“Imagine un mundo en el que todas las personas disfruten de los mismos derechos y oportunidades, en el que las mujeres y las niñas no teman caminar hasta su casa por la noche, y en el que los hombres y niños no se vean atrapados en masculinidades opresivas. En ese mundo, la igualdad de género sería lo normal. Mujeres y hombres recibirían idéntico salario por un trabajo de igual valor y compartirían las tareas de cuidados en el hogar. Imagine que la igualdad también llegara a las y los líderes políticos, los órganos de decisión de las empresas y las fábricas. Las mujeres participarían en pie de igualdad en las decisiones que afectan a su vida, su cuerpo, las políticas y el entorno en el que viven, desde las aldeas hasta las ciudades”, escriben en el sitio web de la campaña de Generación de Igualdad de la ONU Mujeres.
Ningún país del mundo lo tiene todo en lo que respecta a la igualdad de género. Sin embargo, la capacidad de rastrear información, recopilarla, tener datos disponibles, ya sea garabateados en un papel o extraídos de bases de datos globales, tiene poder. Poder para avergonzar, resaltar el éxito, generar cobertura mediática y señalar dónde se necesita un cambio.
Para unirse al esfuerzo de generar evidencia, National Geographic se asoció con el Instituto de Georgetown para la Mujer, la Paz y la Seguridad y el Instituto de Investigación de la Paz de Oslo con el fin de ilustrar el Índice de Mujeres, Paz y Seguridad 2019-2020. La investigación califica el bienestar de las mujeres en diferentes países del mundo, clasificando a 167 países de mejor a peor en tres áreas clave: inclusión de las mujeres en la sociedad, sentido de seguridad y acceso a la justicia.
Esas tres áreas se dividen en categorías específicas, como si una mujer tiene acceso a la telefonía celular, se siente segura caminando a casa por la noche o está rodeada de hombres que consideran inaceptable que tenga un trabajo remunerado. Cada país tiene una especie de récord mixto. Estados Unidos como país ocupa el puesto número 19. La subcategoría de representación gubernamental —el porcentaje de escaños legislativos ocupados por mujeres— ayudó a reducir su puntaje. El puntaje general de Argentina nos ubicó en el puesto número 48 y dentro de los aspectos calificados de nuestro país se destacan como deficientes la seguridad comunitaria, el acceso financiero y el empleo.
“Sabemos por la preponderancia de los datos que existe una correlación en las sociedades donde este tipo de violencia generalizada y de género puede conducir a una mayor inestabilidad, que puede conducir a un eventual conflicto”, explicó Melanne Verveer, directora ejecutiva del Instituto Georgetown y la ex primera embajadora de los Estados Unidos para Asuntos Mundiales de la Mujer, nominada en 2009 por el presidente Barack Obama. La negación de los derechos de las mujeres y la opresión de las mujeres, asegura, generalmente sigue “un camino lineal” hacia la inestabilidad.
“Si bien en las últimas décadas se han producido avances innegables en términos de derechos y participación de las mujeres en el mercado de trabajo y el ámbito público, a más de 20 años de la aprobación de la Plataforma de Acción de Beijing, persisten significativos niveles de desigualdad entre mujeres y varones, en cuanto al acceso al trabajo decente y la eliminación de la brecha salarial por motivos de género; el reequilibrio de la carga del trabajo de cuidado no remunerado; y la participación en el ejercicio del poder y la toma de decisiones en todos los niveles.
En este sentido, la participación de las mujeres de América Latina y el Caribe en el mercado laboral ha aumentado, aunque se ubica 26 puntos porcentuales por debajo de los de los hombres en la región y las características de su inserción también es desigual. En Argentina la brecha salarial se estima entre un 25% y un 27%”, sostuvo en diálogo con este medio Sabrina Landoni, directora ejecutiva del Observatorio de Políticas de Género del Senado de la Provincia de Buenos Aires.
El Índice de Mujeres, Paz y Seguridad 2019-2020 busca comprender las diferencias globales al medir la inclusión de las mujeres en la sociedad, el sentido de seguridad y la exposición a la discriminación, algunos de los indicadores clave. El índice se publicará en la cúspide de 2020, que marcará 25 años desde la Cuarta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer en Beijing. La conferencia estableció múltiples objetivos para mejorar la vida de las mujeres en todo el mundo. “Vamos a ver cuánto progreso hemos logrado en esos 25 años, y ha habido progreso, sin duda. Aunque también hay brechas considerables”, aseveró Verveer.
“Este ejercicio de calificación puede ser realmente poderoso porque los países, como los seres humanos, piensan en términos relativos y se comparan con los demás”, dice Judith Kelley, autora de Scorecard Diplomacy y decana de la Escuela de Políticas Públicas de Sanford en la Universidad de Duke. “Se preocupan por su estatus y posición, y puede ser un motivador realmente poderoso”. La especialista advierte, sin embargo, que las medidas, como la igualdad de género, deben ser significativas para los países y que los datos deben identificar soluciones viables.
Los creadores del índice ven la seguridad como una forma de mostrar cuán significativos deben ser los derechos de las mujeres para los líderes. Las mujeres en países inmersos en conflictos enfrentan un mayor riesgo, pero argumentan que la creciente evidencia indica que la otra cara también puede ser cierta: los países que no protegen a las mujeres están más en riesgo. Según el gráfico, un país representado por cuadros de color rojo está peor. Los que obtienen mejores resultados en ciertas categorías aparecen azules. Cada una de esas cajas, para un funcionario del gobierno o un organizador local, puede ser un llamado a la acción, y para alguien en el terreno, puede ser un reconocimiento público de la experiencia individual.
