Está en marcha una movida sustentable, en la Argentina y en el mundo. Miles de manos juntan colillas de cigarrillos en bidones y botellas plásticas. Tratan de capturar la mayor cantidad posible de pequeños filtros amarronados causantes de un enorme daño ambiental. Una sola colilla contamina entre 8 y 10 litros de agua salada y hasta 50 litros si se trata de agua dulce, por la enorme cantidad de sus componentes nocivos: nicotina, alquitrán, arsénico, plomo, hidrocarburos poliaromáticos. Además, el acetato de celulosa, un material no biodegradable encargado de absorber esas sustancias, puede tardar hasta 15 años en descomponerse.
En las playas bonaerenses, por caso, son el residuo más encontrado, según datos del Censo de Basura Costero Marina realizado el año pasado. En las calles, en general, los fumadores también las tiran al suelo. Y la lluvia las arrastra a las alcantarillas y terminan de la misma manera, en las fuentes de agua más cercanas, en ríos y mares, donde asfixian los fondos marinos y además pueden ser consumidos por muchos animales.
Dónde van a parar las colillas recuperadas
¿Qué se hace con las colillas recolectadas? ¿Qué destino final tienen? ¿En qué se convierten? En diálogo con Infobae, el creador del proyecto ecológico Cigabrick, Alexis Lemos -41 años, mendocino, ingeniero comercial y máster en logística- contó cómo nació la idea del ladrillo hecho con colillas. “Todo comenzó a fines de 2018, cuando regresé al país luego de haber vivido varios años en California, Estados Unidos, donde tomé conciencia sobre la importancia del reciclaje. Volví a mi provincia muy mentalizado en encontrar una solución ecológica y definitiva para el residuo del cigarrillo, catalogado como complejo y, además, con ganas de ayudar a mi familia que estaba atravesando una difícil situación económica”.
“Me dediqué seis meses a investigar, desarrollar prototipos y armar un equipo de trabajo que integran mi padre en la cuestión logística, mi hermano en el diseño gráfico y dos profesionales altamente capacitadas, una bióloga y una ingeniera en recursos naturales renovables. Con inversión propia, logré crear un biopolímero en el laboratorio”, informó a Infobae.
- ¿En qué consiste el biopolímero?
- Es un método para el reciclaje de las colillas totalmente natural y definitivo que consiste en la obtención de un producto compuesto biotecnológico: las colillas son mezcladas con elementos naturales a los que sumamos microorganismos que comen las toxinas y liberan enzimas que mineralizan la mezcla. Este período de cultivo lleva unos 20 días. En definitiva, lo que demora 15 años en degradarse, logramos descontaminarlo en sólo 20 días.
¿Qué residuos se generan en ese proceso?
- Ninguno. Somos una iniciativa zero-waste, lo que significa que no generamos residuos en ninguno de nuestros procedimientos. Cigabrick es ecológico y está armado bajo presión con más de 6 toneladas de fuerza. No requiere cocción y es 100% reciclable.
¿Y cómo adquiere forma el ladrillo?
- Para pasar a la fase de producción del ladrillo, trituramos el biopolímero resultante, lo integramos a nuestra fórmula patentada, utilizándolo como aislante acústico y de temperatura, y lo encapsulamos junto a los otros componentes que forman Cigabrick, tales como cemento, arena, cal y otros.
¿Cuántas colillas quedan atrapadas entonces en cada ladrillo?
- Cada ladrillo cuenta con un porcentaje integrado de biopolímero y esa porción puede variar porque las colillas recicladas quedan unificadas a los otros elementos naturales, de manera que un ladrillo puede tener entre 25 y 50 colillas. En el laboratorio ubicado en la ciudad de Mendoza tratan, por mes, más de 5 millones de colillas, cerca de una tonelada, que reciben desde distintos puntos del país y, por ahora, los ladrillos sólo se venden a municipios y entidades gubernamentales para la construcción de viviendas sociales.
Todo se lleva a cabo en el marco del proyecto ambiental Reciclemos que ya cuenta con una red de más de 50 embajadores en todo el país: personas o agrupaciones sin fines de lucro que envían las colillas de fumadores responsables que se las acercan o bien las que ellos mismos recolectan. Es tanta la cantidad de colillas que reciben que están viendo la posibilidad de mudar la zona de cultivo a un polígono industrial mayor.
Viviendas sociales y sustentables
Lemos detalló a Infobae varias ventajas técnicas de Cigabrick: tiene un tamaño mayor que el ladrillo tradicional y es 4 veces más resistente; es sismo resistente y anti inflamable; brinda protección acústica y un aislamiento frío-calor 40% mayor al del ladrillo tradicional; tiene un diseño de encastre y eso reduce hasta un 50% el tiempo de construcción, también permite ahorrar hasta un 50% en acero y 60% en cemento (entre ladrillo y ladrillo sólo va una pequeña porción de adhesivo cerámico) y tiene garantía de por vida.
Explicó, además, que el ladrillo que fabrican cuenta con certificaciones para la construcción, entre ellas la del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial y de Normas IRAM (Instituto Argentino de Normalización y Certificación). Y señala que el proyecto está enfocado a la creación de viviendas sociales sustentables para familias de escasos recursos.
El municipio de Mendoza es uno de ellos. En el marco de la reciente emergencia climática declarada en la ciudad -es la primera ciudad del país que toma esta medida y se suma a las capitales internacionales con conciencia ambiental- se instalaron contenedores o colilleros especialmente diseñados para la captación de colillas en los lugares más concurridos.
Los pioneros en el reciclado de colillas tienen planes a futuro: desde hacer pruebas de colores con pigmentos en los ladrillos, para ahorrar pintura, hasta desarrollar un modelo de casa sustentable construída con los cigabricks, paneles solares, luces LED, termotanque solar, entre otros componentes. Lo que se conoce como una casa “off the grid”, frase en inglés que se traduce como fuera de red.
Más campañas de recolección
Los más de 50 embajadores que forman parte activamente de Reciclemos ya están organizando una nueva campaña de recolección masiva de colillas de cigarrillos a realizarse en un solo día, en el mes de marzo, en todo el país. También participan jóvenes reunidos en el movimiento Fridays for Future (Viernes por el Futuro) que a nivel mundial impulsa la activista sueca Greta Thunberg.
En esa red de embajadores figura la organización Sea Shepherd Argentina, una decena de voluntarios ambientalistas en la costa bonaerense, como es el caso de Isabel Muñoz, de la ONG Ángeles Verdes, y docentes de varias provincias, entre ellas, Ursula Ortega, coordinadora del Proyecto Solidario Eco-Punto, de la escuela República Oriental del Uruguay (ROU), de Tucumán, y jóvenes activistas como la bloguera ambiental Candela Rodríguez, que vive en la Ciudad de Buenos Aires.
“El proceso de reciclado de colillas que hace la gente de Reciclemos es pionero, innovador y amigable con el ambiente”, dijo Muñoz a Infobae. En tanto, Ortega contó que forma parte de la iniciativa “No más colillas en el suelo”, de Barcelona, y como sus compañeros españoles sueña con que algún día las tabacaleras empiecen a producir una colilla que no sea tan tóxica para el medio ambiente.
La propuesta de las embajadoras es poner manos a la obra para que no sigan impactando en el ambiente. Y recuerdan que para sumarse a las recolecciones hay que llevar guantes, porque las colillas tienen muchos químicos y lo mejor es evitar el contacto directo, y botellas plásticas de un solo uso, limpias, secas y con tapa para poder recolectar y transportar las colillas.
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