómo Corea del Sur se reinventó como el centro neurálgico de la cultura popular mundial. Dos años antes, evidencia de este fenómeno había sido un discurso pronunciado por Barack Obama durante una visita a Seúl: “Muchas personas alrededor del mundo fueron capturadas por la ola coreana, el Hallyu”.
El Hallyu comenzó a hacer su estruendo a mediados de los 90. La imparable ola coreana que azota a nivel global trajo consigo distintas expresiones de la cultura de Corea del Sur. La popularidad del cine coreano, el K-Pop y los K-Dramas (series) crece hace años a pasos agigantados y alcanzó su pico más alto tras el éxito mundial de Parasite de Bong Joon-Ho, que hizo historia en los Premios de la Academia 2020 al ser el primer largometraje en lengua no inglesa en ganar como Mejor Película.
Y la Argentina no es inmune a este fenómeno.
La mayor ola migratoria de Corea hacia el resto del mundo comenzó luego de la Liberación de Corea en 1945, a mediados del siglo XX. Aunque Estados Unidos fue el principal destino, los coreanos también emigraron a otras regiones de Europa, Medio Oriente y América del Sur. Se calcula que en la Argentina hoy viven unas 30 mil personas de origen coreano, y la gran mayoría se encuentra asentada en el barrio porteño de Flores. Durante mucho tiempo, las costumbres y tradiciones coreanas eran completamente desconocidas para los argentinos, pero poco a poco se desarrolló una voraz avidez por consumir y entender su cultura.
Andy Park es un productor audiovisual de 45 años. Nació en Buenos Aires. A pesar de su origen coreano, sus amigos de toda la vida de origen occidental le siguen diciendo “Chino”. “Hasta no hace mucho todo lo asiático era ser chino”, analiza. “El gran interés hacia la cultura asiática llegó con la tecnología y la globalización. Recuerdo que la gente tenía conocimiento de China y Japón, como por ejemplo sobre la comida, o las marcas como Sony o Panasonic, pero Corea era un país completamente desconocido para los argentinos. Lo único que me decían es que éramos muy trabajadores y respetuosos”.
“Cuando iba a la primaria, mis padres habían llegado hace poco a la Argentina, no hablaban bien español y sólo se juntaban con coreanos”, cuenta sobre su infancia. “Los fines de semana iba a la iglesia y ahí sólo me juntaba con mi comunidad. En el secundario dejé de estar tanto con coreanos porque el círculo era muy pequeño y siempre vivía lo mismo. En esa etapa comencé a integrarme más con los argentinos, y eso me abrió a nuevas relaciones y oportunidades. Lo que sí me di cuenta es que ciertas costumbres culturales eran diferentes, como la comida, el respeto hacia los mayores y sobre todo la relación familiar”.
“La cultura coreana es espectacular y apasionante”, asegura. “Al principio puede percibirse muy diferente desde lo visual, el idioma y las costumbres. Al sumergirse más en profundidad sin dudas es un universo lleno de sabiduría y emoción; hay que abrazarla sin prejuicios, dejarse llevar y que cada uno viva su propia experiencia”.
Sabores milenarios
Las costumbres gastronómicas fueron lo que más les llamó la atención a los amigos de Park cuando era pequeño. “La comida fue algo que tuve que ocultar entre mis compañeros de primaria, como por ejemplo decir que comía kimchi o intentar explicarles qué era, sumado a que tiene un olor tan fuerte que me daba vergüenza. Una vez me preguntaron en el cole qué había almorzado y dije ‘pescado crudo’. Todos me miraron con una cara rarísima y a partir de ese día siempre decía milanesa con fritas”, admite. Hoy se siente feliz y orgulloso de ser “100% coreano y 100% argentino”.
La mayoría de los restaurantes coreanos encuentra su epicentro en el Bajo Flores. Sin embargo, la cocinera Marisa Shim abrió hace unos meses Zuti Korean Restaurant en el corazón de Palermo. Nacida en Corea del Sur, llegó a Buenos Aires cuando tenía apenas 7 años. A los 18 emigró a los Estados Unidos y se estableció en Nueva York, donde abrió un restaurante asiático en pleno Wall Street. Luego de 12 años decidió volver a la Argentina. En el 2019 inauguró Zuti “desafiando los límites del famoso barrio coreano”, en una apuesta por trascender la comunidad y llegar con los sabores intensos y típicos de la cocina coreana a todo aquel que desee expandir su universo culinario.
“Yo llegué a la Argentina de niña. En ese entonces sólo se conseguían productos coreanos o asiáticos si te los traía alguien de afuera. Sólo había un par de restaurantes coreanos a puertas cerradas para la colectividad. Me fui a vivir a Nueva York y allí tuve un restaurante de comida asiática en Manhattan donde todos comían sushi. Volví a la Argentina y vi una gran diferencia en Buenos Aires también. Pero ahora veo a los argentinos mucho más abiertos que nunca a probar nuevos sabores y conocer diferentes culturas”.
