Investigadores del University College de Londres (UCL) recientemente llevaron a cabo un estudio para explorar si existe una conexión entre las experiencias sexistas de una mujer y su bienestar mental. La investigación descubrió que aquellas mujeres que sufren discriminación de género tienen tres veces más probabilidades que las que no de informar depresión.
El equipo analizó datos de 2956 mujeres a las que se les preguntó si se habían sentido inseguras, si se las llamaba insaciablemente, si habían sido amenazadas o si las había atacado físicamente en varios escenarios durante el año pasado. Luego se preguntó a las participantes por qué sentían que habían sido discriminadas, además de preguntas sobre el estado de su salud mental.
Poco menos de una quinta parte de las mujeres encuestadas dijo que había experimentado discriminación sexual en los últimos 12 meses. La discriminación sexual reportada en el estudio se produjo con mayor frecuencia en la calle (77%), en el transporte público (39,9%) y en o cerca de las estaciones de tren y paradas de colectivos (38,9%).
Según los hallazgos del estudio publicados en la revista Health Psychology, las mujeres que dijeron creer haber sido discriminadas por su sexo tenían tres veces más probabilidades de reportar depresión y un 26% más de probabilidades de experimentar angustia psicológica.
"El ser humano es vulnerable y necesita de la valoración de los otros para poder valorarse a sí mismo. Todo maltrato psíquico tiene su efecto en el cuerpo. Que una mujer se sienta por ejemplo reducida a ser un objeto despreciado por un hombre repercute en su psiquismo y en su cuerpo, debilitando sus defensas y haciéndola vulnerable a distintas enfermedades", indicó en diálogo con este medio la psicoanalista Fiorella Litvinoff.
Desde la Organización Mundial de la Salud advierten que la depresión, la ansiedad, los síntomas somáticos y las altas tasas de comorbilidad están significativamente relacionados con factores de riesgo interconectados y coexistentes, como los roles basados en el género, los factores estresantes y las experiencias y eventos negativos de la vida.
"Descubrimos que las mujeres que reportaron haber sufrido discriminación sexual tenían más probabilidades de estar deprimidas y tener mayor angustia psicológica, así como un peor funcionamiento mental, satisfacción con la vida y salud", explicó la doctora Ruth Hackett, del Instituto de Epidemiología y Atención de la Salud de la UCL y autora principal del estudio.
Los factores de riesgo específicos de género para los trastornos mentales comunes que afectan desproporcionadamente a las mujeres incluyen violencia de género, desventaja socioeconómica, bajos ingresos y desigualdad de ingresos, estatus social bajo o subordinado y rango y responsabilidad incesante por el cuidado de los demás.
"La depresión no es solo el problema más común de salud mental de las mujeres, sino que puede ser más persistente en las mujeres que en los hombres. Las diferencias de género ocurren particularmente en las tasas de trastornos mentales comunes como la depresión y la ansiedad. Estos trastornos, que predominan en las mujeres, afectan aproximadamente a 1 de cada 3 personas en la comunidad y constituyen un grave problema de salud pública", sostienen expertos de la OMS.
La alta prevalencia de violencia sexual a la que están expuestas las mujeres y la tasa correspondientemente alta de trastorno de estrés postraumático (TEPT) después de dicha violencia, convierte a las mujeres en el grupo más grande de personas afectadas por este trastorno.
Para Diego Luparello, psicoanalista y expresidente del Claustro de analistas en formación de la Asociación Psiconalítica Argentina, se podrían señalar dos cuestiones. Por un lado, la inserción reticular que la discriminación de género tiene en la cultura. "Está inserta y naturalizada en pequeños gestos, acciones cotidianas, que a veces escapan a la observación", explicó. Y por el otro, la naturalización del desequilibrio de poder.
"Quizás este es uno de los momentos históricos más propicios para desnaturalizarlo y revertirlo. Desde esta perspectiva, habría que revisar cuántos de los problemas de salud que observamos cotidianamente en las mujeres podríamos atribuir a esa discriminación silenciosa instaurada históricamente. Podemos suponer que lo que ha sido un malestar psicológico en un momento se pudo haber convertido en una especie de rasgo de carácter en generaciones posteriores, sin haber tenido la oportunidad de cuestionar ciertas patologías 'acostumbradas'", concluyó el experto.
Hackett agregó que "el sexismo funciona como una barrera para los estilos de vida más saludables que promueven el bienestar mental". "La exposición repetida al estrés -explicó- también puede provocar un desgaste que interrumpe los procesos biológicos normales".
Por su parte, Sarah Jackson, coautora de la investigación dijo que los hallazgos "subrayan la importancia de abordar el sexismo no solo como un problema moral sino que puede tener un legado duradero en la salud mental".
Para la OMS, las políticas económicas y sociales que causan cambios repentinos, disruptivos y severos en los ingresos, el empleo y el capital social que no se pueden controlar o evitar, aumentan significativamente la desigualdad de género y la tasa de trastornos mentales comunes.
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