La masturbación, el acto de darse placer a través del tacto o la estimulación de los genitales, no es un concepto nuevo. Más bien, es algo que se ha representado a lo largo de la historia, desde obras de arte prehistóricas en las paredes de las cuevas hasta el mito egipcio de cómo el mundo fue creado por un dios masturbándose. Los antiguos griegos vieron el acto como normal y las tribus de África lo utilizaron como parte de rituales culturales. Entonces, ¿cómo se convirtió en algo tan indescriptible y tabú?
Con el influjo de las tradiciones cristianas, una vez que las formas de sexualidad ampliamente aceptadas se convirtieron rápidamente en ilícitas, todo lo que no se alineó con el mandato de Génesis de “ser fructífero y multiplicarse” fue visto como pecaminoso. Según Psychology Today, incluso “el teólogo católico Santo Tomás de Aquino creía que la masturbación era un pecado peor que la violación, el incesto y el adulterio, porque en estos otros pecados es posible la procreación”.
Más adelante en la era victoriana, la masturbación fue rápidamente culpada de todo tipo de enfermedades y enfermedades mentales, desde la depresión hasta la tuberculosis, la esterilidad e incluso la muerte prematura. Irónicamente, uno de los actos sexuales más seguros se etiquetó rápidamente como el más “peligroso” y se prohibió. En 1972, la American Medical Association declaró que la masturbación era normal, pero la culpa, la vergüenza y el estigma aún persisten.
La larga historia de la sociedad de reprimir la masturbación muestra que el auto-placer sexual ha prevalecido durante siglos. Como humanos y seres sexuales, gravitamos de forma innata hacia lo que se siente bien y lejos del dolor. Por eso se entiende que masturbarse por placer es normal. Sin embargo, incluso hoy en día, la masturbación todavía se ve como un pecado para algunos segmentos de la sociedad, pero, más que nunca, está pasando de una práctica maligna a una auto-promoción de la salud.
"La masturbación es la primera de las prácticas sexuales que aparece en el desarrollo de varones y mujeres. Tiene como función el descubrimiento del cuerpo erógeno, la activación de fantasías sexuales y favorece a la aparición de la respuesta orgásmica. Esta conducta está dada por la conexión más íntima con uno mismo: se reduce la ansiedad y no existe la presión de estar “sincronizados” con un otro para llegar al orgasmo. La conexión con las fantasías en este escenario crea un mundo imaginario que se pude modificar a ‘gusto y piaccere’”, indicó en diálogo con Infobae Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
Para los especialistas, la sexualidad en solitario es la principal práctica sexual de los seres humanos y la única que tienen durante toda su vida, independientemente de su relación vincular. A medida que crecen y vivencian nuevas experiencias, desafiantes y exitosas, la sexualidad individual se modifica y evoluciona. Desafortunadamente para muchas personas, su sexualidad en solitario también puede causar una gran confusión, miedo y vergüenza.
Para Beatriz Literat, médica sexóloga clínica y ginecóloga del Departamento de Gineco-Sexo-Estética de Halitus Instituto Médico, se trata de una actividad fisiológica que practican los seres humanos desde edades tempranas. Se inicia en la infancia, en el transcurso de la exploración corporal que realizan niños y niñas. “En la adolescencia, con la aparición de las sensaciones sexuales generadas por el estallido hormonal, los púberes descubren sensaciones placenteras que muchas veces no pueden explicar, ya que la autoestimulación continúa siendo un tabú en algunas culturas y sociedades”, explicó a Infobae.
Una investigación australiana que encuestó a más de 20.000 personas sugiere que solo una de cada cuatro mujeres se masturba regularmente, la mitad de la tasa de hombres. Para Juliet Richters de la Universidad de Nueva Gales del Sur, autora principal de la investigación, “debido a que las mujeres son criadas para complacer a las personas, su placer a menudo queda en segundo plano". “Las mujeres en la historia fueron criadas para complacer a las personas, ser amables o hacer lo que otras personas quieren. Esa es una razón por la que les resulta difícil ir por su propio placer durante el sexo”, asegura la especialista.
“El permitirse la masturbación implica reconocerse como ‘ser deseante’ sacando a la mujer del lugar tradicional de 'ser deseado’. La autoestimulación permite identificar el órgano a través del cual se percibe mayor placer sexual, qué tipo de estimulación se necesita y que pensamientos, fantasías, lecturas o películas excitan lo necesario para facilitar el orgasmo", detalló a Infobae Lucila Martín Moreyra, ginecóloga y sexóloga clínica.
