Las relaciones son complicadas y el manual de la monogamia tradicional ya no sirve para todos. Lo cual está bien, si los que están en la relación están en la misma página. Nuestro mundo centrado en la tecnología quizás también haya facilitado todo esto. Si uno no está satisfecho con su relación real, las virtuales pueden terminar siendo un apoyo o un consuelo. Puede que los protagonistas de una aventura virtual no se hayan tomado nunca de las manos o puede que nunca hayan intercambiado palabras cara a cara, pero el archivo adjunto y los chats están ahí y son reales.
El advenimiento de las redes sociales cambió muchas cosas sobre la sociedad, incluida la noción que mucha gente tiene sobre la infidelidad. Tradicionalmente requería una relación física entre un cónyuge infiel y su pareja romántica. En el pasado, las personas intercambiaban miradas, sonrisas y alguna nota de amor. Hoy, estos gestos fueron suplantados por los “me gusta”, mensajes directos y furtivos o hasta imágenes que desaparecen en segundos.
Hablan más en estos coqueteos digitales de lo que hablan con sus parejas, se hacen bromas y se emocionan cuando reciben sus mensajes. La infidelidad virtual ocurre cuando las personas hacen uso de correos electrónicos, mensajes de texto y sus cuentas de redes sociales para desarrollar vínculos románticos y emocionales con alguien que no sea su pareja. Debido a que no hay nada físico involucrado, muchos participantes en la infidelidad digital se ven involucrados en una aventura en línea antes de darse cuenta de que lo están haciendo.
En diálogo con Infobae, Diego Luparello, psicoanalista y expresidente del Claustro de analistas en formación de la APA, explicó: “Solemos estar de acuerdo en que una relación sexual extramatrimonial constituye un engaño. Sin embargo, en ese consenso restringimos lo sexual al acto genital y dejamos por fuera toda la dimensión de las fantasías sexuales”.
Una encuesta realizada por el sitio web de infidelidades Ashley Madison reveló que en nuestro mundo moderno hay una amplia gama de comportamientos que constituyen el engaño. El 55% de los encuestados aseguró que una conexión emocional se considera más una infidelidad que el acto sexual en sí. Quizás menos sorprendente es que más del 40% de los encuestados dijo que enviar fotos íntimas a otra persona que no sea su pareja constituiría el engaño. Y un número similar también reconoció que enviar mensajes de texto era una forma de infidelidad.
Para Lucila Martín Moreyra, sexóloga clínica a cargo de la sección de medicina sexual de la división de ginecología del Hospital de Clínicas y directora del Centro de Atención Integral en Salud Sexual, el micro-engaño virtual engloba una serie de actividades muchas veces asociadas a las redes sociales que generan excitación sexual, algunas veces deseo sexual, y donde el otro miembro de la pareja queda excluido.
“Poner un ‘me gusta’ a una publicación de tu ex, chatear con un compañero de trabajo, olvidar de borrar el perfil de Tinder o seducir a otra persona en forma virtual sin que nada pase a mayores, para muchos son consideradas diferentes formas de infidelidad. La era digital trae aparejada una serie de conductas que flotan en el terreno de lo ambiguo. Y es posible que la persona que lo hace no se dé cuenta de que su acción puede ser tomada como una infidelidad”, explicó al ser consultado por este medio Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Indiana descubrió que los usuarios de Facebook con frecuencia usan el sitio para mantenerse en contacto con sus ex parejas o amigos platónicos con los que saben que pueden conectarse románticamente si sus relaciones actuales no prosperan. El estudio halló que los hombres se quedan en el pasado aproximadamente el doble que las mujeres. Pero entre ambos sexos, la práctica es generalizada: en promedio, los encuestados dijeron que tenían conversaciones románticas o sexuales con dos personas además de su pareja actual.
Esto se suma a una reciente investigación de la agencia OnePoll, que sugirió que hasta la mitad de todas las mujeres se mantiene en contacto con un “esposo de respaldo” con el que podrían contactarse si su esposo actual no funciona.
