Según la tradición cristiana, esta noche harán su recorrida por todo el mundo los Reyes Magos. Niños de todas las latitudes dejarán agua y pasto para los camellos junto a sus zapatitos para que Melchor, Gaspar y Baltazar dejen allí sus regalos.
Si bien todo comenzó como un mito de la religión católica, hoy la costumbre trasciende culturas y es más un hecho comercial que otra cosa. Y tras la seguidilla de festejos y regalos que la mayoría de los niños reciben en estas fechas, muchos padres perciben que sus hijos tienen una sobre excitación con tanto regalo, que los lleva a no valorar nada demasiado.
Tal percepción es correcta y en psicología tiene un nombre: “síndrome del niño hiperregalado”. Es el sentimiento que genera recibir demasiados regalos, hasta el punto de no entender el valor de cada uno más allá del mero hecho material. Esto puede despertar sentimientos de egoísmo y consumismo entre los niños y generar, además, una baja tolerancia a la frustración, tendencia al aburrimiento y a las adicciones o empobrecimiento de su imaginación.
No es ni más ni menos que, a veces, los niños tienen tanto que no aprecian una sola cosa, se vuelven más egoístas y pierden el valor y la importancia de las cosas.
Para contrarrestarlo, los especialistas recomiendan cuatro reglas para tener en cuenta en fechas como hoy. Se trata de regalar a los hijos algo que vayan a usar, que necesiten, que deseen y que les ayude en sus tareas extraescolares.
En ese sentido, y teniendo en cuenta que “darles todo lo que piden sin que les haya generado ningún esfuerzo, es una forma de educar a los más pequeños generando comportamientos egoístas, caprichosos y consumistas”, los expertos aconsejan que los padres hagan que sus hijos reduzcan la carta de los Reyes Magos, limitando aquellas cosas que realmente les genera ilusión y sobre todo ponerlas por orden de preferencia, sabiendo que el primer regalo de la lista será el que más quieren.
“Cuando uno regala en exceso o solamente lo que los niños piden, podría generar que pierdan dimensión de la posibilidad real de cada familia exigiendo tener todo lo que quieren como si no hubiera otra opción”. Para la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247), “muchas veces tienen claro que para estas fechas determinadas pueden ‘darse el lujo’ de pedir algo que quieren mucho y los padres podrían considerarlas también como excepción, pero ofrecerles que elijan entre opciones, o ser ellos los que elijan qué de todo lo que piden se les va a comprar”.
Según la especialista en maternidad y crianza, “está bueno enseñarles a valorar y a disfrutar de lo que se les regala. Muchas veces cuando tienen todo pierden la capacidad de asombro y si reciben un regalo que no esperaban se ofenden”. “La frustración es parte de la vida y hay que aprender a lidiar con ésta. No está bueno que pierdan de vista el gesto poniendo como prioridad el objeto”, insistió Ruda, para quien la mejor manera de acompañar esta frustración es explicándoles dónde hay que hacer hincapié.
“A veces no se puede tener todo lo que uno quiere. Muchas veces es cierto que los padres que tuvieron carencias en su niñez es dan ‘de más’ a sus hijos ‘para que nada les falte’, como así también suelen usarse los regalos para tapar ausencias -analizó la especialista-. Este tema es particular y no podemos generalizarlo pero es frecuente y lo que les padres quizá no tienen en cuenta es que satisfacer todas las demandas tapa al deseo”.
- ¿Cómo manejar la frustración por lo que no reciben?
- Queremos niños deseantes y para esto es necesaria la falta, que se frustren, enseñarles la espera, que no es todo ya. Que puedan ahorrar para poder comprarse ellos mismos algo que desean y así entender de a poco el valor del dinero y la felicidad también de poder ahorrar con un objetivo y lograrlo. Que se queden un poco con las ganas. Algo común que sucede es que al tener mucho y saber que tendrán lo que pidan les dura poco el amor por lo nuevo. Se aburren rápido y ya piden otra cosa.
Un consejo que puede resultar útil es poner jerarquía de importancia en las fechas. Hay quienes priorizan Reyes y hay quienes priorizan Navidad, hay quienes priorizan los cumpleaños, etc. Esto puede ayudar a elegir los regalos según “la importancia” que esa familia le da a la fecha.
Acumular juguetes es un clásico: quieren todo y no sueltan nada. Una buena alternativa también es hacer lugar para lo nuevo donando lo que ya no se usa y con este gesto, de yapa, los ayudamos a tomar conciencia también de otras realidades, como así también hacerles visibles todo lo que tienen y no usan, justamente porque hay mucho.
“Es importante transmitir un límite al consumo. Porque los excesos luego se ven en otras conductas, como las adicciones. No es condición ni una relación causa efecto, pero si les enseñamos que nada alcanza y que siempre queremos otra cosa, podríamos generar sujetos insatisfechos llenos de cosas que no los llenan y no sería el deseo lo que los mueve a buscar algo nuevo sino la incapacidad de disfrutar lo que hay”, evaluó Ruda, para quien “en el mismo momento que tienen eso que querían tanto, ya no lo quieren más y quieren otra cosa. Así sucesivamente, intentan llenarse el vacío con cosas. Limitar los excesos es necesario para que luego sepan autorregularse. Para que sepan que desean y una vez que lo logren, quedarse aunque sea un poco satisfechos”.
Y finalizó: “En el momento que se aburren está bueno plantearles qué hacer con ese aburrimiento, sino estamos todo el tiempo tapando la posibilidad de desear. Aburrirse está bueno para poder desarrollar la creatividad, la imaginación, poder encontrarse con otra parte de la realidad. A medida que van creciendo tienen más recursos para salir del aburrimiento, como buscar un hobbie o tocar un instrumento. Si tenemos todo el tiempo todo lo que queremos, es como que no nos encontramos nunca con el vacío”.
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