Sin bien las películas porno y el cine muestran el autoplacer de los hombres desde la adolescencia, la masturbación de las mujeres se mantiene en secreto. Eso hace que muchas no conozcan sus cuerpos. La cultura pop y la pornografía nos harán creer que el deseo de las mujeres puede encenderse con una sola mirada sensual, y que sus genitales estarán listos para funcionar en solo segundos, al igual que los hombres. Esta no es información precisa y puede conducir a relaciones sexuales dolorosas o insatisfactorias.
Para Ghedin, en las mujeres, la masturbación es una práctica que, además del autoconocimiento, ayuda a vencer los pudores y los miedos respecto al propio cuerpo y a superar presiones culturales sobre la feminidad. “Las mujeres anorgásmicas, en general, desconocen las posibilidades de su cuerpo y no se masturban”.
Sin embargo, la marca de condones LifeStyles entrevistó a 3.938 personas entre las edades de 19 y 36 años para la encuesta Millennial Sex Survey 2018 de SKYN, y descubrió que el 91% de los encuestados se masturbaban. Dentro de ese campo, la brecha de género era escasa, con el 96% de las personas que se identificaron como hombres y el 86% de las personas que se identificaron como mujeres involucradas en el sexo en solitario. La mayoría de los encuestados se masturbaban semanalmente y otros todos los días: para ser exactos, el 38% del grupo de hombres y el 14% del grupo de mujeres.
“La autoestimulación es practicada por igual por varones y mujeres y está determinada por el significado que unos u otros le asignan al placer sexual, que depende de características personales y de la educación recibida”, aseveró Literat.
Sus beneficios para la salud
Hay una gran diferencia entre cómo las personas exploran su cuerpo y cómo otros lo hacen, especialmente si se trata de un otro con una configuración genital diferente. Si se deja el placer sexual en manos de un otro, existe la posibilidad de que el desconocimiento impida alcanzar el éxito sexual. Eso también puede significar que el sexo termine siendo doloroso, incómodo o aburrido.
La masturbación, que generalmente conduce al orgasmo, aumenta las endorfinas, disminuye la percepción del dolor, ayuda a la relajación, quema calorías y mejora el estado de ánimo, la circulación y el sueño. Lleva el flujo sanguíneo a los genitales, manteniendo sanos los órganos sexuales de hombres y mujeres. Las mujeres disfrutarán de menos atrofia vaginal y una mejor lubricación, especialmente durante la perimenopausia y la menopausia. En los hombres, la masturbación que resulta en la eyaculación ayuda a mantener saludables sus próstatas y disminuye los riesgos de cáncer de próstata. Además, las erecciones frecuentes ayudan a mantener erecciones fuertes.
“El beneficio de la masturbación no es sólo el orgasmo: baja el estrés, favorece el sistema inmunológico, ayuda a dormir, mejora la autoestima, brinda autonomía y confianza y favorece la actividad sexual con un otro. Además es seguro, íntimo, cómodo y una herramienta que al ser sólo tuya nadie te la puede quitar”, aseveró en diálogo con este medio la psicóloga y sexóloga Cecilia Ce.
¿Las personas en relaciones se masturban?
Muchas personas creen que la masturbación es solo para solteros y que si las personas que están en pareja se masturban significa que no están satisfechas con su vida sexual. Por el contrario, parece haber una correlación positiva entre las parejas que se masturban y una frecuencia y disfrute satisfactorios en sus experiencias sexuales.
“La masturbación puede ser una práctica solitaria o se puede hacer en pareja. El erotismo homosexual tanto femenino como masculino la incluye como una variante más del encuentro erótico. El erotismo heterosexual la tiene en segundo plano poniendo en primer lugar a la penetración. Sin embargo, la inclusión de la masturbación en las parejas heterosexuales aporta muchos beneficios, sobre todo incorporar una variante que es muy placentera, pero sobre todo para bajar la presión que resulta del ‘debo tener’ orgasmos por penetración, cuando es posible que no ocurran por esa vía. También para los hombres masturbar a sus parejas y masturbarse ellos los ayuda a bajar la presión sobre el rendimiento y la potencia sexual (sostener el pene erecto para penetrar)”, añadió Ghedin.
La revalorización de la masturbación cuestiona la idea de que el encuentro sexual es, por sobre todo, genitalidad y penetración. Existe una necesidad de “sacarse de encima” los mitos y creencias erróneas que atraviesan los cuerpos y las prácticas sexuales con la finalidad de que la sexualidad sea más libre y despojada de condiciones a priori. Volver a la masturbación es desandar el camino de “lo que se espera” que haga cada uno, recuperar el deseo y el propio placer para saber más de uno mismo para luego estar con otro. No existen fórmulas eróticas efectivas, se construyen a partir de lo que uno desea y de cómo se establecen las líneas de conexión erótica.
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