En los confines del mundo, escondidas cerca del océano, algunas personas se desviven para evitar las muchas cosas agradables que la vida tiene para ofrecer: desde una infinita variedad de ofertas de películas en linea y alimentos deliciosos hasta conversaciones amistosas por redes sociales. No, estas personas no son monjes. Son partidarios de un estilo de vida diferente: una nueva tendencia de bienestar que se originó en Silicon Valley llamada ayuno de dopamina.
Si bien el término se acuñó por primera vez en 2016, recientemente fue re-popularizado por el profesor de psicología de la escuela de medicina de la Universidad de California, San Francisco, Cameron Sepah, cuando publicó una guía sobre la práctica en LinkedIn. “Tomar un descanso de los comportamientos que desencadenan grandes cantidades de liberación de dopamina (especialmente de manera repetida) permite que nuestro cerebro se recupere y se restablezca”, sostuvo el especialista que aseguró que estaba buscando una forma para que él y sus clientes mantuvieran una mejor concentración, se desconectaran de sus dispositivos, regularan las emociones y no se dejaran llevar por una cultura de notificaciones constantes, excitación y atracones.
“Querer mejorar nuestra capacidad cognitiva siempre fue una meta pero las estrategias para lograr esto difieren según los campos del saber. Desde el psicoanálisis podemos decir que para que una persona pueda crecer intelectualmente es fundamental que haya un deseo de saber en juego, una curiosidad y atención pero sobre todo un enlace afectivo con aquello que queremos aprender”, advirtió en diálogo con este medio la psicoanalista Fiorella Litvinoff.
¿Qué es exactamente la dopamina?
La dopamina es un neurotransmisor involucrado en el sistema de nuestro cerebro para la motivación, la recompensa y el placer. Según una investigación que realizó Joshua Berke, profesor de neurología y psiquiatría de la misma universidad, la liberación de la misma puede ser provocada por una variedad de estímulos externos, especialmente eventos sobresalientes inesperados. "Estos pueden variar desde ruidos fuertes repentinos y desagradables hasta estímulos que, a través de la experiencia previa, se han asociado con la recompensa”, indicó.
Sin embargo, para el especialista la dopamina no tiene una relación directa con el “placer” o la “felicidad”, sino que responde tanto a experiencias placenteras como inesperadas, al igual que responde a todo tipo de experiencias interesantes que tenemos todos los días. Y aquí puede ser donde comienza la confusión.
La idea detrás del ayuno de dopamina es que los seres humanos podemos estar obteniendo demasiado de algo bueno, y que necesitamos pasar tiempo sin la estimulación de cosas que pueden volverse adictivas: teléfonos inteligentes, TV, Internet, juegos, compras, juegos de azar, para que podamos recuperar el control sobre cómo gastamos nuestro tiempo. Para detener los efectos del neurotransmisor, los practicantes se abstienen de la alimentación, el sexo, el ejercicio, las actividades sociales, la tecnología o cualquier tipo de estimulación. Sin tales descansos, nos habituamos a altos niveles de la sustancia química, por lo que sentimos la necesidad de buscar dosis de estimulación cada vez más altas para lograr el mismo efecto placentero.
“Es un modo de eliminar el deseo humano ya que este siempre trajo malestar, conflicto y complicaciones. Por este motivo, a lo largo de la historia se intentó eliminar el deseo, como en algunas prácticas filosóficas, pero lo que hay que tener en cuenta es que si nos abstenemos de lo que nos da placer nos terminamos perjudicando. Más que hacer ayuno de lo que nos aporta satisfacción deberíamos ver cómo acotar algunas prácticas que nos generan algún sufrimiento. Antes de eliminar hábitos es fundamental que nos preguntemos qué lugar ocupan en nuestra vida, por qué las hacemos y si las queremos modificar o no”, agregó Litvinoff.
La bahía de San Francisco, Silicon Valley, es el epicentro del ayuno de dopamina, donde también se han originado otras tendencias de “bienestar” de moda. Irónicamente para la sede de muchas compañías emergentes y globales de tecnología, la parte central del ayuno en cuestión parece estar ignorando a la ciencia de los teléfonos, computadoras y tablets inteligentes. Esto se debe a que los teléfonos y las aplicaciones han sido diseñados para liberar dopamina en nuestros cerebros, para mantenernos adictos a tocar, desplazar y compartir información a través de ellos.
Para la psicoanalista Agustina Fernández, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, especialista en adolescentes, el funcionamiento adictivo -en tanto compulsión a consumir un tipo de objeto de modo repetido, casi permanente-, y la concomitante angustia que emerge cuando el consumo se ve imposibilitado, es real. “En ese modus operandi es el sujeto mismo el consumido, que queda sin disponibilidad para el disfrute, el descanso, la creatividad, el pensar, incluso para hacer lazo y vincularse a otros. El ‘ayuno’ de adicción beneficia el desarrollo de todas esas áreas”, explicó en diálogo con Infobae.
Sin embargo, no todos están tan convencidos del valor del ayuno de dopamina o de sus beneficios percibidos. Berke sostiene que “no está al tanto de ninguna evidencia” de la afirmación hecha por los ayunadores de que evitar aspectos como la tecnología y los alimentos puede reducir los niveles de dopamina en el cerebro.
Ciertamente suena plausible que tomar un descanso de las redes sociales y el alcohol es bueno. Sin embargo, es poco probable que tenga mucho que ver con la dopamina per se. Por definición, puede ser relajante tomarse un descanso de actividades emocionantes o estresantes, pero eso no es lo mismo que negarse a tener una conversación con un amigo porque estás en un "ayuno de dopamina”. Así, podría decirse que se trata más de una moda, que de una afirmación científica controlada.
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