La carta de su restaurante propone clásicos como chapche y el infaltable kimchi, el rey de la cocina coreana que se hace con una base de col fermentada. Pero se destaca por las opciones con carne como el bulgogui, jeyuk pokum, panceta de cerdo con condimentado y galbi, tira de asado con salsa coreana a la parrilla. Según Shim, el bulgogi y el bibimbap están entre los más pedidos, pero hoy está siendo furor el plato edición especial Parasite: el chapaguri steak, que recrearon en honor a la película.
Se trata de un plato que hizo famoso un blogger y se popularizó entre los niños por ser sencillo y sabroso a la vez. Consiste en la mezcla de dos ramen instantáneos -o ramyon, en coreano-. Uno es el jjapageti y el otro es el noguri. Luego se añaden trozos de carne de res. "Nosotros desarrollamos nuestra propia versión con un corte típicamente argentino, el bife de chorizo. De esta manera queremos hacerle nuestro humilde tributo a esta película que, sin dudas, quedará para la historia”, comenta Marisa.
El año pasado se realizó en octubre la primera edición de Gastro Corea Food Week, una iniciativa que invitaba a adentrarse en la rica historia de Corea a través de sus sabores. Cada restaurante participante contó con anfitriones de la colectividad coreana. Se habían diseñado menús de varios pasos, asistidos y explicados, para que el público incorpore contenidos culturales y disfrute al máximo la experiencia.
“La gastronomía es una de las formas más fáciles de entrar a la cultura de un país. Y por eso creo que la comida coreana cada vez tiene más adeptos”, piensa Shim. “Gastro Corea fue un éxito; en poco tiempo se logró llegar a muchos argentinos que probaron comida coreana por primera vez. Para nuestra colectividad fue muy significativo porque nos ayudó a acercarnos más a los argentinos”.
"El público lo aceptó muy bien", concuerda Park, "porque fue algo novedoso para muchos; sabíamos que había un gran porcentaje de gente curiosa queriendo probar nuevas experiencias".
Más allá de Parasite: del cine de posguerra de Hyun-mok Yoo al cine contemporáneo de Park Chan-wook
El interés global por el cine coreano aumentó de manera exponencial luego de que Parasite de Bong Joon-ho se llevara la Palme d’Or en Cannes y arrasara de manera avasallante en los Oscars 2020. Pero Parasite no es un éxito que nació de la nada. Corea del Sur es una potencia cinematográfica que produce narrativas complejas que reflejan las temáticas que aquejan y regocijan a todo un pueblo.
El cine arribó a Corea a principios del siglo XX cuando aún se encontraban bajo el colonialismo japonés. Algunos de los clásicos coreanos posguerra incluyen a The Aimless Bullet (1961) de Hyun-mok Yoo y The Housemaid (1960), de Kim Ki-young, dos grandes influencias de Bong en Parasite.
Bong y su colega Park Chan-wook son hoy dos de los maestros coreanos reconocidos a nivel internacional. Bong, gracias a películas como Mother (2009) y The Host (2006), y Park, con filmes de la talla de Oldboy (2003) y The Handmaiden (2016), sin dudas uno de los mayores logros cinematográficos de los últimos tiempos.
Park había realizado su primera película de habla inglesa en el 2013, la hitchcockiana Stoker, protagonizada por Mia Wasikowska, Matthew Goode, y Nicole Kidman. Sin embargo, no logró el impacto internacional que esperaba. El mismo año, Bong estrenó Snowpiercer -producida por Park, por cierto- una apuesta increíble con Chris Evans y Tilda Swinton- que hoy es un filme de culto. Podría haber sido un éxito global, pero fue adquirida para su distribución por Harvey Weinstein, quien quiso intimidar a Bong para que corte 25 minutos de película. El cineasta se negó -el corte de director estaba funcionando muy bien en los tests de audiencias-, por lo que Weinstein se encaprichó y decidió darle un lanzamiento limitado.
Moonhaeng Cho, agregado cultural de la Embajada de Corea y director del Centro Cultural Coreano en Argentina, afirmó en diálogo con Infobae: “El éxito de Parasite es una gran alegría y un orgullo para mí y para todos los coreanos. Los coreanos consumimos mucho de nuestro cine nacional, lo valoramos y apoyamos. Desde hace años nuestra industria cinematográfica se destaca en el mundo. Que Parasite haya logrado esta legitimación y reconocimientos a nivel internacional nos genera mucha felicidad y confianza para seguir apostando a nuestro cine”.
“La verdad es un gran orgullo por todos los premios y reconocimiento que ha logrado”, agrega Shim. “Es un momento histórico, sin dudas. Pero el éxito de la película es por lo que nos hace sentir y pensar. ¡Yo vi la película dos veces! El tema de la pobreza y la riqueza es universal”.
En la Argentina hay un ciclo de cine coreano, además del Han Cine, el Festival de Cine Coreano de Buenos Aires, que celebró en el 2019 su sexta edición. Para los que lean subtítulos en inglés, el Korean Film Archive subió a su canal de Youtube cientos de películas para ver de forma gratuita.
