Por Sergio Federovisky
“Fridays for future”, así se conoce al movimiento estudiantil internacional que no para de crecer desde que Greta Thunberg, la adolescente sueca, comenzó a manifestarse en el mes de agosto de 2018 frente al parlamento sueco en Estocolmo, con un mensaje incómodo para los líderes mundiales. El llamado de Thunberg a la huelga escolar todos los viernes, fue la fuente de inspiración para otras miles de voces de una generación que se siente marcada por la ansiedad constante de no saber cuál será su futuro y que se considera víctima del sistema pero a la vez agente de cambio. ¿Por qué estudiar para un porvenir, que puede no estar allí? ¿Por qué gastar tanto esfuerzo para educarse, cuando nuestros gobiernos no escuchan a los educados?, se preguntan.
Se movilizan porque quieren gobiernos que no sean rehenes de la industria de los combustibles fósiles. Se movilizan porque aquellos menos responsables sufren las peores consecuencias. Se movilizan porque quieren justicia climática. Se movilizan por un nuevo acuerdo verde.
Con cuatro huelgas mundiales por el clima, el 15 de marzo, el 24 de mayo, el 27 de septiembre y el 29 de noviembre de este año, los jóvenes del mundo exigieron a los gobiernos que adopten medidas capaces de cambiar el sistema de degradación ambiental, porque de otra manera aumentarían aún más los eventos extremos relacionados con la crisis climática y con el riesgo de que algunos se vuelvan irreversibles.
El documento “Las preocupaciones de los jóvenes manifestantes están justificadas”, firmado por tres mil científicos de todo el mundo y publicado en la revista científica Science, considera a las preocupaciones justas y basadas en la ciencia. Ya fue advertido por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) que sobrepasar la temperatura a más de 1,5°C aumentará la frecuencia e intensidad de las olas de calor y las tormentas que se han acrecentado en todo el mundo en los últimos años.
Un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advierte que si las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero no disminuyen en un 7,6 por ciento cada año, entre 2020 y 2030, el mundo perderá la oportunidad de cumplir con el Acuerdo de París, con las consecuencias que eso significa. Incluso si cada país implementase las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC), a las cuales se comprometieron para intensificar sus acciones contra el cambio climático, ya sea para mitigar las emisiones de gases efecto invernadero o para adaptarse a los impactos producidos por el fenómeno climático, el informe vaticina que las temperaturas subirán en 3,2°C, lo que significará acrecentamiento de la pobreza extrema para millones de personas, más desplazamientos y la extinción de muchas especies e incluso de ecosistemas completos.
Los estudiantes, presentes en la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 25), alzaron su voz el 6 de diciembre en las calles de Madrid, en Santiago de Chile y en varias ciudades del mundo: “Estamos preparados para trabajar junto a los líderes internacionales para garantizar que se tome una acción radical e inmediata sobre la crisis climática”. Los jóvenes del mundo entienden la situación mejor que los líderes políticos. No hay tiempo para esperar, es hora de actuar.
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