No importa dónde se encuentre un país en la lista, siempre habrán sorpresas. “Un patrón de desigualdad clasifica a casi todos los países”, expresa Jeni Klugman, directora gerente del Instituto Georgetown y autora principal del índice. “Por ejemplo, a Afganistán le va relativamente bien en términos de participación política. Y Yemen, el más bajo de la lista, tiene niveles relativamente bajos de violencia de pareja e incluso prejuicios, la determinación prenatal del sexo y los abortos que pueden resultar en más niños que niñas nacidos en un país. En el ranking de la mitad de la lista se encuentra Venezuela, que se ubica en el puesto número 84. Noruega ocupa el primer lugar, superando a Islandia después de que las elecciones llevaron a la pérdida de varios asientos de los parlamentarios en las cámaras de representación ocupados por mujeres
“En Argentina, -advierte Landoni- las mujeres realizan la mayor parte del trabajo de cuidado y de sostenimiento de los hogares sin remuneración: dedican 6,4 horas diarias al trabajo no remunerado, contra 3,4 horas de los hombres, el doble, lo cual claramente repercute en sus posibilidades reales de desarrollo laboral y profesional. En las empresas, solo el 11,2% de los cargos directivos son ocupados por mujeres, y el 49% de las empresas no cuenta con mujeres en sus directorios”.
La provincia de Buenos Aires concentra el 63% de las víctimas de femicidios: en 2018 hubo 320 denuncias por día en el territorio bonaerense y 102 femicidios, de acuerdo al Ministerio Público de la provincia de Buenos Aires. No casualmente la Iniciativa Spotlight, liderada por la Unión Europea y las Naciones Unidas, comenzó a trabajar este año en nuestro país con el propósito de sumar esfuerzos en pos de la erradicación de este flagelo, que viola uno de los derechos humanos elementales: el derecho a la vida.
Para la especialista, si bien contamos con una legislación de vanguardia a nivel regional en términos de protección de los derechos de las mujeres (Ley 26485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales) y mucho trabajo mancomunado del movimiento de mujeres y de todos los sectores de la sociedad orientados a visibilizar, sensibilizar y prevenir esta problemática, “la realidad es que al día de hoy, en Argentina, la vida de las mujeres sigue siendo arrebatada cada 32 horas por el hecho de ser mujer y mayoritariamente a causa de las agresiones de un miembro de su entorno familiar, esposos o ex parejas; es decir, producto de la instancia más extrema de la violencia basada en la desigualdad de género, el femicidio”.
Pese a que han existido mujeres capaces de liderar movimientos de paz e impulsar la recuperación de las comunidades después de un conflicto, casi nunca están presentes en las negociaciones de paz. Su exclusión de las labores de reconstrucción limita su acceso a las oportunidades de recuperación, de obtener justicia por las violaciones de sus derechos y de participar en las reformas de las leyes y de las instituciones públicas.
La comunidad internacional ha reconocido que la participación de las mujeres es esencial para lograr una paz duradera. Las mujeres han demostrado ser agentes de cambio, y deberían tener la oportunidad de poder trabajar aún más en pos de este objetivo. En el año 2000, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la resolución 1325 sobre las mujeres, la paz y la seguridad, que supuso un hito histórico. Esta resolución insta a que las mujeres participen en la consolidación de la paz, estén mejor protegidas ante violaciones de los derechos humanos y tengan acceso a la justicia y a los servicios de lucha contra la discriminación.
ONU Mujeres desarrolla su actividad en todo el mundo con el fin de estimular la participación de las mujeres e influir en los procesos de adopción de decisiones para prevenir y resolver los conflictos. “Apoyamos el compromiso de las mujeres en todos los aspectos de la consolidación de la paz de cara a la construcción de sociedades más inclusivas e igualitarias, capaces de terminar con la discriminación de género y resolver los conflictos sin recurrir a la violencia”, aseguran.
A lo largo de las últimas décadas se han producido avances en los derechos de las mujeres, y las familias en todo el mundo se han convertido en un espacio de amor y solidaridad. Sin embargo, en muchas de ellas se observan también violaciones fundamentales de los derechos humanos y desigualdades de género persistentes, según el nuevo informe insignia de ONU Mujeres, El progreso de las mujeres en el mundo 2019-2020.
“En todo el mundo, estamos asistiendo a esfuerzos concertados dirigidos a limitar el poder de acción de las mujeres y cercenar su derecho a tomar sus propias decisiones, en nombre de la protección de los ‘valores familiares’. Sin embargo, a partir de nuestras investigaciones y de las pruebas de las que disponemos, sabemos que no existe una forma de familia ‘normal’ y que, de hecho, nunca ha existido”, señaló Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora Ejecutiva de ONU Mujeres.
“Este informe se opone a ese retroceso al demostrar que las familias, en toda su diversidad, pueden ser defensoras cruciales de la igualdad de género, siempre y cuando las personas responsables de adoptar decisiones promuevan políticas basadas en las formas de vida reales del mundo de hoy, y otorguen un lugar central a los derechos de las mujeres”.
Infografía: Marcelo Regalado
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