El K-Pop como ventana a Corea
Tan adictivo como el algodón de azúcar, el K-Pop cuenta con legiones de apasionados fans que sincronizan sus cantos al son del hit del momento de su agrupación favorita -sea BTS, Blackpink o EXO-. Los videoclips de estos hombres y mujeres jóvenes que juegan con la androginia y el difuso límite entre lo femenino y masculino acumulan millones de reproducciones, hipnotizantes por sus colores estridentes, coreografías imitables y letras luego entonadas a viva voz por sus seguidores, quizás con un leve conocimiento del idioma, o quizás luego de una memorización fonética tras horas de repetición constante.
Corea del Sur es una fábrica de música. El poder de agrupaciones como BTS es tan grande y llega tan lejos que en enero Argentina fue escenario de uno de los cinco proyectos de arte público y gratuito de “Connect, BTS”, con el que la banda de jóvenes coreanos busca brindar un mensaje positivo de paz y diversidad al mundo. En la inmensidad de las Salinas Grandes, ubicadas en plena puna jujeña, se realizó el “primer vuelo libre humano, sin consumo de combustible”, un proyecto artístico materializado por el artista tucumano Tomás Saraceno, que dejó un mensaje ambiental a favor del cuidado del agua y la vida, y contra la explotación del litio.
Además, en junio se celebró la edición número diez del Concurso KPOP Latinoamérica en el Centro Cultural Konex. 13 grupos y solistas provenientes de Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Perú, Uruguay y Venezuela se presentaron en la final luego de haber superado una dura instancia de preselección entre competidores de toda América Latina. Miles de personas fueron testigos de otro reflejo del éxito masivo de este género en la Argentina.
“Todo eso es lo que genera una gran atracción por Corea”, explica Cho. “Pero es solo el comienzo para muchas personas que, movidas por el pop coreano, luego quieren conocer el país, probar la comida, y conectarse con todo lo relacionado a la marca ‘Corea’”.
“Gracias al éxito a nivel mundial del K-Pop muchos se empezaron a interesar por Corea”, coincide Shim. “Atrás de ese fenómeno hay un trabajo de años de un país para exportar la cultura”, agrega Park. “En Corea existen diferentes organizaciones y fundaciones que tienen sedes en muchos países en donde trabajan fuertemente en no perder las raíces”.
Los impulsores del Hallyu
En Maipú 972 se alza el elegante Palacio Bencich, la sede -desde noviembre del 2018- del Centro Cultural Coreano, inaugurado en Buenos Aires en el 2006. Se trata de un lugar en donde se puede apreciar y experimentar lo tradicional y moderno de la cultura coreana, a través de diversas exposiciones, conciertos, películas, cocina coreana, artesanías, taekwondo, entre otras expresiones.
“El Centro Cultural Coreano es el principal espacio de contacto, actividades y fomento de la cultura coreana en Argentina”, sostiene Cho. “Nuestra sede está emplazada en un edificio centenario que es patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires. Tenemos más de cinco salas con exhibiciones permanentes y tres con exhibiciones temporales. Un auditorio donde realizamos conferencias, ciclos de cine. Aulas donde se brindan talleres de caligrafía, idioma, y otros. Además, acabamos de construir un salón de danza para enseñar K-Pop y danzas tradicionales, y una cocina para dar clases de gastronomía”.
Con entrada libre y gratuita, y muchísimas actividades también sin costo, se convirtió en el templo de todo lo relacionado a Corea para los fanáticos, los curiosos y los que desean aprender sobre este país asiático. También se brindan cursos de idioma gratuitos. “La demanda supera en 10, 15 ó 20 veces los cupos disponibles”, aclara el agregado cultural. “Florece también en otros institutos la opción por estudiar coreano. Es el idioma que más creció en demanda los últimos años”.
Cursos de idiomas, clases de cocina, talleres de Jogak-bo (diseño coreano tradicional de paños en formato mosaico) y hasta una K-Pop Academy (a cargo de una bailarina y cantante profesional invitada de Corea) son algunas de las propuestas que ofrecen para acercar sus tradiciones al público argentino.
El 4 y 5 de abril, además, Corea será parte del Asia Fest, un festival multicultural que celebra la gastronomía y otras tradiciones de éste y otros países como China y Japón. Se llevará a cabo en el Palacio San Miguel de la Ciudad de Buenos Aires, y habrá charlas, clases, stands de comida, K-beauty, desfiles y hasta shows de K-Pop.
“Me gustaría que a partir de la expresiones contemporáneas también se conozcan nuestras tradiciones, y que conozcan a los coreanos. Que sepan que somos un pueblo que quiere construir lazos de amistad”, concluye Cho. “Somos una cultura en las antípodas del planeta, uno de los países más alejados de la Argentina, y, sin embargo, van a descubrir una cultura que con seguridad los cautivará y con la cual se sentirán más cerca de lo que pensaban”.
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