Lord Alain Levenfiche es el propietario del piso más caro del Edificio Kavanagh, emblemática estructura de hormigón armado ubicada en el barrio porteño de Retiro, que supo ser el rascacielo más alto de Sudamérica.
A su vez, desde hace 25 años, este edificio se convirtió en un hito histórico internacional de la ingeniería según la Asociación Estadounidense de Ingeniería Civil y hace 20 años es Patrimonio Mundial de la Arquitectura de la Modernidad de acuerdo a declaración formal de la Unesco.
A pesar de ser un símbolo de la cultura porteña y contar con elegantes e icónicos detalles, el millonario francés Levenfiche quiere desprenderse del piso que posee allí. En el 2017 lo vendía a USD 3,9 millones y en la actualidad se ofrece a 3,5 millones de dólares. Lo curioso es que en el 2009 costaba USD 6 millones, casi el doble. También se puede alquilar, por la exuberante suma de USD 5.000 mensuales. ¿Gastos fijos? $22.000 de ABL y expensas de $90.000.
Cómo es el departamento
Es una propiedad ubicada en Florida 1065, de 740 metros cuadrados, 251 metros cuadrados otorgados a espacios abiertos que simulan la "proa" del edificio, su marca de diseño; con cinco suites, una terraza y dos jardines parquizados. De los 31 pisos y 105 departamentos, el 14 "A" es el más icónico. Es la única propiedad del piso: se distingue por su extraordinaria vista abierta de 360 grados al Río de la Plata, a Retiro, al puerto, a la Plaza San Martín y al corazón de cemento porteño.
La inmobiliaria Patagonia Synergia publicó la propiedad con un sinfín de detalles: cinco habitaciones en suite, comedor para doce comensales, cocina y baños remodelados, con el respaldo de un contundente contenido visual. Las fotos exhiben su panorámica exclusiva y un destacado lujo interior.
El Kavanagh es una obra perteneciente al estilo art déco, un movimiento de diseño que entre 1920 y 1940 no dejó huérfano a ninguna manifestación artística. Celebraba lo nuevo, la sensualidad, la excelencia, era una expresión sin trasfondos políticos o filosóficos: era un culto a la calidad y a la decoración. Los arquitectos Gregorio Sánchez, Ernesto Lagos y Luis María De la Torre emplazaron la construcción de la torre en Florida 1065, hace 81 años, por encargo de la millonaria de ascendencia irlandesa Corina Kavanagh, quien viviera en el encumbrado 14 "A".
Un rascacielos con historia
Fue el primero en contar con detalles de lujo, como aire acondicionado. Elegante, enmarcado por un bello entorno que incluye a una de las plazas más hermosas de la ciudad, el Kavanagh es un símbolo arquitectónico de Buenos Aires. Para su construcción se demolió un grupo de casas bajas anexo al Hotel Plaza que había sido inaugurado en 1909.
Las obras para levantar el Kavanagh se iniciaron en abril de 1934 bajo la supervisión del Ingeniero contratista Rodolfo Cervini y los arquitectos Sánchez, Lagos y de la Torre, sobre una idea promovida por Corina Kavanagh (quien le da nombre al pasaje que divide el hotel del histórico edificio).
Con 120 metros de altura, fue durante años, el edificio más alto de la Ciudad y de Sudamérica.
Debido a su forma escalonada, pudieron instalarse terrazas jardín. Como avance para la época, se colocó un equipo de aire centralizado, una pileta, talleres de lavado y planchado, cámara frigorífica y sistema telefónico central, no tiene cocheras ni portero eléctrico y posee en total 105 departamentos.
El Kavanagh, atravesado por las curiosidades
La familia Anchorena, de cuña católica, había encargado la construcción de la Basílica del Santísimo Sacramento, del otro lado de la plaza San Martín. Corina Kavanagh, despechada y humillada, compró años más tarde el terreno frente a la Basílica para construir una torre que obstruyera el contacto visual entre la iglesia y la mansión de los Anchorena (dueños también del Palacio Anchorena, actual Palacio San Martín y Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto). En catorce meses, tiempo récord, fue levantado el rascacielos porteño que mira de cerca al cielo a modo de venganza por un amor que no pudo ser.
Su edificación está rodeada de leyendas. El mito asegura que su construcción obedece a la venganza por un amor frustrado. Aunque su significación esté asociada a la aristocracia porteña, en la década del treinta Corina pugnaba por ser reconocida por la alta alcurnia. Pero revestía calidad de familia pujante, llamada despectivamente como “nueva rica”, con sangre ajena al linaje. Una diferencia, arcaica, que la alejaría definitivamente de su amado Aarón Anchorena, de sangre azul. María Mercedes Castellano de Anchorena, madre de su pretendiente, se opuso a la relación.
Seguí leyendo: