Vivió 43 años sin saber que tenía Asperger, y hoy lucha para que todos conozcan su diagnóstico

Mere Nicastro transitó distintas etapas de su vida sin entender un montón de conductas suyas que no eran las esperadas para los demás. Tras escuchar por primera vez la palabra “autismo” y buscar información precaria en Internet, comenzó a conocer el mundo del Asperger

Mere es docente de cerámica

De pequeña, Mere Nicastro era traviesa, le gustaba hacer mucho ruido y la única manera de que haga la tarea era bailando. En la secundaria prestaba cautelosa atención pero sentía que su mente la llevaba a otro lado, lo que le costó muchas notas de maestras por problemas de conducta. La universidad no fue fácil. Con calificaciones que no bajaban del 8 decidió dejar la carrera de arquitectura porque se sentía muy cansada. Todas estas situaciones fueron durante mucho tiempo una incógnita, que en realidad enmascaraban un diagnóstico del que no tuvo idea hasta sus 43 años, cuando descubrió que tenía síndrome de Asperger.

Cada 18 de febrero se conmemora el Día Internacional del Síndrome de Asperger que, como explica Mere durante una charla con Infobae, “es otra manera de ser, pensar, sentir y estar en el mundo”. Es una condición neurobiológica que los constituye y que influye en cómo procesan la información, en cómo se relacionan con los otros y con el mundo que los rodea y que se incorpora dentro de lo que se conoce como Trastornos del Espectro Autista.

Mamá de Sofía y abuela de Canela, vivió toda su vida más de 40 años sin saber qué era lo que le sucedía. Mere vivía “sin filtro”, se dedicaba exhaustivamente a una tarea sin tener noción del tiempo y se apasionaba sobre una temática a tal punto de olvidarse de dormir y comer. A raíz de una situación familiar fue que empezó a indagar en qué era lo que le sucedía realmente: “Tiempo después me informé y una de las características más notorias de las mujeres con Asperger es que se suelen mimetizar con el ambiente. Y sí, durante toda mi vida me mimeticé y traté de pasar desapercibida del resto”.

Junto con su hija Sofía

“Me costaron mucho algunas cosas; necesité apoyo para algunas otras. Por ejemplo, necesité ir a la psicopedagoga para aprender a leer de una manera que no era convencional, fui a la fonoaudióloga para dejar de tartamudear y así otras tantas cosas. Vivir con Asperger es entender que nos cuesta mucho reconocer los sentimientos, nos sentimos raros porque nos pasan cosas pero no podemos ponerlo en palabras y, por ende, hacer algo al respecto para que no nos afecten. En definitiva, el mundo nos resulta muy hostil", apuntó Mere.

Cuando se encontraba en el colegio primario, las maestras llamaron a su mamá para explicarles los problemas de conducta de la niña. Por eso, su madre acudió a un profesional para medicarla: “Me medicaron para que me quedara ‘quieta’ pero yo no tenía ningún tipo de patología. Creo que hoy sigue pasando mucho, por eso es tan importante un diagnostico certero”.

Llegar al diagnóstico con 43 años

Previo a empezar a considerar el síndrome de Asperger como un potencial diagnóstico, Mere fue encontrando pequeñas estrategias para sobrellevar su realidad: “El diagnóstico viene de grande, pero fui encontrando sola, a mi manera, distintas formas de ‘mimetizarme’ con el resto, como por ejemplo, planear las cosas con mucha anticipación para no ponerme nerviosa o averiguar lo que más pueda sobre el ambiente al que voy a ir”.

Tras escuchar un día la palabra “autismo", algó resonó en ella que la hizo empezar a averiguar en Internet: “Primero consulté en la web para entender qué era el autismo y encontré un link que habla sobre el Asperger y otro que enfatiza más en el síndrome en mujeres. Y me di cuenta de que yo me encontraba en este colectivo. Una conocida me recomendó un lugar para hacerme un diagnóstico, de ahí un psiquiatra y me aconsejaron ir a la Liga de Asperger y fue algo maravilloso, pude ver personas autónomas independientes y me vi a mi misma, eso fue clave para mí”.

Con el diagnóstico certero, lejos de sentirse angustiada o perdida, Mere pudo ponerle nombre a tantas conductas que en algún momento la desorientaron a ella y a su entorno: “Se clarificó un poco la historia familiar y esto también está bueno. Mi hija lo primero que me dijo es ‘¿estás contenta? Se te ve contenta’. Y la verdad es que sí. Toda la vida viví con Asperger pero ahora lo sé y es algo con lo que puedo trabajar y ser consciente. Para mi fue súper positivo llegar al diagnóstico y por eso no quiero que nadie se quede sin diagnostico”.

Mere trabaja en la Liga de Asperger 7

Profesora de alfarería, encontró en la cerámica una pasión que la desconecta del ambiente y que le brinda paz. “Las personas con Asperger tendemos a apasionarnos por algún tema y de ahí surge la necesidad de información hasta especializarnos. Le dedicamos mucho tiempo y energía. Investigamos y lo realizamos por nuestros medios, pero básicamente nos distinguimos por la dedicación con la que abordamos el tema", explicó.

Actualmente trabaja en la escuela de cerámica “Fernando Arranz” pero descubrió a raíz de su diagnóstico una nueva pasión: trabajar en la ONG Liga asperger 7. Hoy integra la comisión directiva con el objetivo de difundir información, concientizar e informar acerca del síndrome de Asperger, brindando una mirada particular: la mirada en primera persona de quien lo vive.

Mere junto a sus compañeros de la liga Asperger 7

Con el objetivo de conmemorar el Día Internacional del Síndrome del Asperger, realizarán una convocatoria el sábado 22 de febrero en la Plaza del ángel gris en Flores a las 16 hs, para todo aquel que quiera acercarse y despejar todas las dudas sobre el síndrome.

“Para mí fue un antes y un después ver a otras personas con el síndrome para entender y verse en el otro. Mi deseo es que se acerquen a conocer otras personas Asperger. Te da el impulso para luego ir a buscar un diagnóstico y entender que esto no te sucede a vos sola. Y obvio buscar siempre un diagnóstico certero", concluyó Nicastro.

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