En algún nivel, esta idea de “engaño digital” o “infidelidad remota” es solo un concepto muy antiguo en un escenario nuevo y moderno. Las personas en las relaciones siempre han tenido problemas, señalan los investigadores de Indiana, y la infidelidad emocional, una especie de asunto destructivo y no consumado, cayó en los bares y sobre las paredes de cubículos de oficinas mucho antes de que tuviéramos registros de las aplicaciones de chats. Hasta cierto punto, Internet solo ha hecho estas cosas más visibles y mejor documentadas.
La fuerza de una relación se basa en tres cosas, en términos generales: en la satisfacción, la inversión emocional y la disponibilidad de socios alternativos. Y es que esta nueva investigación sugiere exactamente lo que prometen las redes sociales, no como una tentación constante, sino como un recordatorio constante e informal de que existen alternativas.
Las señales que delatan a un infiel digital y sus consecuencias
La infidelidad digital no pasará desapercibida. Existen señales clásicas que delatan a los protagonistas de estas historias, como pasar tiempo en línea en privado, sonreír sobre los mensajes recibidos sin dar más detalles y borrar mensajes o historiales de búsqueda como algo natural. Por lo general, el comportamiento cambia a medida que las cosas se mantienen en secreto y es necesario decir pequeñas mentiras. El alejamiento de la vida familiar también puede ocurrir, como irse a la cama más tarde de lo normal o levantarse en la mitad de la noche.
Con tanto en juego, es importante establecer qué es exactamente un comportamiento inapropiado en línea cuando estás en una relación. Las personas tienen diferentes definiciones sobre lo que es hacer ser infiel y lo que no, y lo mejor que una pareja puede hacer es mantener su comunicación activa. Es que el problema no radica en esta nueva persona virtual, sino en una infelicidad no expresada en la relación, y ahí está el problema: en la comunicación.
Para muchas personas, sin embargo, contactar a otra persona por correo electrónico o una red social no es “la vida real”, ya que la persona podría estar en cualquier parte del mundo y separada por una pantalla de computadora o teléfono. No piensan que están siendo infieles y nunca admitirían que tienen “asuntos en línea”, pero su pareja no lo vería de la misma manera. Si se expone alguna situación es probable que la pareja lesionada se sienta traicionada y pierda toda su confianza en el otro.
Según Walter Ghedin, para muchos se trata de un juego que no reviste ningún riesgo, por lo tanto se minimizan sus consecuencias. Para otros, descubrir un chat infiel convierte al hecho en un estado de alarma. “Ambos extremos -explicó- no ayudan a entender lo que en realidad sucede. Subestimar la situación descalifica la reacción de dolor de la persona que se siente traicionada; tampoco sirve magnificar el hecho al punto de querer cortar el vínculo. ¿Cómo reaccionar entonces? Yo diría que no es una verdadera infidelidad, ya que no existe consumación del acto sexual. Sin embargo, importa y mucho la respuesta emocional de quien se siente dolido por el ocultamiento. He aquí el tema, si el dolor o la angustia está, minimizar el hecho no ayuda, pero tampoco lo hará la indiferencia. Será necesario abrir la comunicación y decir la verdad de lo sucedido".
Sin embargo, para la psicoanalista Fiorella Litvinoff, si se concibe el engañó únicamente como el vínculo corporal entonces el concepto de “infidelidad digital” carecería de sentido. “Podemos pensar qué existen tres planos del engaño: el de la fantasía íntima, el de las palabras y el de la puesta en juego del cuerpo. Los últimos dos involucran a un tercero. Todo depende de cómo se entienda la infidelidad. Si la concebimos como un desear a otro que no sea la pareja y se produce un acto, ya sea con palabras o con un vínculo corporal, habría infidelidad digital”, aseguró la especialista.
“Lo interesante es que esta nueva categoría nos desafía a repensar el límite entre lo que es considerado un engaño y lo que no lo es. Lo fundamental es el pacto que cada pareja arme, y lo que dentro de esta se permita o no. Sería fundamental preguntarse cuál es la que causa que lleva a una persona a buscar a otros en redes para desplegar algo del erotismo y tener en cuenta que a veces es una consecuencia de algún malestar en la pareja”, concluyó.
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